Desconozco el susurro del gorrión que es mi
madre
su pan de pecho en el sonido de la gota
rompiendo
el suelo
chap chap chap
el suelo
rompiendo
lo más de mí
es escondernos a media voz
en la curva del río contando hasta tres
de por vida el brillo de su costilla de cristal
toca toca
toca el hueso que más quisiste
la pestaña
acaricia la pestaña más pálida
la más ovillada en la mirada
la más invierno de oro
que cuando el miedo deje de correr mamá
saldremos al frío a cortarnos el pelo en los balcones
**
los animales insisto
los animales poblando los pueblos
los animales indefensos que no volverán a dejarse
desaparecer
los pueblos poblados por animales jadeantes
perros ciegos debajo de la cama
se trata de una casa por la que tú caminas
una casa llena encima de mí y en ella tú
yo no sé si es por la dulzura de la fruta
hasta llorar las piernas
luego el danzar de las mujeres
me mira de reojo
los animales insisto
los animales poblando los hogares
y venir aquí
a la caída de los ríos donde los niños vuelven a jugar
y el aleteo del pajarito perfumando el orificio
habita dulcemente rebotando contra las paredes
sin miradas más jóvenes en las chimeneas
como si murieras de repulsión y asco
ensalivando las plantas de mis pies
separando los deditos en la búsqueda
de un par de gorriones de madera cubiertos de hambre
coleccionando comida entre los dientes
y ya nada es fácil
porque es tan grande el hueco en las manos del
cazador
que nada volverá a desaparecer ni siquiera los
animales
los animales insisto
los animales brotando del sudor de la nieve
yo sé
es el tiempo
no hay pedazo de cielo más prometido
que el del mundo blando repleto de pisadas
**
el amor mío
es un corazón inmenso tragando polillas
el verde campo los cuatro pies que a gritos le
caminan
después de la sonrisa de asomarme hasta su puerta
y cerrarme los ojos en este nombre suyo
de niño con corbata y manos rojas
que siempre cuando es lejos yo extraño
como a los ríos que se ponen a aguardar paisajes
como a las castañas que bizquean en los bolsillos
cuando es hombre de muchas fuentes
de muchas ventanas abiertas a la planicie de la nieve
el amor mío
me ordena el pelo como cálidos domingos verdes
como campanarios de iglesias propicias a los hijos
tiernos
de mujeres con muslos fuertes que se rascan la nariz
que se agarran los perdones y los cuidan y los nanan
y los paren en pequeño y a escondidas
el amor mío
me acurruca en su bostezo y se le vuelven jardines los
brazos
y mancha de chocolate con pan el labio
tan amargo tan de sucio y buena leche
y es a mí a quien viene y sucede con un tobillo torcido
sorprendido y deformado de frotarnos los caminos
de rugirnos las tripas el hambre inmensa
de querernos tranquilos y brillantes y diáfanos al frío
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Nieve antigua
María Sotomayor
La Bella Varsovia
Madrid, 2017