El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, anunció el jueves que su país reducirá sus estrictas restricciones fronterizas para que los estudiantes y trabajadores extranjeros puedan entrar en el país, pero los turistas no podrán aún ingresar debido a la pandemia de covid-19.
A partir del 1 de marzo, «autorizaremos a los nuevos visitantes, con excepción de los turistas», declaró Kishida en una conferencia de prensa.
Sin embargo, esto no se traducirá en una afluencia inmediata de extranjeros, ya que el número de recién llegados diarios seguirá estando limitado. La cuota aumentará a 5.000 personas al día, frente a las 3.500 actuales, añadió el primer ministro.
Interrogado sobre el turismo, Kishida explicó que el tema sigue siendo objeto de debate, y que no existe por el momento un calendario para la reapertura total.
Los anuncios son el resultado de la creciente presión ejercida sobre su gobierno por los círculos empresariales y académicos, que se rebelaron contra las restricciones en las fronteras japonesas, las más severas entre los países del G7.
Una clara mayoría de la opinión pública japonesa estaba a favor de esta política, según las encuestas.
Más de 400.000 personas, cuya visa ya fue aprobada por las autoridades niponas, esperaban poder entrar en Japón el 4 de enero, indicó el jueves a la AFP un responsable de la agencia japonesa de inmigración. Más de 150.000 de ellas eran estudiantes y 129.000 eran trabajadores contratados en el marco de un programa de formación técnica, que constituye una mano de obra extranjera crucial para numerosos sectores de la industria japonesa.
Japón cerró sus fronteras a partir de marzo de 2020, impidiendo incluso inicialmente el regreso de extranjeros con residencia en el país.
Japón, que evitó imponer restricciones estrictas a su población, ha hecho del cierre de las fronteras una pieza fundamental de su lucha contra la pandemia. De hecho, se libró relativamente bien de la crisis sanitaria, con solo unas 21.000 muertes registradas en los dos últimos años.