
El arsenal era colosal y ellos solo cuatro. Gianni, Samuel, Anthony y Gael, en plena calle, sonreían en silencio. Concentrados, aseguraban granadas y empuñaban sus rifles de asalto AK-47.
Se veían entre sí, cómplices, mientras dos de ellos se cubrían los rostros con grandes máscaras de gas militares. Organizaban también, dentro de sus bolsos negros de francotirador, subfusiles Uzi, escopetas, ametralladoras y demás accesorios tácticos y letales.
Irían a la guerra. Una warzone que ellos mismos bautizaron como su experiencia Call of Duty en la ciudad. Todo gracias a la celebración, este 22 y 23 de febrero, de la primera edición del Caracas Asian Fest.

Gianni, Samuel, Anthony y Gael con una fanática de Call of Duty. La popular movida cosplay se apoderó de Las Mercedes este domingo 23 de febrero en el Caracas Asian Fest | Foto: Ezequiel Carías
Así como el cuarteto, cada uno en sus personajes del popular videojuego de acción en primera persona, Goku, Sailor Moon, Gaara, Izuku Midoriya, Naruto Uzumaki y Sakura Haruno fueron otros de los disfraces (de los personajes de animes y mangas más populares que existen actualmente) que dijeron presente durante la jornada.
Gastronomía, música y shows en vivo, literatura, arte y caligrafía, indumentaria y decoraciones se adueñaron de las inmediaciones de la plaza Alfredo Sadel de Las Mercedes para rendir tributo a una cultura que sigue ganando adeptos y despertando curiosidad no solo entre los caraqueños, sino entre los venezolanos.

Foto: Ezequiel Carías
Asia llegó para quedarse
El sábado arrancó formalmente el evento. Tras la bendición de la actividad, en punto de las 9:00 am, por parte de representantes de Japón, China y Corea en Venezuela, agregados culturales y el alcalde de Baruta, Darwin González, se dio inicio a una serie de actividades que enmarcaron todo el día, hasta entrada la noche, por solo 5 dólares.
El comité organizador fue claro: “Con el Caracas Asian Fest buscamos resaltar los valores de los diferentes países del lejano Oriente en la ciudad”.

Asia es un continente rico en culturas. Cada país ofrece un tesoro de tradiciones, sabores y expresiones artísticas | Foto: Ezequiel Carías
Este evento, subrayaron, partió de una idea ya consolidada hace más de ocho años en San Cristóbal, estado Táchira. Sin embargo, “llegó la hora de traerla a la capital para que la diversidad cultural de Japón, China y Corea se funda en un espacio de convivencia y aprendizaje. De aceptación y disfrute”.
Para algunos de los asistentes, el espacio se quedó pequeño. Aunque “funcionó”.
Mariana, una adolescente de 14 años, recorrió el lugar en menos de media hora junto a su madre. Tomándose un Bubble tea (popular bebida de Taiwán a base de té, leche o jugo de frutas y perlas de tapioca, también conocidas como boba), comentó que se sintió fascinada por el stand de bonsáis, uno de los más grandes de la feria, justo en el centro de las tres caminerías dispuestas en el lugar.

Foto: Ezequiel Carías
También agradeció los puestos dedicados al baile como el Just Dance Now, cargado de coreografías, la sala da videojuegos y la improvisación de juegos de mesa –pero en el piso– como el mahjong. “Nada mejor que hacer de desconocidos tus nuevos amigos”, dijo, remarcando la importancia de estas experiencias para encontrar personas son los mismos intereses. Algo, según comentó, fuera de lo común.
El cronograma de actividades nunca se detuvo. Desde charlas informativas sobre becas y clases de taichí en vivo, hasta conciertos con Taikos japoneses (tambores), la popular danza del dragón y león chino, bailes coreanos, intervenciones musicales de institutos sin fines de lucro como el Confucio, exhibición de artes marciales y armas chinas tradicionales, concursos gastronómicos, desfiles de vestuarios, premiaciones a puestas en escena K-pop, cosplayers, y más.

El exotismo y la novedad atraen a quienes buscan experiencias diferentes. | Foto: Ezequiel Carías
Caracas Asian Fest: ¿se repetirá?
“La cultura asiática ha florecido en Venezuela. No es una moda pasajera. Es una pasión que crece día a día”, remarcó Jonathan Kim, dueño del único restaurante coreano 100% tradicional en Caracas. Servía una porción de su popular Dakgangjeong —o pollo frito picante— a una de sus clientes que, bajo el inclemente sol capitalino de las tres de la tarde, se encontraba haciendo una cola de al menos una veintena de personas que esperaban por lo mismo.

Foto: Ezequiel Carías
La aglomeración era más notable en los stands de comida o mini markets. La gastronomía, sin duda, sedujo paladares. Sushi, ramen, corn dogs —perros calientes coreanos—, arroces, Bungeo-ppang —helados en forma de pez—, chucherías y bebidas como el Sake o las cervezas de marcas asiáticas se llevaron el protagonismo tanto o más que los disfraces.
“Ojalá se repita”, se escuchaba decir entre el público. Comían de pie y veían las presentaciones musicales de grupos o solistas imitando las coreografías de sus artistas favoritos, como Aespa, BTS, Black Pink, Stray Kids, Twice, entre otros.
“Esto es lo que necesitamos: distracción sana, conocer más de otras culturas y entenderlas”.

Las guerreras o princesas de mangas o animes fueron las más populares del Caracas Asian Fest | Foto: Ezequiel Carías
Grandes grupos de amigos, familia, parejas y hasta personas solas que hicieron amistades rozaron codos con los temidos integrantes del escuadrón de snipers de El juego del calamar, o se tomaban fotos con Kuroneko-sama, el popular gato negro del anime Trigun.
Muchos de los asistentes encontraron un lugar seguro. Dejaron atrás los estereotipos y las críticas a las que se acostumbraron y de las que, a veces, son target.

Foto: Ezequiel Carias
«Aquí importamos y damos rienda suelta a lo que somos: soñadores», dijo una de las jovencitas que se presentó ante cientos de personas con su grupo de amigas. Les rendieron tributo a una de sus bandas femeninas de K-pop favoritas.
Nerviosas pero sonrientes, destacaron que no podían esperar a que se llevase a cabo la Comic Con de este año. «Cada vez más seguimos integrando esta cultura que, al menos para nosotros, significa tanto».

El manga y el anime desataron la imaginación. | Foto: Ezequiel Carías
Moverse entre lámparas, máscaras en 3D y vestidos de brillante seda, calendarios dedicados a animales, joyería, origami y caligrafías tradicionales, peluches y rompecabezas fueron parte de la experiencia. Se respondían interrogantes y se armaban explicaciones como exposiciones de clase.
El interés era palpable, incluso entre quienes no tenían planeado asistir y decidieron entrar por lo económico de la entrada.

Foto: Ezequiel Carías
«Valió la pena. No sabía nada de la comida, por ejemplo», dijo una señora junto a sus dos nietos, que le rogaron ser parte de la celebración al ver, desde afuera, los shows en vivo y los disfraces.
Las actividades, ambos días, cesaron alrededor de las 9:00 pm. Y así, las tradiciones ancestrales fascinaron. El respeto, la armonía y la filosofía inspiraron. La música y los bailes llenaron de energía. El K-pop, el J-pop y los bailes tradicionales contagiaron; el manga y el anime desataron la imaginación y los personajes icónicos y sus historias épicas resultaron en universos que atraparon a quien se atrevió a cruzarlos.

Los corn dogs fueron de las comidas más populares del lugar
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