Decimos: escribir sobre un tema, escribir acerca de un tema, escribir de algo; también escribir a favor y en contra de algo o alguien; escribir bajo cierta luz, y con la herramienta de nuestra elección, y a nuestros corresponsales. Sobre, acerca, de, a favor, en contra, bajo, con: ¿existe una lógica en este conjunto de preposiciones, o una lógica en el conjunto de las que faltan, como alrededor, en, hacia, dentro, fuera? ¿Sería posible, y cómo sería escribir alrededor, o dentro, o hacia: escribir alrededor de la política, escribir dentro del preparado de compost, escribir hacia el amor, escribir en la ficción, escribir adentro del génesis del universo, escribir fuera de un amigo? (¿Hay incluso otra lógica o coherencia en el conjunto de preposiciones que todavía no se me han ocurrido?). Escribir alrededor de un tema o una persona parece una posibilidad prometedora. El tema o el sujeto referido jugarían un rol como la letra “e” en La Disparition: no aparece nunca y al mismo tiempo se presenta como objeto de nuestra constante atención, saltándonos a la vista con más fuerza justamente por no ser nunca nombrada. Escribir dentro de puede que necesite la participación en el momento de hacerlo: en el caso del compost, acá estoy con las rodillas hundidas en abono. (Toda la escritura vendría a ser un acto de escribir dentro de la acción de escribir). Escribir hacia: descubrimiento, curiosidad agresiva, escribir en: contra, o en dirección a, o en una cercanía casual. Y escribir adentro; dentro del génesis del universo: ¿dónde más podría uno estar? Todo es tan fácil entonces. (Olvidémonos de la fe). Y escribir afuera; fuera de un contexto más grande que el tema, de forma que finalmente podamos ver el todo, como si viviésemos solo cinco minutos más de vida, o cinco segundos.

Wainscott, 21/7/83

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Cualquier cosa que escriba cuenta mi historia sin que yo me dé cuenta. Lo que estoy seguro de estar diciendo aunque pertenezca a mi historia, no es la historia que en realidad estoy contando. Lo que en realidad estoy contando “no es eso”, no, tampoco eso. Sea lo que sea que cuente estará más allá (quizás solo más allá) de lo que afirme estar diciendo, así que no importa mucho lo que esté diciendo siempre y cuando siga hablando conmigo mismo reescribiendo). Es decir, no importa mucho en sí lo que se diga. Lo que digo importa por su poder de darme acceso a las cosas que ignoro que sé sobre mí mismo: las cosas dichas en mi verdadera historia. Por lo tanto, los temas inventados, a veces, pueden revelar más que algunos recuerdos. El mayor logro sería inventar mi vida por completo de forma que se correspondiera con lo que “objetivamente” pasó en mí: como Pierre Menard reinventando El Quijote sin copiarlo. De ser así, como en el caso de Menard, los “hechos” reinventados diferirían completamente de la experiencia mundana, habitual, que tuviera de ellos. Mi vida se volvería un sueño o, quizás, dos sueños: mi vida recordada y mi vida inventada. Obviamente eso es lo que pasa de todas maneras. Cuando leo hoy lo que escribí sobre la retama ayer y antes de ayer, veo que la retama “real” ha desaparecido, y con ella el equipo que la cortó – hasta hacerla desparecer. ¿Qué diferencia tiene esto con el que yo haya inventado la existencia de hierbas junto a la calle y después, al salir, las haya visto? ¿Hay alguna “cosa” de la que otra cosa difiera?

Nueva York, 8/11/83

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Primera nevada: la vi caer y acumularse sin sorpresa. Me sentí decepcionado pero no abatido. La nieve como nieve, o lo que pasa en esta estación. Lo que debo haber extrañado es el asombro ante el mundo transformándose, un asombro incitado por el silencio con el que cae, y la quietud con la que yace. Me pregunté, inevitablemente: ¿me estoy volviendo viejo? Ahora me parece que solamente perdí una ilusión afortunada que ya no me interesa. Una nevada es menos una transformación que un envoltorio navideño alrededor de una corbata. La añoranza se apega al papel (oh, ¿qué habrá adentro?), no a la corbata. Recuerdo la liberación sentida al reconocer que la belleza de Venecia era teatral. Puedo disfrutar la belleza del envoltorio y abandonar la nostalgia. La nieve sobre las ramas le da al conjunto de árboles una vivacidad que las ramas vacías borrosas y aburridas nunca manifestarán. Ciertos detalles no son menos encantadores que en ocasiones anteriores, como el suave crujido de la nieve compacta debajo del pie. En cuanto a las ramas, proporcionan sus mejores momentos cuando, en los bosques, la nieve es sacudida y se disparan hacia arriba desde su pesado hundimiento para retomar ángulos veraniegos. Esto pasó varias veces ayer mientras exploraba un estrecho sendero olvidado en la colina y me encontré amenazado por una “nevada sobre la nuca”. Recordé haber estado esquiando entre árboles y detenerme por una rama que de tan cargada se inclinaba hasta el piso hundiendo su punta en la corteza de la nieve. Entonces, un golpe de mi esquí liberó a la cargada madera viviente que saltó hacia arriba con un sonido acuático y arrojó polvo de nieve para todos lados. Un poco me cayó en la nuca, pero en casos así realmente no me importa y sigo deslizando hasta el siguiente claro o hasta la próxima rama doblada por la nieve.

Lans, 12/12/83


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