Un directivo británico acusado el pasado año de asesinar a una mujer keniana en Nairobi logró demostrar su inocencia contratando a un detective privado, según explica él mismo en una entrevista divulgada por el diario «The Times».
Richard Alden, de 54 años de edad y ex directivo de la empresa vasca Euskaltel y ex consejero delegado de ONO, fue acusado formalmente el 4 de junio de 2016 de haber matado de un disparo en su propio domicilio a una mujer de 42 años de edad, a la que conocía su familia.
Los hechos ocurrieron cuando Alden se encontraba vaciando una vivienda que había alquilado con su esposa y tres hijos en las afueras de Nairobi y en la que habían residido durante tres años mientras trabajaba como directivo para la empresa Wannachi.
Al parecer, pidió ayuda a la víctima, Kinyanjui, una vecina de la zona a la que el matrimonio Alden conocía.
El día de la muerte de la mujer, el británico se encontraba en la vivienda con ella y con la señora de la limpieza y, según su versión, escuchó el sonido de un disparo desde su dormitorio, donde estaba gestionando documentos.
Alden se encontró a Kinyanjui tirada en el suelo, gravemente herida, a consecuencia de un único disparo de una pistola que el empresario guardaba en la caja fuerte.
Él mismo avisó al personal de seguridad, llamó a la policía y empleó una toalla para tratar de detener la hemorragia antes de trasladar a la víctima al hospital, donde posteriormente se la declaró muerta.
Esa misma tarde, el británico fue detenido y seis días después fue acusado de asesinato.
«Al principio, fue una caza de brujas pública. Yo iba a ser el cordero sacrificado. Alguien había muerto; hay un arma de fuego y la persona que supuestamente ha disparado es extranjero y no solo eso, sino que supuestamente es un extranjero muy adinerado», explicó el empresario en la entrevista con ese rotativo.
Alden dijo que su destino varió cuando decidió contratar los servicios de un exitoso investigador privado, Jeffrey Katz, quien pudo demostrar que la persona que disparó el arma fue la propia víctima.
El detective trabajó con el antiguo experto forense en armas de fuego de la Policía Metropolitana de Londres Geoffrey Arnold, que determinó que la bala disparada rebotó en el suelo y mató a la mujer de manera accidental.
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