
Con los años, es normal que el sueño se vuelva más ligero y fragmentado, con despertares nocturnos más frecuentes y una menor duración total. Factores como cambios en el ritmo biológico, el uso de medicamentos, menos actividad física y menor exposición a la luz solar pueden afectar aún más la calidad del descanso.
Para mejorar el sueño, la otorrinolaringóloga Carolina Oliva recomendó en El Mercurio mantener una rutina regular, evitar pantallas y comidas pesadas antes de dormir, hacer ejercicio y recibir luz natural durante el día. Sobre las siestas, advierte que pueden ser útiles si son cortas (20-30 minutos antes de las 3:00 pm), pero si se alargan demasiado pueden afectar el descanso nocturno. En épocas de calor, agrega que es clave mantener la habitación fresca y usar ropa liviana para dormir.
Es importante consultar a un especialista en sueño cuando los problemas persisten o afectan la calidad de vida, dice Hugo González, médico internista y geriatra, e instructor adjunto de la sección de Geriatría UC. Dependiendo del caso, puede ser recomendable acudir a un neurólogo o especialista en medicina del sueño para evaluar el problema, a un psiquiatra si los trastornos del sueño están relacionados con ansiedad o depresión, o a un cardiólogo o neumólogo si hay sospecha de apnea del sueño o trastornos respiratorios.
Algunas señales claves de problemas del sueño
1. Insomnio crónico (más de 3 semanas)
Si tiene dificultades para conciliar el sueño, mantenerlo o se despierta demasiado temprano al menos 3 noches por semana durante varias semanas, y esto interfiere con sus actividades diarias, es hora de buscar ayuda.
2. Cansancio excesivo durante el día
-Si se siente somnoliento o fatigado a pesar de haber dormido lo suficiente.
-Si le cuesta concentrarse o se queda dormido en momentos inapropiados (por ejemplo, viendo la televisión o leyendo).
3. Sospecha de apnea del sueño
-Ronquidos fuertes y pausas respiratorias durante el sueño.
-Despertares frecuentes con sensación de ahogo o boca seca.
-Dolores de cabeza matutinos o sensación de sueño no reparador.
4. Movimientos involuntarios durante la noche
-Síntomas de síndrome de piernas inquietas (sensación de hormigueo o necesidad urgente de mover las piernas al acostarse).
-Movimientos bruscos de las extremidades que interrumpen el sueño (trastorno de movimientos periódicos de las piernas).
5. Cambios de comportamiento nocturno o confusión
-Alucinaciones, episodios de confusión o agitación nocturna, especialmente en personas con deterioro cognitivo o enfermedad de Alzheimer.
-Parálisis del sueño o pesadillas frecuentes que causan miedo a dormir.
6. Depresión, ansiedad o estrés prolongado
– Si los problemas emocionales están contribuyendo al insomnio, puede ser necesario un enfoque combinado entre el especialista del sueño y un psicólogo o psiquiatra.
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