A un año de haber sido elegido, el presidente de EE UU, Donald Trump, acumula numerosos enemigos y opositores de todo tipo y origen, a los que critica o insulta sin límite alguno, bajo riesgo de erosionar la función presidencial.
Sus blancos, a los que fundamentalmente ataca desde su cuenta de Twitter, van desde los medios de comunicación (a los que llama “Fake news” o “noticias falsas”), hasta los jugadores de fútbol americano.
Uno de los blancos principales del presidente republicano son los medios de comunicación tradicionales, en especial CNN y el New York Times, a los que acusa de cubrir su gestión de manera tendenciosa. “Wow, cuántos artículos ‘Fake news’ que hay hoy. Diga lo que yo diga, nunca dirán o escribirán la verdad. Los medios ‘Fake news’ ¡están fuera de control!”, tuiteó en octubre, y llegó a afirmar que los medios se habían convertido en “enemigos del pueblo estadounidense”.
Los periodistas son atacados por el multimillonario cuando algún comentario o artículo le disgusta.
De la presentadora de Msnbc, Mika Brzezinski, por ejemplo, dijo que estaba loca y que se “desangraba por un lifting”.
Donald Trump pasó su campaña presidencial lanzando mensajes personales contra su rival demócrata Hillary Clinton, a la que calificó de “crápula”. Una vez que llegó a la Casa Blanca, el estilo se mantuvo: “Hillary, la crápula critica a todo el mundo menos a sí misma y se niega a admitir que era una penosa candidata”, tuiteó en mayo.
Dos senadores de la propia familia política del presidente, los republicanos Bob Corker y Jeff Flake, se rebelaron contra Trump.
“Es peligroso para la democracia”, dijeron en octubre, levantando una ola de críticas. Al primero, representante del estado de Tennessee, lo llamó “peso pluma” e “incompetente”, y del segundo, legislador por Arizona, dijo que era «tóxico y débil sobre las fronteras y el crimen e insignificante en el Senado”.
Trump no se lleva muy bien con los famosos de Hollywood, que a menudo le son adversos. De la actriz Meryl Streep, ganadora de varios Oscar, dijo en enero que estaba «sobrevalorada».
La Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) es una de sus nuevas obsesiones. A muchos de sus jugadores los ha criticado por arrodillarse, mientras por los parlantes se escucha el Himno de Estaos Unidos, un gesto de protesta popularizado por el mariscal de campo de San Francisco, Colin Kaepernick.
La NFL debería echar a todo aquel “hijo de puta” que realice ese gesto, dijo.
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