La obra Playa de Zarauz (1910) del pintor español Joaquín Sorolla, fue subastada por 492.800 pesos (unos 25.123 dólares) por la casa Morton en Ciudad de México.
La pintura forma parte de la producción que el artista (1863-1923) realizó cuando ya se había consolidado en el mundo plástico.
En el contexto latinoamericano, la obra de Sorolla tiene gran relevancia porque permeó en los círculos artísticos del siglo XIX.
«Su obra tiene el vínculo hispánico que siempre ha unido a México y a España», dijo a Efe Fernanda Marín, especialista en antigüedades.
«Los artistas del modernismo temprano mexicano están totalmente en el mismo estilo costumbrista, y luego en la técnica hacia el impresionismo porque ya tienen esa pincelada más luminista, de la que Sorolla fue definitivamente la fuente», agregó.
La pintura, un óleo sobre cartón de 16 por 22 centímetros, retrata una escena de la playa de Zarauz, en el País Vasco, en la que muestra un juego de luz, un trazo rápido y contrastes de color para aventurarse con las siluetas poco realistas.
Zarauz, lugar de inspiración
A lo largo de su vida, Sorolla pintó en Zarauz más de 25 cuadros, así como apuntes. Destacan entre otras las obras Bajo el toldo, Zarauz, Bajo el toldo, playa de Zarauz, En la arena, Playa de Zarauz, María en Zarauz, El borracho, Zarauz y Asando sardinas.
«La obra de Sorolla no es una obra que se encuentre fácilmente en el mercado, porque es un artista que va más allá de su valor comercial. Entre de los artistas españoles, la obra de Sorolla tiene un lugar muy especial al nivel del mismo (Diego) Velázquez, (Francisco de) Goya o (Pablo) Picasso», dijo a Efe Eduardo Renaud, especialista en antigüedades.
El valenciano se caracterizó por retratar la fugacidad de los momentos jugando con el costumbrismo sin perder la esencia española. «Pese a que Sorolla es un artista que para 1910 ya es internacional, su corazón siempre va ligado a la localidad; siempre vas a encontrar esa veta española», dijo Renaud.
Otro factor que influyó a su éxito fue que se salió del esquema de los temas tradicionales del siglo XIX y buscó realizar una pintura más íntima de lo que él percibía de la vida y de lo que estaba viviendo.
«Muchos de sus temas recurrentes tienen que ver con su familia, sus hijas, su esposa. Retrata constantemente escenas supercotidianas de lugares en la playa, donde están los pescadores. Es un poco contemplativo de la vida cotidiana y un hombre muy reflexivo. Por ello, nunca perteneció a los movimientos artísticos de España y eso lo vuelve único», refirió Kristina Velfu, consultora de arte.
Debido a esa ruptura, al comienzo de su carrera fue más valorado en América que en Europa. «Él encuentra más eco en este lado del continente en Estados Unidos. Grandes colecciones empiezan a pagar por sus obras. Él logra vivir de su obra en vida», aseveró Velfu.
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