Alrededor del cuerpo de Seuxis Pausias Hernández, alias Jesús Santrich, sus camaradas de las disidencias de la Segunda Marquetalia encontraron varios fusiles de la Guardia Nacional Bolivariana, esquirlas de granadas y casquillos de munición del Ejército del régimen de Nicolás Maduro.
Incluso, luego de que El Tiempo reveló que Santrich había sido ultimado, el 17 de mayo pasado, en su megacampamento –en zona rural de Villa del Rosario de Machiques, estado Zulia–, las ex FARC salieron a lanzar amenazas y acusaciones.
Dijeron que hombres de un comando armado lo habían aniquilado y que huyeron en un helicóptero amarillo, con la falange de su meñique derecho. Además, que el grupo de asalto estaba integrado por miembros del Ejército colombiano, señalamiento que Daniel Palacios, ministro del Interior, calificó de fantasioso y sin fundamento.
El caso parecía haber quedado sepultado al igual que el cuerpo de Santrich, procesado por narcotráfico en Estados Unidos, cuyo gobierno ofrecía una recompensa de 10 millones de dólares por su ubicación.
Los desmovilizados delatores
Pero El Tiempo tuvo acceso a un informe reservado sobre lo ocurrido ese lunes y allí se evidencia que el expediente Santrich sigue vivo y que tres desmovilizados y miembros de la Guardia Bolivariana fueron piezas fundamentales en el operativo, ejecutado en territorio venezolano, al que el régimen nunca se ha referido.
Allí se asegura que el objetivo inicial era el escurridizo Iván Márquez, el otro cabecilla de esas disidencias.
Pero Santrich –quien se fugó de Colombia en 2019 cuando la JEP lo dejó libre y Estados Unidos lo pedía en extradición– empezó a dejarse ver por Machiques, muy cerca a la serranía del Perijá, que controlaba cuando vestía el camuflado de la guerrilla de las FARC.
Según información suministrada por un oficial de inteligencia, la misma semana en la que Santrich amenazó de muerte al presidente Iván Duque, los desmovilizados empezaron a entregar datos del exguerrillero.
Memento mori (recuerda que morirás), le dijo a Duque en una grabación divulgada en febrero de 2021.
¿Mano a gastos reservados?
Además, los tres informantes aseguraron que la pérdida de visión de Santrich avanzaba con rapidez y que se estaba cayendo con frecuencia.
De manera simultánea, varios miembros del comando armado –unos 20 hombres– empezaron a llegar a la zona como lugareños, para mimetizarse y ejecutar el golpe de mano a unos cuantos kilómetros de la frontera: “Se hizo una especie de burbuja de seguridad”.
La operación fue tan efectiva que incluso se asegura que los desmovilizados ya tramitan una recompensa de 300 millones de pesos, de una cuenta de gastos reservados.
La huella del meñique se cotejó con el registro decadactilar de Seuxis Pausias Hernández y coincidió plenamente.
Y ahora, dice el documento, se está gestionando el cobro de los 10 millones de dólares aprobados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos como recompensa por Santrich.
En Colombia ya existe un antecedente similar cuando el guerrillero Pedro Pablo Montoya, alias Rojas, le cortó la mano derecha al miembro del secretariado de las FARC alias Iván Ríos, en marzo de 2008.
Con la mano en una hielera y un computador personal de Ríos, probó que lo había asesinado y empezó a cobrar una recompensa de 1,5 millones de dólares.
Pero Rojas no obtuvo un centavo y, por el contrario, fue condenado a 18 años de cárcel. De hecho, en 2019, luego de sumarse al proceso de desmovilización de las ex FARC, fue asesinado.
En el caso de Santrich, El Tiempo estableció que a las autoridades de Estados Unidos tampoco les convenció el meñique.
El no del Tío Sam
Incluso, ya emitieron una primera negativa para pagar la recompensa por el exguerrillero.
Para la justicia estadounidense, la única prueba de que alguien está muerto es el cadáver. Y el de Santrich se quedó enterrado en algún lugar de Venezuela.
Sin embargo, las gestiones ante la justicia de Estados Unidos continúan a través del grupo que hizo la “inteligencia dominante” del operativo.
Y como prueba de que el jefe de las disidencias murió está el hecho de que la Policía ya lo sacó del cartel de recompensas que ofrecen por los otros cabecillas de la Segunda Marquetalia.
También se anexaron una supuestas fotos del cadáver, pero tampoco convencieron a los agentes federales.
Oficialmente, voceros autorizados del Ejército le dijeron a El Tiempo que no han pagado un solo centavo de recompensa por la muerte de Santrich.
También se le consultó el caso a la Policía y el alto mando hizo saber que no tiene nada que ver con el tema.
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