Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), calificó como golpista, represor, dictatorial y asesino al gobierno del presidente Nicolás Maduro.
“Si quieren mandar preso a un ciudadano lo detienen y si lo quieren torturar lo hacen con impunidad, y si lo quieren asesinar, lo asesinan; es un régimen de terror”, denunció Almagro en un discurso dirigido a la Asamblea Nacional en una transmisión en la sesión ordinaria.
Aseguró que cualquier opositor puede ser encarcelado, inhabilitado, perseguido. No hay diálogo ni democracia: “Tienen las manos manchadas de sangre”, aseveró, al tiempo que criticó que armen bandas de civiles armados conocidos como colectivos para matar a civiles desarmados.
Hizo un llamado a desconocer las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que disolvieron temporalmente al Parlamento robándole sus competencias y anularon la inmunidad de los diputados, junto a la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente presentada por Maduro.
“Son acciones que no pueden ser ignoradas, que fueron un autogolpe, un intento ilegal de anular derechos sociales, económicos y políticos”, precisó Almagro. El TSJ no tiene legitimidad. El pueblo no tiene derechos”.
A lo largo de su discurso, Almagro insistió en que la solución para al conflicto de Venezuela pasa por la realización de elecciones generales inmediatas que cuenten con observación internacional y se adapten a estándares internacionales.
“La crisis no tiene precedentes y el pueblo debe tomar las riendas de su futuro”, expresó.
Abogó también por el cese de la represión, la liberación de presos políticos, la restitución de sus atribuciones al Parlamento y la apertura de un canal humanitario para atender la escasez de alimentos y medicinas.
Se rehusó a que se intente restituir el proceso de diálogo iniciado en noviembre de 2016, que calificó como un rotundo fracaso, y recomendó que las urnas funjan como árbitro para una solución definitiva.
También opinó sobre el proceso diplomático iniciado por Venezuela para salirse de la OEA y destacó que no representa el sentimiento popular: “Si esto fuera soberano, consultado con el pueblo, la gente seguiría los principios interamericanos, ni le darían la espalda a la OEA. No existe injerencia cuando el pueblo pide a sus gobernantes que no violen los compromisos que asumieron en la Constitución”.
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