La concentración es centrar intensamente la atención en algo. Se trata de un proceso mental que facilita el aprendizaje, el razonamiento, la memoria y la abstracción, entre otras funciones cerebrales. Todas ellas son clave para el desarrollo personal, comenta el neurólogo Danilo Sánchez.
Sin embargo, no siempre es fácil enfocarse en una actividad, pensamiento u objeto, ya sea por efecto del estrés, problemas físicos (dolor) o condiciones particulares, como el déficit de atención o la depresión. Otros factores que obstaculizan la concentración son las distracciones alrededor.
La capacidad de concentración se altera ante déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, depresión, estrés y Alzheimer, que es la demencia senil más frecuente.
A medida en que se avanza en edad, se requiere más esfuerzo para tener mejor atención y concentración. Por ello, son importantes los ejercicios neurocognitivos, como los juegos de memoria.
«La concentración debe entrenarse desde la edad preescolar con tareas, reglas y normas de convivencia», afirma la psicóloga Cecilia Castro.
Recomendaciones
Para superar dificultades de concentración, existen estrategias sencillas que, al adaptarlas como hábitos, generan buenos resultados. Algunas de ellas son:
- Aprender a reconocer los factores externos (ruido, desorden, iluminación inadecuada) e internos (dificultad emocional, dolor físico) que impiden concentrarse y terminar la tarea emprendida.
- Intercalar los momentos de alta concentración con pausas para despejar la mente. Por ejemplo, salir a tomar aire fresco y estirar las piernas. Un estudio de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, demostró que visitar parques o jardines ayuda a descansar la mente porque se libera estrés.
- Planificar las actividades diarias. Se puede utilizar una agenda, una pizarra indeleble o alguna aplicación de programación en el teléfono móvil.
- Escribir a mano o asociar imágenes con conceptos facilita la concentración y el aprendizaje, pues consolida la memoria a corto y largo plazo, acota el neurólogo Sánchez.
- El descanso nocturno reparador (ocho horas) restaura la función cognitiva noche tras noche. Así, afirma Sánchez, el cerebro mejora su rendimiento en estado de vigilia, recordando y procesando mejor la información que recibe.
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