El Papa Francisco lamentó este domingo que las familias peleen por las herencias y denunció la codicia como «una enfermedad» para la sociedad. Ya que está detrás de la guerra y de las desigualdades, opinó durante el rezo del Ángelus dominical.
«¡Cuántos hermanos y hermanas, cuántos miembros de una misma familia se pelean desgraciadamente, y quizás ya no se hablan, a causa de la herencia!», lamentó el pontífice al repasar el Evangelio desde la ventana del Palacio Apostólico ante decenas de fieles.
Francisco definió la codicia como «la ambición desenfrenada por las posesiones». También como «una enfermedad que destruye a las personas, porque el hambre de posesiones es adictiva» y las convierte en «servidoras del dinero».
Pero, avisó, también se trata de una «enfermedad peligrosa» para la sociedad. «Por su culpa hemos llegado hoy a otras paradojas, a una injusticia como nunca antes en la historia, donde unos pocos tienen mucho y muchos tienen poco o nada», lamentó.
Y preguntó: «Pensemos también en las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas, un escándalo ante el que no podemos ni debemos resignarnos».
El Papa lamenta que las familias riñan por las herencias y critica la codicia
El pontífice argentino explicó que tras este fenómeno no solo hay «unos pocos poderosos o ciertos sistemas económicos» sino que se esconde la codicia «que hay en el corazón de todos».
«Preguntémonos: ¿Cómo es mi desprendimiento de las posesiones, de las riquezas? ¿Me quejo de lo que me falta o me conformo con lo que tengo? ¿Estoy tentado, en nombre del dinero y las oportunidades, a sacrificar las relaciones y el tiempo por los demás?», cuestionó.
Porque, a su juicio, los bienes materiales, el dinero y la riqueza «pueden convertirse en un culto, en una verdadera idolatría».
«Servirse de las riquezas sí; servir a la riqueza no: es idolatría, es ofender a Dios. Hermanos, hermanas, acumular bienes materiales no es suficiente para vivir bien, porque -repite Jesús- la vida no depende de lo que se posee», concluyó.
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