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Yucef Merhi: Atari y videojuegos para exponer la tragedia venezolana

Por EFE
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Cartuchos de Atari vueltos a programar, correos «hackeados» a la policía nacional e instalaciones digitales con miles de poemas son algunas de las obras de Yucef Merhi, que desde la poco definida frontera del arte y la tecnología apela a los «emojis» de excrementos para graficar la tragedia de la Venezuela de Nicolás Maduro.

«Creemos que los políticos son estúpidos, pero en realidad juegan a ser estúpidos. Son exacerbádamente astutos», dijo en una entrevista con Efe el artista venezolano delante de la obra Artificial Stupidity, una de las quince que formarán parte de la exposición Open que se inaugurará el próximo 2 de septiembre en la Galería Bonnie de Miami.

Yucef Merhi

En dicha instalación, una pantalla interactiva muestra a un hambriento Nicolás Maduro que se mueve y come banderas venezolanas para luego defecar. El visitante tratará de «matar» a Maduro en vano: cada vez que apriete sobre su imagen el ciclo se repite desde el inicio.

«Para mí esto es lo que ha sucedido con Venezuela en estos años, en los que Maduro vuelve y vuelve y vuelve, de la misma manera que (el fallecido presidente Hugo) Chávez volvía y volvía. Y es que al final el comunismo es un virus», manifestó el artista, recientemente admitido en el prestigioso MIT Open Documentary Lab.

La poesía como acto de trasgresión

Este artista y codificador incluirá en su exposición un fragmento de Soulless Security, una instalación a gran escala expuesta en 2017 en una pared de Caracas en la que figuraban los nombres y números de identidad de unos 50.000 agentes de la Policía Bolivariana.

La pieza, que trabajó con base en un sistema de «ordenamiento espacial» a partir de protocolos de datos en internet que el propio artista creo en 1998, llamada Datagram, es una de las que integra esta exposición panorámica de 30 años de carrera, donde el lenguaje y la poesía tienen un rol primordial.

«La poesía es siempre transgresión», dice Merhi.

En la galería del barrio de Allapattah exhibirá también la pieza The Poetic Clock 2.0, una máquina «que transforma el tiempo en poesía», como dice. Más de 86.400 versos de su autoría, escritos durante sus años de adolescencia, cambian cada segundo, minuto y hora, en un ciclo que se repite cada 24 horas.

Las cinco series de trabajos que expondrá el venezolano reflejan que en el conjunto de su obra el lenguaje es el elemento unificador, si bien usa como soportes pantallas, incluidas de antiguos televisores o computadoras, para abordar asuntos como la política o la historia.

«Al final, lo seres humanos somos seres que estamos programados, de una forma muy similar a como es programada una máquina. Sobre el lenguaje tenemos una cultura», manifestó Merhi, cuyo trabajo se ha expuesto en The New Museum de Nueva York, el LACMA de Los Ángeles y galerías europeas.

Expandir la conciencia

Con el título de Open, Merhi reflexiona sobre lo que ha supuesto el encierro a causa de la pandemia del coronavirus, que para él supuso prácticamente no salir durante más de un año, pero más allá de las «connotaciones víricas» se pregunta cuan dispuestos están los seres humanos a abrirse «emocionalmente».

«Esa apertura es fundamental como seres humanos para que podamos evolucionar, expandir la conciencia», señaló el artista que ya forma parte del MIT Open Documentary Lab, del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) para creadores de varios ámbitos.

Yucef Merhi

Para un creador definido como «un hacker extraordinario que tenazmente desafía las fronteras y los límites del arte y la tecnología», como lo calificó el profesor William Uricchio, fundador e investigador principal del MIT Open Documentary Lab, utilizar y romper los códigos de las antiguas consolas de Atari no resulta extraño.

Precisamente, ese es el soporte de Compassion, la instalación más grande que expone en Miami y que consiste en cinco televisores reutilizados de cajas transparentes conectados a igual número de consolas de Atari que Merhi programó para emitir el mensaje «Compassion is the Divine Compass» («La compasión es el Compás Divino»).

Creada en 2020, en plena pandemia del coronavirus, la instalación tiene sus orígenes en un viaje que hizo años atrás a una zona rural en la que tuvo como únicos vecinos a un rebaño de vacas, animales de los que descubrió que «tienen alma» y, como todos los otros seres vivos, un propósito. Desde ese día no come carne.

«La compasión es la puerta a otro estado de conciencia», aseveró.

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