La casa está quieta.

Las cosas temen a sus habitantes.

Un cuadro pernocta sobre otro cuadro.

Una foto se lanza al precipicio.

La noche es breve.

Los visitantes son breves.

Los peces navegan indiferentes.

Soy el único que vive.

La ensoñación se roba la idea.

Queda la costumbre de la angustia.

Buscar otro sueño.

Otro destino.

La casa está quieta.

Ya no danza con sus invitados.

La casa se resiste a sus habitantes.

**

Me quedo mirando la palabra,

la ruina que originó mi primer verso,

solo cosas diciéndose por siempre y nunca más,

no habrá más talento surgiendo en los escombros,

solo letras de otros anuncian el desastre.

**

Saga de la familia

En todas las casas

siempre habitará una poeta

con una hermana (que no es poeta)

que le dirá

que escriba una biografía

sobre su familia.

En todas las casas

habitará una poeta

–loca además–

como aquellas que sostienen

a duras penas

sus propias biografías desdeñables:

Ellas avizoran pasados autistas

mujeres que dicen palabras soeces

dan rumbos a medianoche.

En todas las casas

habitará un primo lejano

–que vive en otro país–

y que busca (en inglés)

la génesis de la familia.

Conoció, hace años,

a esta pariente esquizoide

(tan callada, tan lejana —dijo—)

(«So quiet, so withdraw»).

No la reconoció en su última foto

(«lucía tan diferente»)

(«She looked so different,

so atractive, so outloked»).

En todas las casas

habitará una hermana poeta

–loca además–

que busca su propia desdeñable

génesis

(aquella que ya conocemos).

En todas las casas

habitará una hermana

que le pedirá a su hermana poeta

que escriba la historia

de la familia.

Esta poeta (loca de la casa)

pasará a formar parte de esta saga

el día en que deje el teléfono desconectado

en el filo de la madrugada.

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Obra completa

Martha Kornblith

Caracas, 2016

Editorial Eclepsidra

Con textos de Carmen Verde Arocha, Gina Saraceni, Rafael Arráiz Lucca y Miriam Kornblith


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