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El consumo de bebidas alcohólicas favorece a la deshidratación del organismo y sus compuestos de etanol generan una serie de efectos fisiológicos perjudiciales para la salud.

La deshidratación que se genera en el organismo incluye una disminución en los niveles de sodio, potasio, calcio y magnesio en el cuerpo. Estos componentes son vitales para el funcionamiento de los músculos y los nervios por lo cual se puede presentar jaqueca, náuseas y fatigas.

Entre los efectos de las bebidas alcohólicas en el organismo también están las consecuencias fisiológicas en el hígado, el intestino delgado, el cerebro, el estómago y la vejiga. En el hígado las enzimas del alcohol como el etanol y metanol se descomponen y generan malestar, pulsaciones de cabeza y resaca.

Al beber una pequeña cantidad de alcohol el líquido atraviesa la pared estomacal hacia el torrente sanguíneo y luego al cerebro y al intestino delgado.

En el intestino delgado, el líquido se absorbe más rápido, motivo por el cual se recomienda comer para que esto no ocurra.

Una vez en el cerebro, los neuropéptidos que controlan la sensibilidad al alcohol y el estado de ánimo entran en funcionamiento. La persona comenzará a sentirse más relajada y desinhibida.

De igual forma, el etanol en la bebida alcohólica actúa como un diurético y bloquea la hormona que ordena reabsorber el agua en la vejiga. Esto aumenta las ganas de orinar y la deshidratación.

Dadas estas consecuencias negativas se recomienda no consumir alcohol en una dosis mayor a 40 gramos en el caso de los hombres y 20 gramos en el caso de las mujeres.

En caso de sufrir los síntomas de la resaca se recomienda consumir mucha agua y tener una buena alimentación para contrarrestar los efectos causados.


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