El sol es una fuente natural de esa vitamina D tan importante para el cuerpo. De eso no hay duda. Sin embargo, cuando se toma en exceso o de manera inadecuada, puede ser perjudicial para la piel.
El dermatólogo Luis Ortiz Espinosa explica que el cuidado contra los daños que puede ocasionar la exposición al sol es uno de los pilares de la rutina diaria para mantener la piel sana. El cáncer de piel, el envejecimiento prematuro, las manchas y la exacerbación de condiciones como el acné son algunos de los peligros que están relacionados con esta práctica.
Para evitar daños a largo plazo es recomendable que sigas estos cinco consejos.
1. Conoce al enemigo.
La energía solar que llega a la superficie de la tierra viene a través de rayos ultravioleta UVA y UVB.
Los rayos UVA se consideran de longitud de onda larga y llegan a niveles profundos de la dermis. Son los responsables de la pigmentación inmediata de la piel y del bronceado que causan el envejecimiento porque destruyen el colágeno que crea elasticidad en la piel, señala el Instituto Nacional del Cáncer a través de su página en internet www.cancer.org.
Mientras que los rayos UVB, de longitud de onda media, poseen mayor energía, pero su penetración en la piel es menor. Los efectos de este tipo de rayo son acumulativos y son responsables de las quemaduras, del incremento del grosor de la piel y también del cáncer de piel.
2. Utiliza un filtro solar siempre.
No importa si tu plan es disfrutar el día en la playa, limpiar el patio o hacer diligencias moviéndote de un lado a otro en tu auto, este producto es indispensable.
Invierte lo que sea necesario en un protector solar para el cuerpo y otro para el rostro que no tape el poro. Lo recomendable es usar filtro con factor de protección de 30 o más. Escoge un protector solar con óxido de zinc o dióxido de titanio, estos productos tienden a ser más visibles en la piel lo que permitirá notar las áreas que no están cubiertas.
En caso de que vayas a participar en actividades al aire libre, usa filtro solo reaplícalo cada 90 minutos.
3. No olvides ningún área.
Es común aplicar el protector solar en los brazos, piernas, espalda y rostro, pero hay otras áreas comúnmente olvidadas que terminan sufriendo. Estas son las orejas, los labios, el cuello, el escote, las manos, los pies y hasta el cuero cabelludo. Lleva el producto hasta esas áreas y si no alcanzas, pide ayuda.
Además, puedes utilizar otras formas de protección como son las gorras, sombreros, pañuelos, prendas de vestir con SPF (factor de protección solar, en inglés), gafas y hasta sombrillas. Si lo que buscas es disfrutar al aire libre sin quemarte la piel, también puedes acudir a maquillaje o cremas para el cuerpo que ofrecen ese efecto sin crear daños a corto o largo plazo.
4. Aléjate del sol a ciertas horas.
Los expertos enfatizan que se debe evitar la exposición directa al sol entre las 10:00 am y las 4:00 pm pues es en ese período cuando los rayos ultravioletas atacan más fuertemente.
5. Si no te cuidaste a tiempo, busca la manera de remediar.
Si se te pasó la mano en la exposición al sol y ahora tu piel está muy quemada, evita exfoliarla y opta por humectarla en la mañana y en la noche, recomienda la esteticista Caty González. Puedes utilizar cremas que contengan vitamina E, colágeno, elastina y sábila.