Brasil, uno de los países del mundo más afectados por la pandemia, recibió este jueves el primer lote de la Coronavac, la vacuna contra el covid-19 desarrollada por el laboratorio chino Sinovac y cuyos estudios clínicos se encuentran ya en fase final.
Las primeras 120.000 dosis de la Coronavac, las cuales todavía no pueden comenzar a ser aplicadas, llegaron esta mañana a Sao Paulo, cuyo gobierno cerró con Sinovac un contrato para recibir un total de 46 millones de vacunas, equivalentes a toda la población de dicha región, la más afectada en el país por la pandemia.
El avión de carga de la aerolínea turca Turkish que transportó las vacunas y había salido el lunes de China aterrizó poco antes de las 8.00 horas (11.00 GMT) en el aeropuerto internacional de Guarulhos, que opera para la ciudad de Sao Paulo.
«Estamos aquí para recibir la carga que ayuda a salvar la vida de miles de brasileños«, declaró el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, quien junto a otras autoridades locales recibieron las vacunas en el aeropuerto y acompañaron el transporte de las mismas en un fuerte dispositivo de seguridad.
Además de la importación de dosis de la vacuna, el acuerdo del gobierno de Sao Paulo con el laboratorio chino también prevé la transferencia de la tecnología de la vacuna al Instituto Butantan, entidad pública que coordina con la firma asiática los ensayos clínicos en Brasil.
Los ensayos están siendo realizados en un total de 13.000 voluntarios en el país y, según los resultados publicados esta semana en la revista científica Lancet, la vacuna tiene capacidad de producir una respuesta inmune en el organismo 28 días después de su aplicación en 97% de los casos.
Si la vacuna alcanza los índices necesarios de eficacia y seguridad una vez concluidos los ensayos, el antígeno deberá ser sometido a evaluación de las autoridades sanitarias para registro y posterior uso en campañas de inmunización contra el coronavirus.
Disputa política
No obstante, el posible antídoto se ha convertido ya en el centro de una batalla política entre el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el gobernador Doria, que patrocina el experimento.
La cuerda entre ambos mandatarios se tensó todavía más la semana pasada, cuando Bolsonaro, líder de una negacionista ultraderecha, celebró el parón momentáneo de los ensayos tras la muerte de un voluntario por razones que no se relacionaban con la vacuna.
La decisión de la suspensión fue recibida casi con indignación por el Instituto Butantan y, tras un duro cruce de acusaciones, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa, regulador) autorizó retomar los ensayos y liberar la importación de 6 millones de dosis.
Igualmente, Doria y el ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, habían informado sobre la compra de las 46 millones de dosis, pero un día después el anuncio fue desautorizado por Bolsonaro, que mantiene una apuesta firme por la vacuna desarrollada por la universidad británica de Oxford.
Las 120.000 vacunas forman parte de ese lote de 6 millones de dosis listas para su aplicación cuando sea autorizada por la vigilancia sanitaria, mientras que las otras 40 millones terminarán de ser procesadas y envasadas en Brasil, como se tiene previsto por parte del gobierno de Sao Paulo.
Brasil se ha convertido en uno de los grandes centros de experimentación de vacunas en el mundo, tanto por la diversidad genética de su población y la capacidad de algunos de sus laboratorios, como por la intensidad de la pandemia en el país.
Con sus 210 millones de habitantes, Brasil suma ya casi 167.455 muertos y cerca de 6 millones de contagios, cifras que lo convierten en uno de los países más afectados del mundo en números absolutos junto con Estados Unidos e India.