La expansión y consolidación de la democracia tiene mucho que ver con las condiciones socioeconómicas en un momento dado. Si en Occidente este sistema es el dominante, mucho tiene que ver con la creación y consolidación de lo que se conoce como clase media. Esto es lo que defiende el Centro Martens.
La mejora constante de las condiciones de vida –y un ascensor social que permita la existencia de una determinada justicia social– son condiciones clave para que esta forma de gobierno se asiente.
La democracia se ha propagado en países en los que estas condiciones se han cumplido. Lo contrario ha ocurrido cuando las condiciones socioeconómicas han empeorado.
España es hoy en día una democracia gracias, en parte, a la creación de la clase media durante el franquismo. Si por algo está debilitada, no es solo por el ataque institucional llevado a cabo por determinados partidos, sino porque la sensación de estabilidad y de justicia social ha desaparecido tanto por las sucesivas crisis económicas como por la cada vez mayor diferencia entre la élite político-económica y el resto de la población.
El ejemplo español se puede extrapolar a decenas de países. También el contrario. Los sistemas totalitarios surgieron en una época extremadamente difícil a nivel económico y con constantes choques político-sociales.
Miremos también a la nueva izquierda: habiendo abandonado al obrero tradicional como sujeto revolucionario por la evidente mejora de las condiciones económicas bajo el capitalismo, ha buscado nuevos núcleos a explotar políticamente basados más en los sentimientos y en las nuevas identidades que en las tensiones de clase anteriormente existentes.
Esto es un hecho que puede observarse en la historia más reciente. Los gobiernos de centro-derecha son los más proclives a cuidar a esa clase media sabiendo que son el núcleo fundamental de un sistema que permite libertades básicas. Los gobiernos de otro signo tienden a polarizar sabiendo que pueden conseguir amplios beneficios confrontando a diferentes capas sociales
Base del estudio
Lo ocurrido en los últimos años desde la crisis económica de 2007 ha sido objeto de estudio del Centro Martens. Ha analizado la relación directa entre condiciones socioeconómicas de amplias capas de la población y el auge de partidos denominados populistas e, incluso, antisistema.
Esto lleva a plantearse la siguiente cuestión: ¿son un problema los sistemas en sí mismos o su valoración depende de las condiciones óptimas que puedan crear para el mayor número de personas posibles?
El último estudio sobre la posición, expectativas y temores de las clases medias europeas de este centro abarca los 27 Estados miembros de la UE con encuestas realizadas en abril de este año.
El objetivo del informe es comprender hasta qué punto y de qué manera las clases medias de la UE siguen siendo el núcleo de la base electoral de centro-derecha y aquellos más alineados con los valores y políticas tradicionales de centro-derecha.
Consideraciones
Los responsables políticos europeos y nacionales deben ser conscientes de que nos enfrentamos a una serie crisis en las expectativas y perspectivas de las clases medias, lo que alimenta una peligrosa crisis de legitimidad en las instituciones públicas y los partidos políticos.
La crisis de los segundos afecta en especial a las primeras. Sin una colaboración nacional y europea es difícil que se vuelva a la percepción precrisis.
La economía y las finanzas encabezan la lista de las preocupaciones de todos los países de la Unión Europea. El Estado del bienestar creado en Europa desde mediados del siglo XX ha marcado de manera especial la forma de ver la realidad y se espera que pueda seguir manteniéndose. Es más, la guerra de Ucrania se analiza en función de las posibles consecuencias económicas negativas.
La mayoría de los encuestados considera que los desafíos, sean cuales sean, pueden abordarse desde la acción política, por lo que esperan decisiones determinadas por parte de su clase política que no suele llegar ya sea porque realizan un diagnóstico diferente o porque no están por la labor de paliar esos conflictos que, en algunas ocasiones, pueden ser motivo de beneficios electorales.
Por otro lado, los valores de la UE no son homogéneos, por mucho que los dirigentes digan lo contrario. Se puede hablar de cuatro Europas: norte, sur, este y oeste. Existen valores e intereses comunes entre todas ellas, pero también claras diferencias.
La percepción de peligro que tienen algunos países del este sobre Rusia no es la misma que otros países del oeste. Tampoco es la misma percepción sobre el poder ejercido desde Bruselas. Los países que pertenecieron al bloque soviético ven ciertas pautas centrípetas semejantes en la actual Unión Europea respecto a la homogeneización de políticas y formas de pensar con las que no están de acuerdo.
Es necesario renovar el proceso democrático europeo, revitalizar los partidos políticos y reducir la brecha entre gobernados y gobernantes. La UE parece disfrutar en todas las encuestas de mucha más confianza que las instituciones nacionales, pero eso a su vez puede incentivar el sentimiento anti establishment y anti élite, precisamente por la erosión consecuente de identidad nacional y sentido de pertenencia.
Para eso, la conexión entre gobernados y gobernantes debe ampliarse. La toma de decisiones debe sentirse también en las amplias capas de la sociedad sin que la democracia representativa deje de ser la forma organizativa deseable. Fortalecer la democracia pasa también por nuevas formas de participación directa, lo que llevará a un mayor compromiso ciudadano en sus estructuras.
La clase media baja ha dejado de creer en la centro-derecha, en parte por ser asociado a cierto elitismo social y político. Este vacío ha sido aprovechado por los adversarios ideológicos para implantar en ellos la semilla de la desconfianza ante el sistema imperante. Desde el Centro Martens invitan a una reflexión para ofrecer una agenda económica y social convincente.
Centro Martens
El Centro Wilfried Martens de Estudios Europeos es el think tank oficial del Partido Popular Europeo. Aportan ideas para la acción del grupo dentro de su marco político.
Su misión es analizar y aportar reflexiones para el debate sobre la política de la UE que es relevante para los responsables políticos, los expertos y el público europeo en general. Colaboran estrechamente con socios nacionales para acercar sus posturas a los ciudadanos.
Es considerado el 11º think tank más influyente del mundo, organiza más de 100 eventos anuales y participa en una red de más de 50 asociaciones por todo Europa.
Fundado en 2007, se inspira en las ideas de Konrad Adenauer, Robert Schuman o Alcide De Gasperi.