Apóyanos

Vasili Grossman

La inquina de la burocracia contra el más grande novelista de la etapa soviética. Serie “Hechos y personajes de la revolución rusa en su centenario (7 de noviembre de 1917 - 2017)”. Parte XXXV

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No fue recluido en los sótanos de la Lubianka, no fue confinado a Siberia, no lo fusilaron. Pero Stalin y sus serviles corifeos censuraron sus creaciones literarias e hicieron lo imposible por impedir que se editaran en vida del escritor sus mejores obras.

De familia judía, Vasili Grossman nació en 1905 en Berdichev, ciudad de Ucrania, azotada por el antisemitismo imperial, la hambruna bajo el gobierno soviético y la aniquilación bajo la ocupación alemana. Su primera esposa fue detenida durante la purga de los años 30, y su madre murió en 1941 durante una razzia del ejército nazi. Estudió en la Universidad de Moscú y allí se licenció como ingeniero químico en 1929. Aunque trabajó en fábricas de jabón y de lápices, su inclinación por las letras lo condujo a una temprana fama. Pero, temprana fue también la ojeriza hacia sus escritos. De él escribió Iliá Ehrenburg:

“La estrella con la que nació Vasili Grossman fue la estrella de la desgracia. Me contaron que Stalin borró su novela El pueblo es inmortal de la lista de las obras presentadas a un premio. No sé si es cierto o no, pero Stalin, al igual que no apreciaba a Platónov, no debía de tener en gran estima a Grossman: por su amor a Lenin, por su auténtico internacionalismo y por su aspiración no solo a describir sino a interpretar las diferentes parábolas de la vida… A finales de verano de 1942 Grossman se encontraba en Stalingrado. Desde allí escribió una serie de ensayos que me parecen los más convincentes y claros de todos los que se publicaron durante la guerra. La primera parte de la novela Por una causa justa se publicó en 1952, y en febrero de 1953 apareció en Pravda un artículo de un escritor que me recordó no tanto la crítica de una novela como un veredicto acusatorio. En la redacción me decían que Stalin había leído fragmentos de la novela y que estaba escandalizado… En 1946 Grossman publicó una novela escrita antes de la guerra, Si tuviéramos que creer a los pitagóricos. Un crítico publicó enseguida un artículo titulado ‘Una obra nociva’. Despotricar contra Grossman era una lotería con premio para todos los participantes”.

Ganó una gran popularidad gracias a sus reportajes desde el frente de batalla en el sitio de Stalingrado, y hasta Berlín, como corresponsal del diario del Ejército Krásnaia Zvezdá (Estrella Roja). Se dice que sus crónicas eran leídas y releídas con gusto por los soldados durante el sitio de la ciudad del Volga, tanto que sus páginas quedaban ajadas y despedazadas al pasar de mano en mano, porque los soldados sabían quién era el autor, ese corresponsal que veían a menudo deslizarse rampante y esconderse bajo el silbido de las balas.

Entre 1943 y 1944, trabajó con Ehrenburg en la recolección de documentos sobre el asesinato masivo de judíos en territorio soviético ocupado por los nazis, bajo el título de El libro negro. Algunos fragmentos se publicaron en la revista Znamya. En Rumania publicaron la traducción de la primera parte. Pero a fines de 1948, cuando clausuraron el Comité Judío Antifascista, desarmaron la composición del libro, y confiscaron sus galeradas y todo el manuscrito, por órdenes de Stalin.

También tenía años escribiendo la que va a ser su obra monumental, Vida y destino. Muerto Stalin en 1953, termina el libro y lo envía a la redacción de la revista Znamya (La Bandera). Sus editores, como buenos burócratas, consultan al partido. La respuesta es brutal: una brigada de la KGB va al apartamento de Grossman, lo registra de cabo a rabo y decomisa los manuscritos del libro, varias copias en papel carbón, copias mecanografiadas, cuadernos de notas, e incluso las cintas de la máquina de escribir.

Confiado en que gobierna Nikita Jrushchov, que es la época del llamado deshielo y que se ha permitido la publicación del libro de Aleksandr Solzhenitsyn, Un día en la vida de Iván Denísovich, le escribe a Nikita, y le pide que devuelva la libertad a su libro, que le permita discutir con los editores y no con los agentes de la KGB. “¿Qué sentido tiene que yo sea físicamente libre cuando el libro al que he dedicado mi vida es arrestado? No renuncio a él. Pido libertad para mi libro”, agrega.

Es Mijaíl Súslov, el durísimo responsable ideológico del Buró Político quien lo cita. Súslov le explica que su novela es hostil al pueblo soviético; su publicación perjudicaría no solo al pueblo y al Estado, sino a todos los que luchan en el mundo por el comunismo. La novela beneficiaría al enemigo. Se están restableciendo las normas de la democracia fijadas por Lenin. Pero esas normas no son las de la burguesía. De publicarse ahora, su libro haría más daño a la Unión Soviética que el Doctor Zhivago de Pasternak. Puede ser que dentro de 200 años pueda entonces publicarse.

Aleccionado por los antecedentes de la censura, Grossman pudo salvar copias de su libro. Una fue guardada por su amigo el poeta disidente Semyon Lipkin, quien se la entregó al también disidente y futuro Premio Nobel de Física Andrei Sajarov, quien la microfilmó y logró por medio de otro disidente, Vladímir Voinóvich, enviarla a Suiza, donde fue publicada por primera vez en 1980, catorce años después de la muerte de Grossman.

Cuando Mijaíl Gorbachov inició su política de glásnost, la novela fue finalmente publicada, pero incompleta, en territorio ruso en 1988 en la revista Oktyabr y en forma de libro.

Pasaron, sin embargo, otros años más, para que se pudiera conocer la versión completa de la obra. Esa versión completa la había confiado Grossman a Ekatarina Vasilevna Zabolotskaya, viuda del poeta Nikolai Zabolotski (1903-1958). Ella guardó cuidadosamente la obra y la entregó en marzo de 1992 a John Garrard, catedrático de la Universidad de Arizona. Garrard publicó la obra y la tradujo también al inglés.

Las frustraciones de Vasili Grossman no terminaron con los azares de Vida y destino. Ya enfermo de cáncer de estómago y habiéndosele extirpado un riñón, terminó otra obra suya, Todo fluye, que tampoco pudo ver publicada, puesto que murió en 1964. Allí escribe las siguientes líneas, cual retrato verídico, de Vladimir Lenin:

“En la discusión, Lenin no buscaba la verdad sino la victoria. Tenía que ganar a toda costa y para conseguirlo, muchos medios eran buenos: la zancadilla inesperada, la bofetada simbólica, atizar un mamporro en la cabeza… Todas sus capacidades, su voluntad, su pasión estaban subordinadas a un solo objetivo: hacerse con el poder”.

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Bibliografía consultada

Vasili Grossman. Vida y destino. Madrid: Galaxia Gutenberg / Círculos de Lectores, 2007.

Vasili Grossman. Todo fluye. Colombia: Galaxia Gutenberg / Debolsillo, 2010.

Iliá Ehrenburg. Gente, años, vida. Madrid: El Acantilado, 2014.

John y Carol Garrard. La vida y el destino de Vasili Grossman. Madrid: Ediciones Encuentro, 2010.

Luis Miguel Arroyo Arrayás Universidad de Huelva, España. “Por qué un libro puede conmover hasta lo más hondo al lector es asunto de difícil, por no decir imposible, respuesta. Pero eso es justamente lo que sucede cuando el lector se sumerge en las páginas de Vida y destino, la extraordinaria novela de Vasili Grossman, que con justicia ha sido llamada la Guerra y paz del siglo XX”. Internet.

Alexandra Gúseva, en Rusia. Hoy, 5 de agosto de 2013: “El Servicio Federal de Seguridad ha trasladado el manuscrito completo de la novela Vida y destino de Vasili Grossman que se encontraba anteriormente en acceso cerrado, al Archivo Estatal Ruso de Literatura y Arte”. 

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