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¿Es posible vivir en México sin hacer rico a Carlos Slim?

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Mediodía de un caluroso día de abril en Ciudad de México, uno de esos momentos en que el aire acondicionado de la oficina es un gran alivio.

Mientras se enfría la habitación al teléfono móvil llegan un par de llamadas.

La conexión a Internet de la computadora se completa y en uno de los portales de noticias que se visita aparece publicidad de un restaurante.

Es un día normal de trabajo. Pero detrás de cada una de estas pequeñas actividades cotidianas hay un nombre que se repite: Carlos Slim Helú.

De una u otra forma las empresas del magnate acompañaron esos minutos en la oficina de BBC en México:

Los cables que conectan el aparato de aire acondicionado se fabricaron en Condumex, una de sus compañías.

El teléfono móvil fue contratado con Telcel, una de sus empresas más rentables.

Iglesias, autos, comida…

¿Se puede vivir en México sin aportar una utilidad a Carlos Slim? Es difícil. Su huella está presente en lugares y momentos que muchos pensarían ajenos al empresario.

Para llegar a la oficina suelo utilizar mi automóvil. Hace unos meses fue necesario cambiarle amortiguadores.

Los repuestos que le colocaron son de la marca Gabriel, fabricados en una empresa vinculada al magnate.

En la zona donde se encuentra la sede de BBC en México, la colonia Roma, muchos utilizan bicicletas para su traslado.

En cada pedaleo se mueve la sombra de Slim. Desde 1986 el empresario es dueño de Bimex, uno de los principales fabricantes de esos vehículos en México.

En la capital mexicana no se permite fumar en restaurantes ni lugares públicos, pero todos los días, durante el almuerzo o la cena, abundan los comensales con cigarrillo en mano afuera de los negocios para cumplir las reglas.

Una de las marcas de más consumo en el país es Marlboro, fabricado por la tabacalera Cigatam de la que Carlos Slim posee 20% de las acciones.

Cuando se instaló la nueva oficina de BBC (junio de 2018, la anterior se dañó en el terremoto de 2017), en el barrio donde se encuentra el único proveedor de internet era Axtel.

El servicio se paga cada mes y el lugar más cercano para hacerlo es Plaza Insurgentes, controlado por uno de los corporativos de Slim Helú.

Axtel renta un espacio en el centro comercial, como también lo hacen cines, restaurantes y bancos.

Los corporativos del magnate controlan o son propietarios de este tipo de negocios en Yucatán, Tabasco, Quintana Roo, Jalisco o el Estado de México.

Pero además del entorno laboral, la presencia del magnate también aparece en mi vida familiar, y de millones de personas.

Cuando nos visitan mis padres, quienes no viven en Ciudad de México, uno de los sitios que recorren es la Basílica de Guadalupe el santuario católico más importante del país.

En 2010 el atrio de la iglesia se remodeló. La Plaza Mariana, como se llama el espacio, fue construida gratis por Grupo Carso, de Slim.

No es todo. En algunos viajes por carretera con la familia o para alguna cobertura de trabajo, en el cobro de las casetas de peaje se incluye un porcentaje para el consorcio del magnate.

Esas autopistas fueron construidas por Grupo Carso, y la modalidad más común es que la obra se pague con el cobro de impuestos por utilizarlas.

Todos pagan

Carlos Slim es dueño de algunas de las empresas más grandes y con mejor cotización en la Bolsa Mexicana de Valores, como América Móvil y Grupo Carso.

Pero también posee al menos 180 compañías más con actividades tan diversas como la extracción de oro, construcción de carreteras, fabricación de bicicletas, refacciones para automóviles o la producción de dulces y chocolates.

Es una presencia constante para millones de mexicanos, de muy distintas maneras.

En las grandes ciudades del país, por ejemplo, la mayoría de las farmacias cierra antes de las 10 de la noche.

Pero uno de los lugares más comunes para las compras de emergencia es Sanborn’s, una cadena de restaurantes que también ofrece medicamentos.

El grupo de restaurantes es común en las principales ciudades del país. Pero hay otros negocios que virtualmente forman parte de la vida de millones de personas.

Un ejemplo es Teléfonos de México que posee la red de comunicación fija más extensa del país.

Hasta 1990, cuando la compró Slim, Telmex era el corporativo telefónico del Estado.

En el convenio de privatización se estableció que debía construir una red para comunicar a todos los pueblos y comunidades del país.

Otro negocio es Telcel, que cuenta con 75,5 millones de usuarios registradossegún datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones.

En el país existen 122 millones de líneas de telefonía celular que también proveen servicio de internet, video y mensajes de texto.

Las dos empresas forman parte de América Móvil, el mayor consorcio de telecomunicaciones del país que en 2018, según datos del corporativo, obtuvo utilidades netas por 45.700 millones de pesos, unos 2.400 millones de dólares.

Pero quienes no son clientes de Slim también le dejaron ganancias. Telmex y Telcel construyeron la mayor red troncal de comunicaciones fijas y celulares del país.

Los competidores del magnate deben pagar una renta por utilizar esa infraestructura, y por el servicio de interconexión entre líneas de empresas distintas.

Con la Reforma de Telecomunicaciones la tarifa se redujo considerablemente, pero de todos modos el negocio es rentable para el magnate.

De acuerdo con la consultora The Competitive Intelligence Unit, los ingresos por interconexión representaron más de la mitad de los ingresos para el consorcio del magnate.

Es decir: en cada minuto de llamadas telefónicas o conexiones a Internet, en las casetas de peaje, al comprar pan o comida, suele aparecer Carlos Slim Helú.

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