Las crisis de Venezuela y Siria, que se han prolongado por varios años, han demandado del compromiso de la comunidad internacional para la atención humanitaria de sus ciudadanos migrantes y de la búsqueda de soluciones de ámbito político.
Ambos países tienen varios elementos en común. Pero, según un artículo publicado por Es Global, bajo las firmas de Christian Freres y Luisa Barrenechea, existe una principal diferencia: el contexto. En Siria comenzó la crisis hace casi 10 años, con protestas cívicas que fueron fuertemente reprimidas por el régimen de Bashar al Assad y que llevaron a una guerra civil a la que se sumaron varios factores, como grupos armados y Estados.
En Venezuela, en cambio, se le atribuye la aguda crisis al resultado de las políticas erróneas e ideologizadas implementadas por los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro con un punto de caída importante: la dramática baja de la caída de los precios del petróleo desde 2014 que llevaron a la degradación política, económica y social.
Tanto en el régimen chavista como en el sirio, hay altos índices de corrupción y también hay fuerzas de oposición internas, pero en Siria son armadas y en algunos casos cuentan con aliados externos, y en Venezuela son partidos políticos cada vez más cercados por Nicolás Maduro, agregó Es Global.
Busca de consensos
Ha habido esfuerzos en los dos casos de la comunidad internacional para buscar soluciones a los conflictos. Sin embargo, hasta los momentos en ninguno de los dos países han prosperado las mediaciones debido a que las partes involucradas no han logrado ponerse de acuerdo.
Ayuda humanitaria
Venezuela, de acuerdo con los datos del Fondo Monetario Internacional de 2019, se ubica en el puesto número 69 mundial en cuando al Producto Interno Bruto y Siria se ubica en el 70. Venezuela, por el ingreso per cápita petrolero, llegó a casi 16,000 dólares en 2014, mientras que Siria apenas alcanzó los 2,000 dólares.
El Panorama Humanitario Global 2020 refiere que, de no haber una situación política en el conflicto sirio, continuará con una crisis humanitaria de gran alcance. A Venezuela también lo incluyeron porque la situación política y económica se agrava: 7.000.000 de venezolanos necesitan ayuda internacional y 5 millones han huido de su país por la hiperinflación y contracción económica, la precariedad de los servicios básicos y la escasez de combustible.
Alimentación, salud y educación
El medio español precisó que Siria y Venezuela atraviesan por altos índices de inseguridad alimentaria. En 2019, el Programa Mundial de Alimentos estimaba que 2,3 millones los venezolanos sufre inseguridad alimentaria severa y 7 millones adicional tienen inseguridad alimentaria moderada. Más de 9 millones de personas en Siria tienen malnutrición y más de 2 millones están en riesgo de padecerla.
En América Latina, Venezuela es el país que necesita más ayuda alimentaria por la dificultad de sus ciudadanos para acceder a los alimentos, según el informe sobre Pronóstico de Cosechas y Situación Alimentaria de FAO de marzo de 2020.
Venezuela, además, ocupa en el puesto 176, de 195 en total, en el Índice de Salud Global de 2019, quedando como el peor valorado en el área en América Latina. Siria ocupa el puesto 188, el octavo peor situado del mundo.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia incida que debido a la crisis económica, en Venezuela 750.000 niños y adolescentes han salido del sistema escolar por la falta de recursos en el sector, el abandono de los docentes por los bajos salarios o las dificultades de transporte. En Siria, desde que se inició el conflicto, casi 3 millones de niños han abandonado los estudios y la tasa de asistencia que antes de la guerra superaba 90%, ahora en algunas regiones es de 6%.
Empleos precarios, falta de alojamiento y xenofobia
Los ciudadanos que se han visto obligados a abandonar sus países también se encuentran con otros riesgos: empleos precarios, falta de alojamiento y cobijo, problemas de protección, riesgo de ser objeto de tráfico y trata de seres humanos, dificultad de acceso a servicios básicos, entre otros.
Las olas de migrantes ponen a prueba la capacidad de acogida de los países vecinos de Siria y Venezuela y representan y desafío para la comunidad internacional.