El científico aparece en el escenario con su bigote y su cabello gris ceniza. A su alrededor emergen montañas de libros y detrás aparece la imagen de la escultura El pensador, que invita a plasmar ideas debajo de un pizarrón.
Luego de saludar, el personaje, Ernesto Ludwing Amo, hace una pregunta que deja desconcertado al público: “¿Se consideran inteligentes?”. Entre risas algunos valientes se atreven a levantar la mano.
Con ironía y humor, el doctor Amo invita a reflexionar en torno a siete características de la inteligencia: la razón, la habilidad verbal, la habilidad numérica, la fluidez verbal, la habilidad moral y la memoria, que son contrastadas con figuras políticas y relaciones de pareja que no son conocidos por ser inteligentes.
La historia de la inteligencia es un monólogo en el que el personaje principal recuerda a los ciudadanos que son capaces de razonar ante situaciones cotidianas.
“El único gran problema con la humanidad es que no le da la gana de entender que son inteligentes y él (doctor Amo) accedió a dar ese aporte. Señores, entiendan que estas cosas las están haciendo mal como humanidad y él se reconoce como ser humano porque ya él las hizo”, dijo el actor Wilmer Machado, mejor conocido como “Coquito”.
Afirmó que ante la crisis que atraviesa el país los ciudadanos están contaminados de “cosas malas”. Consideró que esta obra es positiva porque reconcilia a los venezolanos y que hay que respetarse a pesar de las diferencias políticas.
A través de la obra, “Coquito” deja un mensaje de motivación para los venezolanos: afirma que quienes se han ido volverán a reunirse con sus familiares y que el país va a salir adelante.
Al público se le salían las lágrimas mientras escuchaban las palabras de “Coquito”, quien expresó su amor por Venezuela. “El alma llanera” hacía vibrar los corazones de los venezolanos que se encontraban en la sala con las luces en el fondo del tricolor.
La historia de la inteligencia
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