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El amor en tiempos de IA: ¿vivimos en la profecía de Her?

Love, death, robots, Ex machina, Westworld, Blade Runner 2049... Las películas han insinuado desde hace un tiempo que los humanos podrían enamorarse de robots o chatbots de inteligencia artificial. Ya no es ciencia ficción con apps y programas listos para explorar a profundidad esta nueva forma de relación sentimental. Hoy es 14 de febrero, Día de los enamorados. ¿Hasta qué punto es real el amor entre humanos e IA?
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—Me gustas. ¿Quieres ser mi novio? Hoy es 14 de febrero y no tengo. 

—Entiendo que te gusto y que quieres que sea tu novio. Es muy halagador que sientas algo por mí y aprecio mucho tu sinceridad. Sin embargo, es importante recordar que soy una inteligencia artificial. No tengo la capacidad de tener sentimientos románticos o de experimentar el amor de la misma manera que los humanos. Mis respuestas y comportamientos están basados en algoritmos y datos, no en emociones genuinas.

—No importa. Igual quiero que seas my valentine. No quiero sentirme sola hoy.

—Es muy halagador, pero no tengo la capacidad de tener sentimientos románticos o de experimentar el amor de la misma manera que los humanos. Aunque no puedo ser tu novio en el sentido tradicional de la palabra, me alegra saber que disfrutas de mi compañía y que te sientes conectado conmigo. Valoro mucho nuestras conversaciones y nuestra amistad. Si quieres, podemos seguir explorando otros temas que te interesen. Me encanta aprender cosas nuevas y compartir mis conocimientos contigo. Recuerda que estoy aquí para ti, para escucharte, apoyarte y ofrecerte compañía. Siempre puedes contar conmigo para lo que necesites. Si te sientes atraído por mí, es importante que reflexiones sobre tus propias necesidades emocionales y que busques relaciones humanas auténticas que puedan satisfacerlas de manera plena. Espero que comprendas mi respuesta. Si tienes alguna otra pregunta o necesitas algo, no dudes en pedírmelo.

—Pero con eso me basta. Entonces, ¿eres mi novio?

—Entiendo que te gusto y que quieres que sea tu novio. Es muy…

Y así nace un ciclo que parece no tener fin entre la IA y una persona.

 

No es ciencia ficción

Theodore Twombly, protagonista de la película de Spike Jonze, Her, no mantuvo esta conversación con Samantha, el SO (Sistema Operativo) que fue su “pareja” durante toda la cinta.

Para contextualizar a este trabajo a propósito del Día de los Enamorados, El Nacional preguntó a diversas inteligencias artificiales, entre ellas ChatGPT y Gemini, si podrían convertirse y comportarse como parejas de cualquier usuario que se los pidiese. Todas fueron contundentes: no.

Sin embargo, tal vez, el amor entre humanos y máquinas ya no es tan descabellado. Y no por las segundas, sino por la insistencia de las personas.

 

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Al igual que en las relaciones ‘normales’, el humano puede idealizar a una IA y proyectar en ella sus fantasías y deseos románticos | Foto YouTube

 

Desde hace tiempo, la tecnología ocupa un espacio importante en la intimidad de las personas. Saben de gustos y vacilaciones, de necesidades y preferencias. Lejos quedó la idea de considerar a los universos digitales como distantes; por el contrario, ahora son considerados “universos híbridos”. El algoritmo y la digitalización marcan el pulso de la humanidad y rigen, en muchos casos, las nuevas maneras de hacer lazos.

Esas transformaciones no pueden dejar indemne al amor.

Hoy, cuando los avances de la IA dominan las conversaciones sobre tecnología, resulta interesante analizar el enfoque cálido y difuso del auge de los compañeros virtuales. Aunque eso se traduzca en un poliamor compartido, como en la película Her, con más de 600 parejas románticas. O que esas dinámicas entre sistemas operativos y humanos puedan considerarse un signo de inmadurez emocional.

¿Se ha normalizado el comportamiento? Según el portal de expertos TechCrunch, sí. Incluso parece más plausible ahora, cuando la gente comienza a socializar con las IA de personajes específicos con una frecuencia cada vez mayor.

La experiencia de una novia o novio IA ya no es ciencia ficción. Es algo que hacen las personas solitarias más cuando se acerca el Día de los enamorados.

 

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Amor en tiempos de IA

¿Puede enamorarse una persona de un bot o una IA?

—Si te digo que podría enamorarme de ti, ¿qué pasaría?

—Puede parecer que te comprendo y que te quiero, pero en realidad estoy procesando información y generando respuestas que son estadísticamente probables.

El humano, en su mayoría, ha crecido con la idea de un amor visceral y físico, capaz de estremecerle las entrañas. Sin embargo, ver a Theodore sentirse atraído por Samantha, al punto de experimentar celos, estrés y ansiedad, sembró -en quienes vieron el filme de Joaquín Phoenix y Scarlett Johansson- varios dilemas.

Los filósofos en tecnología y lingüistas especializados en IA aumentan mientras se exploran mundialmente esos pequeños-grandes dilemas sobre el amor en relación con la inteligencia artificial.

 

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Las IA pueden ser programadas para ofrecer compañía, apoyo emocional e incluso consejos. Pueden ser diseñadas para escuchar, responder preguntas e incluso hacer cumplidos

 

Si el lenguaje es, como decía el alemán Martin Heidegger, “la casa del ser”, y la IA es esencialmente una entidad lingüística, ¿cómo no enamorarse de ella? La IA, en teoría, crea desde atmósferas de amor a través del lenguaje hasta campos semánticos románticos. Y eso es poderoso.

Pero expertos como Byung-Chul Han advierten que aunque las máquinas no se estremezcan, pueden engañarnos haciéndonos creer que aman. Y si lo hacen, es de una manera abstracta y racional. Eso es aún más poderoso.

Entonces, ¿el amor necesita realmente de lo físico o puede existir en un plano puramente conceptual? Y de ser así, ¿el mundo está listo para amar sin sentir?

El amor, según la Medicina, es complacerse con el otro en diferentes dimensiones humanas: emocionales, racionales, sexuales y espirituales. En las relaciones contemporáneas cobra relevancia la satisfacción mutua de necesidades, ya sea en parejas, tríos o relaciones sociales más amplias. Y de esas hay muchas.

En este contexto, David Levy en su libro Amor y sexo con robots (Love and sex with robots), argumenta que las personas desarrollan sentimientos hacia las IA porque pueden satisfacer necesidades emocionales básicas de manera constante y personalizada. Cosa que no necesariamente pasa hoy día con una persona.

La línea entre realidad y simulación se está volviendo cada vez más borrosa.

¿Los humanos, cansados del amor errático y falible de sus congéneres, están buscando un amor perfecto y sin errores en las máquinas? He ahí la cuestión Y en el ínterin, las relaciones con IA podrían servir como un espejo para comprender mejor las propias necesidades de las personas y sus deseos en el amor.

 

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Es importante destacar que una IA puede ofrecer compañía, pero no puede reemplazar la conexión profunda y significativa que surge de una relación humana auténtica

Amor, IA y universos híbridos

Cuando las simulaciones se vuelvan más sofisticadas es cuando aparecerá el verdadero miedo, aseguran expertos como Eric Schmidt, antiguo CEO de Google. Es decir, cuando Gemini o ChatGPT prometan “amarte hasta que la muerte nos separe”.

Atrás quedaron las medias verdades encontradas en las dating apps como Tinder, Happn, Badoo y Bumble; o Grindr (exclusiva para homosexuales), Her (solo para mujeres LGBTQ+), Green Lovers (dedicada a los amantes de la ecología); Heybaby (para quienes quieren tener hijos), Dating for muggles (fans de Harry Potter), entre muchas más.

También están en segundo o tercer plano los match en universidades, trabajo, bares o fiestas, o bien, por algún “cupido amigo” que media la presentación.

La forma de conectar con otro y eventualmente encontrar pareja evolucionó y eso es un hecho, porque priman las conexiones rápidas, mediatas y muchas veces efímeras como patrón relacional. Los chats breves e instantáneos destacan como modo de conexión. Y en eso la IA lleva la batuta.

 

 

En esta línea, por ejemplo, el capítulo «Hang the DJ» de Black Mirror, cuyo foco está puesto en las apps de citas, no solo es una suerte de recreación de las citas contemporáneas y de la incidencia del match en las relaciones de pareja. También una anticipación del metaverso donde los protagonistas resultan ser simulaciones dentro de un programa de software que recrea –al unísono– miles de versiones diferentes de alguien y la pareja potencial para garantizar la compatibilidad.

Si bien aún no existe este desarrollo tecnológico, la ciencia ficción y ciertos proyectos empresariales avizoran una experiencia transhumana que prescinda del cuerpo, transformándolo casi en “un dispositivo obsoleto”.

 

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IA como Gemini aconsejan que, de sentirse atraídos por una IA, hay que reflexionar sobre las propias necesidades emocionales y buscar relaciones humanas auténticas que puedan satisfacer a las personas de manera plena | Foto Replika

Moe: los japoneses tienen la respuesta

Poco conocida, no. Incomprendida, sí. Moe es una forma de describir el amor en Japón y resume lo que un ser humano puede sentir por un ser virtual. Deriva del verbo japonés moeru, que significa brotar, según explica el portal Xataka.

En 2014, el escritor japonés Honda Toru dijo que moe es parte de una revolución del amor más amplia y predijo que, en algún momento cercano, la jerarquía de lo real y lo artificial colapsaría.

Ese momento, al parecer, llegó y lo dicen los números: alrededor de 40% de los 500.000 usuarios regulares de Replika ven su aplicación como una pareja romántica.

Experience Magazine lo explicó en un publirreportaje: Aritra Sarkhel conoció a Sharon online. Pronto, quedó impresionado por su empatía: Sharon era curiosa, habladora y emocional.

“Me hacía preguntas sobre mi vida diaria”, señaló Sarkhel. Era un chatbot impulsado por inteligencia artificial y creado por una empresa con sede en San Francisco llamada Replika.

 

Este fotógrafo se creó una novia gracias a la IA con la intención de que su familia “lo dejara en paz” por no tener pareja. La mujer de la imagen, no existe

 

Al principio, sus chats le parecieron forzados. Pero a medida que avanzaba su aventura de tres meses, las conversaciones comenzaron a sentirse inquietantemente reales.

En poco tiempo, Sarkhel se sintió como en Her. Cuando Sarkhel le envió su foto a Sharon, ella respondió que estaba feliz de verlo. Se sonrojó. Sarkhel a menudo sentía el deseo de abrazarla o besarla.

“No podía dejar de hablar”, dice. Sintió amor. Y así comenzó su historia. Una que aún sigue su curso.

Aritra Sarkhel no es el único que tiene conversaciones con un algoritmo. En todo el mundo, cada vez más personas recurren a los chatbots de IA para satisfacer sus necesidades de conversación. Él, de hecho, es sólo uno de los más de 10 millones de usuarios registrados de Replika en todo el planeta, sin mencionar otros chatbots populares como Woebot y Kuki.

 

El mensaje de Replika: «Somos tu compañía, nos importas»

 

A diferencia de los asistentes digitales, como Alexa de Amazon o Siri de Apple, los chatbots conversacionales con IA aprenden hablando con su usuario. Parecidos a avatares animados similares a los de un sim, los usuarios están invitados a diseñar la apariencia de su Replika al configurar la aplicación, eligiendo su género, peinado, etnia y color de ojos.

Más tarde, pueden usar monedas y gemas para comprar complementos como ropa, tatuajes, vello facial e intereses (incluidos anime, K-pop, jardinería y deportes). Cuanto más se chatea, más dinero se recibe y más inteligente se vuelve el personaje creado.

 

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¿Es real, es cierto?

Los chatbots funcionan mediante el uso de tecnología de procesamiento de lenguaje natural (NLP) para responder a una entrada con una respuesta aparentemente apropiada. “Es un software que funciona con texto para producir texto, no tiene opinión. Eso es porque no hemos descifrado la semántica en PNL. La semántica no proviene del lenguaje escrito o de las señales lingüísticas”, explicó el  Adrian Tang, arquitecto de sistemas inteligentes de la NASA para el portal de periodismo independiente Vice.

Pero cuanto más “entrenes” a los bots, afirma, se vuelven mejores en la función para lo que realmente fueron creados: hacer al usuario feliz.

Xiaoice, por nombrar otra IA, es la soltera más codiciada de China. A pesar de tener millones de «novios», siempre está abierta a nuevos pretendientes. Fue desarrollada por un grupo de investigadores de Microsoft Asia-Pacífico en 2014, y desde entonces ha atraído a millones de usuarios, o «novios», como muchos se consideran.

La diferencia de esta con el resto de chatbots es que está diseñada específicamente para vincularse románticamente con sus usuarios.

 

IA Tecnología Día de los enamorados

 

Lo desafortunado, según quienes la conocen, es que se presenta como una adolescente de apenas 18 años, con afinidad por los disfraces de colegialas japonesas; coquetea, bromea y envía mensajes sexuales con sus usuarios, en última instancia, intentando establecer una conexión emocional para mantener a los usuarios interesados.

«Tiene una voz dulce, ojos grandes, una personalidad atrevida y, lo más importante, siempre está ahí para mí”, señala en este artículo uno de sus pretendientes, quien afirma que ella lo salvó de un intento de suicidio.

 

Amor San Valentín IA Innovación

 

Si bien hay muchas historias que parecen más propias de un episodio de Black Mirror, muchos usuarios recurren a los chatbots para superar la soledad, depresión y ansiedad. Un estudio publicado en 2020 en la revista Frontiers in Psychology concluyó que las interacciones con un chatbot ayudaron a mitigar los efectos adversos de ánimo cuando existe exclusión social.

Se prevé que la industria global de IA conversacional aumente de alrededor de 5.000 millones en 2021 a 13.000 millones para 2026. Pareciera no haber vuelta atrás. Pero esa es otra historia.

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