El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ofreció este lunes a los mercenarios del grupo Wagner que se sublevaron el fin de semana contra la cúpula militar que se unan al Ejército regular del país o se marchen a Bielorrusia junto con su líder, Yevgueni Prigozhin.
«Hoy tienen la oportunidad de continuar sirviendo a Rusia al firmar un contrato con el Ministerio de Defensa (…), regresar con su familia y amigos. O los que quieran pueden ir a Bielorrusia», indicó el mandatario en un discurso televisado a la nación.
El jefe del Kremlin aseguró que «cumplirá su promesa» de que los mercenarios que se sublevaron no serán perseguidos penalmente, como parte del acuerdo alcanzado con Prigozhin el sábado bajo la mediación del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, y después de que el jefe de los Wagner ordenara el regreso de sus hombres a sus bases antes de que llegaran a la capital rusa.
A cambio se le dieron garantías de que no sería juzgado por organización de rebelión armada, un cargo por el que podría haber sido condenado hasta a 20 años de prisión. Además tendrá que ir al exilio en Bielorrusia.
«Una rebelión armada habría sido sofocada»
Putin, que había permanecido en silencio desde su discurso a la nación el sábado por la mañana, cuando calificó a los wagneritas amotinados de traidores y prometió castigarlos, aseguró este lunes que «en cualquier caso una rebelión armada habría sido sofocada», pero que los organizadores de esta se habían dado cuenta de eso y de que habían «recurrido a actos criminales».
Dijo que el objetivo del motín, que se produjo cuando «nuestros camaradas se están muriendo» en el frente, afirmó, era «dividir y debilitar al país», que enfrenta una «amenaza externa colosal» y una «presión externa sin precedentes».
Pese a todo ello, recalcó, «los organizadores de la rebelión, traicionando a su país, a su pueblo» estaban en proceso de promover un «fratricidio», exactamente «lo que querían los enemigos de Rusia, tanto los «neonazis en Kiev como sus patrocinadores occidentales y todo tipo de traidores nacionales».
Putin aseguró que la «gran mayoría de los combatientes y comandantes del grupo Wagner también son patriotas rusos, dedicados a su pueblo y su Estado», y lo demostraron en el campo de batalla «liberando el Donbás y Novorusia».
Quiso dejar claro que desde el mismo momento en que comenzó la rebelión el viernes por la noche -cuando los mercenarios cruzaron la frontera de la región rusa de Rostov desde Ucrania, tomaron la ciudad de Rostov del Don y comenzaron a marchar hacia Moscú- él dio órdenes directas para «evitar mucho derramamiento de sangre».
«Esto tomó tiempo, incluso para darles a quienes cometieron un error la oportunidad de pensar de nuevo, de comprender que sus acciones son rechazadas resueltamente por la sociedad y a qué consecuencias trágicas y destructivas para Rusia, para nuestro Estado, se dirigía la aventura en la que fueron arrastrados», opinó Putin.
Putin agradeció a Lukashenko
El jefe del Kremlin dio las gracias a todo el personal militar, los agentes del orden y servicios especiales que «se interpusieron en el camino de los rebeldes, permanecieron fieles a su deber, juramento y su pueblo».
También destacó el coraje y el sacrificio de los pilotos que fallecieron en su misión de frenar las columnas de los wagneritas.
Asimismo, agradeció a los soldados y comandantes de Wagner que se detuvieron en la última línea, que hayan «tomado la decisión correcta», y al pueblo ruso por su «aguante, solidaridad y patriotismo».
Asimismo, se dirigió a los rusos con un llamado: «gracias por su aguante, solidaridad y patriotismo».
«Esta solidaridad cívica ha demostrado que cualquier chantaje, cualquier intento de crear disturbios internos está condenado al fracaso», enfatizó Putin.
Dio las gracias a Lukashenko por sus esfuerzos y su «contribución a la resolución pacífica de la situación».