Al abrirse las puertas automáticas de Trasnocho Cultural, un vigilante pone gel antibacterial en las manos de quienes ingresan. Es sábado por la tarde. Vista panorámica: el centro cultural completamente solo. La galería, los restaurantes, la tienda de disco en absoluta oscuridad. Las actividades se suspendieron el 13 de marzo -hasta nuevo aviso-, ante la confirmación de los dos primeros casos de covid-19 en el país. Hasta la fecha hay más de 11.500 contagiados en Venezuela. Las únicas luces encendidas son las de Teatro Trasnocho. Está por comenzar la transmisión en vivo de la obra de Ferdinand von Schirach, Terror, dirigida por Héctor Manrique. Un formato que se suma a la oferta cultural online que ofrece desde el 15 de mayo el Trasnocho.
La obra se estrenó en Venezuela el 7 de julio de 2016. Es el juicio del mayor Lars Korch, quien derribó un vuelo Berlín-Múnich con 164 pasajeros a bordo, secuestrado por un terrorista que pretendía estrellarlo contra un estadio con más de 70.000 personas. El abogado defensor y la fiscal expondrán sus alegatos, se entrevistarán testigos y el jurado, representado por el público, debe decidir si es culpable o no. “La interactividad de la obra nos impulsa a hacerla en vivo por la votación. Pensamos en grabarla, pero le quitaba emoción. El teatro es un hecho vivo para alguien que está vivo. La persona que está afuera viendo debe dar su opinión, su voto; es muy importante”, explica Manrique.
Cada entrada cuesta 3$, con posibilidad de pagar en bolívares por transferencia y pago móvil, al igual que las otras obras de teatro que ofrecen en la plataforma. La sala tiene menos de 15 personas, todas invitadas, con tapabocas reglamentario y una fila de separación. Pero a un clic de distancia hay 62 personas, distribuidas en Venezuela y en ciudades como Santiago de Chile, Buenos Aires y Ciudad de Panamá. Todos ellos decidirán el destino de Lars Korch en dos horas.
A las 3:30 pm comienza la transmisión. Una vista previa con los personajes tras bastidores. Héctor Manrique como el juez, Sócrates Serrano es el abogado defensor, Daniel Rodríguez interpreta al mayor Lars Korch, María Cristina Lozada es la fiscal, Juan Vicente Pérez da vida a Christian Lauterbach, teniente coronel a cargo del centro de control; y Martha Estrada como Franziska Meiser, esposa de uno de los fallecidos en el vuelo.
En ese momento, Juan Carlos Carreño, venezolano de 42 años en Buenos Aires desde hace cuatro años, ya está conectado. Ya había utilizado la plataforma web de Trasnocho Cultural para ver Sangre en el diván, la exitosa historia del psiquiatra Edmundo Chirinos basada en el libro de Ibeyise Pacheco. “Para ver Terror me organicé. Llamé a una amiga, que también está en Buenos Aires, con quien solía ir al teatro en Caracas. La vimos cada uno desde su casa por el confinamiento. Pero nos íbamos escribiendo por mensaje”, cuenta.
Desde Santiago de Chile, Alexander Coiro, de 34 años de edad, y su novia también están viendo Terror. Supo de la iniciativa por las redes sociales del centro cultural. “Yo solía ir al Trasnocho cuando estaba en Caracas. Acá en Santiago he ido poco al teatro, pero si soy asiduo, me gusta”, indica.
Un contador aparece en pantalla. A las 4:00 pm (hora Caracas) comienza la obra. El juez entra al escenario. Cuatro cámaras, cada una con un plano diferente, capturan la puesta en escena. El video llega al centro de control, donde se envía en directo a la página de Trasnocho Cultural. El director técnico, Orlando Corona, supervisa la transmisión y cambia los planos conforme avanza. También se comunica por un auricular con los camarógrafos. Una dinámica similar a las grabaciones de una sitcom.
Hay otra computadora en la que se supervisa el audio y el video de la transmisión. “Es un esfuerzo del grupo de actores, del personal técnico y tecnológico, por la compra de equipos de punta, para poder hacer esta transmisión. Es como la estación del Falcon 9 a la Estación Espacial Internacional. Lo vimos por Internet, apenas eso estaba ocurriendo. Es una nueva forma de hacer teatro y es nuestro aporte en medio de la crisis”, explica Corona, quien también fue el encargado de dirigir la grabación de obras como La señora Ímber para la plataforma. Es una producción que reúne a camarógrafos, sonidista, iluminador, protocolo, servicio de taquilla virtual, ingenieros que suman aproximadamente 20 personas que contribuyen a que la transmisión en vivo sea posible.
Sin mayores complicaciones, se exponen los argumentos. Incluso hay algunos cambios en los diálogos, pues se toma en cuenta que el jurado está en casa.También miran fijamente las cámaras. «Mi unipersonal, Gregory: canal de fe, está disponible en la página de Trasnocho, y no es lo mismo que entren y vean el trabajo, a entrar y que la transmisión esté en vivo, en ese momento. Hay una carga de adrenalina similar a cuando hay público en la sala. La diferencia es que lo estamos haciendo frente a las cámaras y efectivamente las cámaras sustituyen la mirada del espectador. Como el público es el jurado, nosotros los vemos a los ojos para convencerlo. En sus gestos y expresiones inferimos su decisión, pero a distancia no. Yo veía las cámaras para intentar convencerlos. Es una experiencia interesante en nuestro recorrido como creadores», explica Sócrates Serrano.
Agrega: «Considero que siempre hay que buscar opciones y posibilidades a pesar de las dificultades y de las circunstancias adversas, yo creo que esta forma de hacer teatro no sustituye para nada la forma convencional en la que se ha hecho siempre, desde sus orígenes. Tener el público en la sala, la adrenalina y la emoción de tener conectadas a las personas en un mismo espacio es insustituible. Sin embargo, es una manera de no olvidarnos de nuestra necesidad de expresarnos y de conectarnos transitoriamente hasta que evolucione a una realidad distinta”.
El abogado defensor y la juez exponen sus alegatos: ¿Sacrificar 164 vidas para salvar 70.000? ¿Existía otra posibilidad aparte de derribar el vuelo? ¿Y la dignidad humana qué papel juega? Son algunas de las interrogantes que se desarrollan antes de que el jurado tome una decisión. El juez sale del escenario para que el público delibere. Condena o absolución son las opciones en pantalla para que voten las personas desde casa. Mientras Juan Carlos decide, Alexander toma postura con su novia y una chica recoge los votos de la audiencia física, Héctor Manrique baja hacia el centro de control y espera los votos a distancia, que se contabilizan con el poco público presente. Al cabo de unos minutos, se dicta el fallo de jurado.
El Mayor Lars Korch es condenado con 44 votos: para 29 personas es inocente.
Es la segunda vez que Trasnocho Cultural transmite en vivo esta obra. El experimento comenzó el 4 de julio, con 87 personas conectadas en streaming, que lo declararon inocente. Hasta ahora, en Venezuela ha habido 53 juicios de Terror, y en su mayoría lo han declarado “No culpable”, según la página de la franquicia. La mayoría a sala llena. Se ofreció, incluso, una función gratuita en 2017 en medio de las protestas contra el régimen de Nicolás Maduro; en 2019 se realizó bajo las luces de los teléfonos celulares del público en medio de un apagón nacional; también pasó por la Concha Acústica, que se erigió como un escenario emblemático con la programación gratuita «Nos vemos en la concha» y, ahora, se ajusta a la pandemia y se transmite en vivo por Internet.