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¿Qué se puede esperar de Gustavo Petro, Lula da Silva y otros líderes de izquierda si Nicolás Maduro se reelige en Venezuela?

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“El destino de Venezuela, en el siglo XXI, depende de nuestra victoria el 28 de julio. Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo”, afirmó Nicolás Maduro el 17 de julio durante un acto público en una zona popular del oeste de Caracas asegurando que solamente ese resultado “garantizará “paz” en el país.

Por supuesto, las palabras del presidente venezolano resonaron con eco en la comunidad internacional. Pero particularmente llamó la atención la respuesta de líderes de izquierda de América Latina que en algún momento lo han apoyado.

El más incisivo fue el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien históricamente había sido más cauteloso en sus críticas al régimen.

Maduro

María Corina Machado y Edmundo González, y Nicolás Maduro cerraron este jueves la campaña presidencial en Venezuela. Foto Efe y AFP.

Lula dijo que sintió “miedo” al escuchar a su homólogo venezolano. “Maduro tiene que aprender, cuando ganas, te quedas; cuando pierdes, te vas”, afirmó. Y al agregó: “Los procesos democráticos requieren que quienes pierden las elecciones acepten los resultados pacíficamente”. Insistió en la necesidad de observadores internacionales para garantizar la transparencia del proceso electoral.

A Lula da Silva se sumó el kirchnerismo argentino representado por el expresidente Alberto Fernández, un firme aliado en el pasado del chavismo.

Fernández, que canceló su participación como observador de los comicios del domingo por pedido de Caracas calificándola de “una demanda insólita”, le recordó a Maduro que “si es derrotado, lo que tiene que hacer es aceptarlo”.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, respaldó las declaraciones de Lula y le recordó a su par venezolano que no se puede amenazar “bajo ningún punto de vista con baños de sangre”. “Lo que reciben los mandatarios y los candidatos son baños de votos, y esos baños de votos representan la soberanía popular, que debe ser respetada”, destacó.

Más allá de las palabras, las acciones del régimen de Maduro que causan alerta

Aunque cuesta saber si se trata de un exceso retórico de Maduro o una amenaza con contenido, la preocupación por sus palabras se suma a las acciones recientes, en particular el bloqueo a la oposición para que verificara la instalación de mesas y la negativa de ingreso al país de observadores internacionales que fueron vetados o deportados.

El viernes, líderes que integraban una comisión de veedores internacionales, entre otros, la exvicepresidenta de Colombia Marta Lucía Ramírez y los expresidentes Vicente Fox (México), Mireya Moscoso (Panamá) y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica) quedaron varados en Panamá luego de que se les negó el despegue rumbo a Caracas.

Asimismo, 10 parlamentarios y eurodiputados del Partido Popular (PP) español, así como la senadora colombiana Angélica Lozano, la exalcaldesa de Bogotá Claudia López y un grupo de senadores chilenos fueron deportados.

La crisis venezolana es muy llamativa porque a pesar de lo prolongada que ha sido, que ha causado una dura persecución política, así como la salida de 7.774.494 ciudadanos, no ha devenido en una guerra. Sin embargo, en este momento es tal la tensión que el régimen incluso ha recurrido a la amenaza directa para quedarse en el poder. Por eso para los gobiernos de la izquierda democrática es importante marcar diferencia con la izquierda autoritaria, pues de otro modo sus propios proyectos políticos y sus narrativas se verían afectadas, le explica a El Tiempo el investigador Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

El doble rol de Luiz Inácio Lula da Silva con Nicolás Maduro

No obstante, el analista considera importante tomar con cautela los comentarios de Lula da Silva, que lo que hace es marcar distancia respecto a un escenario de violencia mas no directamente hacia Maduro.

“Lula envió a su asesor Celso Amorim como veedor de los comicios, quien durante la primera década del siglo fue un aliado de Nicolás Maduro en muchos procesos, como la formación de la Unasur o de la Celac. No le envía un policía, sino un aliado para apoyarlo”, comenta Rodríguez al señalar que, desde su perspectiva, Lula ejecuta un doble rol: uno como jefe de Estado y otro desde una esfera más personal.

“En los momentos de dificultad del presidente de Brasil, una de las pocas personas que le extendió la mano y lo defendió fue Nicolás Maduro. Esa cercanía entre los dos se hace evidente también en la respuesta de Maduro a Lula que fue mucho más mesurada que en otros casos donde no se mide”, dice Rodríguez al referirse a la frase del mandatario venezolano tras las críticas de su homólogo brasileño: «Yo no dije mentiras. Solo hice una reflexión. El que se asustó que se tome una manzanilla», señaló Maduro en televisión nacional.

Gustavo Petro, un perfil cauteloso y discreto

Pese a que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, criticó la inhabilitación de María Corina Machado como candidata a la presidencia de Venezuela, medida que calificó de un «golpe antidemocrático», su postura se ve como cautelosa.

“Petro se ha erigido como una especie de mediador tras bastidores entre la administración de Joe Biden, con la que mantiene buenas relaciones, y el gobierno de Venezuela, tratando de enviar el mensaje de que la región necesita una elección que sea reconocida por todos los actores, pero al mismo tiempo ha desplegado una política en la que ve como necesario un entendimiento con Maduro, en especial por el apoyo que le ha brindado con la negociación que adelanta Petro con ciertos grupos criminales”, dice el abogado venezolano Mariano de Alba,  experto en geopolítica.

Rodríguez advierte que Petro requiere de “una mayor capacidad real para asumir ese rol de protagonismo internacional que él mismo se quiere arrogar narrativamente, pero que nunca ha logrado materializar en acciones concretas frente al caso venezolano”.

¿Claudia Sheinbaum heredará el silencio de Andrés Manuel López Obrador?

Sheinbaum

Guadalupe Galván, editora de la sección Mundo del diario El Universal de México, comenta que la cercanía del saliente presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con su homólogo venezolano ha dificultado que el país norteamericano tome una postura.

“López Obrador ha defendido una política de no injerencia y, en el caso de Venezuela, es justamente lo que ha aplicado. En mayo pasado, respondió a una petición de ayuda de la oposición venezolana diciendo que México no se puede entrometer en un proceso electoral externo y que lo único que esperaba es que los venezolanos decidieran su futuro”, comenta Galván.

Añadió que la cercanía que le profesó el gobierno de AMLO continuará con la presidenta electa Claudia Sheinbaum, quien asumirá el mando el primero de octubre.

No obstante, para la editora un actor fundamental por el cual México podría virar hacia una postura más dura si Maduro se reelige es Estados Unidos, en especial por la presión que ejerce ante el problema migratorio.

¿Qué países son neutros o respaldan a Nicolás Maduro?

Mientras que los presidentes de Bolivia y Honduras se han mostrado tibios, los gobiernos de Cuba y Nicaragua, reconocidos como izquierdas dictatoriales, le han mostrado su pleno respaldo.

La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, manifestó su apoyo a las elecciones presidenciales en Venezuela enviando una misión de observadores para asegurar que el proceso sea «libre, justo, independiente y transparente».

En esta misma línea de moderación, el presidente de Bolivia, Luis Arce, también mostró su respaldo a Nicolás Maduro y al proceso electoral venezolano, subrayando la importancia de la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos y rechazando la intervención extranjera.

«Respaldamos el derecho del pueblo venezolano a decidir su futuro sin injerencias externas. Las elecciones del 28 de julio son una oportunidad para reafirmar su soberanía y avanzar hacia la estabilidad». Además, enfatizó la necesidad de que los comicios se desarrollen en un ambiente de paz y respeto.

Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, expresó su pleno apoyo a Nicolás Maduro y a la revolución bolivariana, subrayando la histórica amistad y lucha conjunta entre Cuba y Venezuela.

«Sentimos que esta es también una ocasión especial para expresarle el pleno apoyo y la solidaridad invariable de nuestro pueblo, Estado y gobierno a la revolución bolivariana y chavista, la unión cívicomilitar de su pueblo y al liderazgo del presidente Nicolás Maduro», proclamó.

En la misma línea, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, dio su apoyo a Nicolás Maduro y criticó las interferencias extranjeras en los asuntos internos de Venezuela, calificándolas como intentos de desestabilización.

«Maduro ha demostrado una valentía y resistencia ejemplares frente a las agresiones externas. Las elecciones del 28 de julio son un paso crucial para la soberanía de Venezuela y deben ser respetadas por la comunidad internacional», opinó.

¿Por qué depende de Nicolás Maduro lo que ocurra en la región?

Nicolás Maduro usó durante su campaña presidencial un lenguaje agresivo para referirse a sus principales adversarios políticos. Foto: Henry Chirinos / EFE

Una temida ola migratoria que de acuerdo con sondeos oscilaría en un millón de venezolanos saliendo del país en los primeros 18 meses si Maduro se queda, y el acelerado avance del crimen trasnacional por cuenta del Tren de Aragua hacen que la región se vea obligada a mirar a Venezuela.

“De cómo reaccione el chavismo y Maduro ante los resultados dependerá el comportamiento del resto de gobiernos. Las democracias tienden a llevarse mejor cuando respetan todas las garantías constitucionales que tienen en cada uno de sus países; por lo tanto, es más fácil la relación si el sistema no se erosiona. Por eso la incógnita principal de este proceso está en la cancha del gobierno venezolano”, afirma Carolina Álvarez Peñafiel, editora internacional del diario El Mercurio de Chile.

Desde la mirada del analista De Alba, hay una expectativa por parte de los gobiernos de la región de que si la situación en Venezuela empieza a resarcirse, Venezuela pudiese dejar de ser un factor de división regional en foros multilaterales.

“Eso pudiese darle quizás un nuevo impulso a recomponer las relaciones entre América Latina, algo que en los últimos años se ha tornado muy ineficiente y casi inexistente. Pero realmente lo que vemos de momento es que todos estos mensajes de los gobiernos de izquierda, si bien son importantes, parecen lejanos a tener una incidencia real en la élite del gobierno de Maduro”, dijo.

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