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Roberto Roena fue despedido con música y mucho cariño

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En la tarima, Roberto Roena era un maestro de la percusión, del baile y de la dirección musical. Su capacidades eran naturales. Nunca cursó estudios formales en música, pero su talento para elevar el ritmo de la salsa a un sonido único era indiscutible, y ahora esa genialidad trasciende como su gran legado dentro del género que hizo suyo desde 1956, cuando se integró al Combo de Rafael Cortijo.

Esa personalidad artística la forjó sin perder la nobleza y el humor que lo caracterizó desde joven. Hacerle maldades a sus seres queridos y compañeros en la música era algo que disfrutaba, tanto que el domingo el maestro Rafael Ithier lo recordó como un hijo y como un «títere», por las bromas que hacía.

«Siempre fue eso, un muchacho grande, y como yo digo, era un títere. Tenía un distintivo y era hacerle maldades a los demás, él gozaba con eso y tú terminabas riéndote con las maldades que él hacía», compartió el director fundador de El Gran Combo de Puerto Rico durante la celebración de vida al legendario percusionista en el Coliseo Roberto Clemente, de San Juan.

Clemente Funeral

Ithier recordó el tiempo en que Cortijo lo integró a su orquesta, con apenas 16 años de edad. «Lo invitó a que fuera parte de su grupo en Nueva York, y yo estaba allí. ¿Quién me lo entregó? Me lo entregó su mamá, Raquel. Me dijo, ‘ese es tu hijo, me lo cuidas hasta donde puedas. Me lo cuidas y no me lo dejes solo en ningún momento’. Yo lo vi desde el tiro como un hijo y lo traté como hijo y lo quise como un hijo», afirmó el legendario pianista sobre quien también fue para él un gran bailarín.

Ithier reconoció la versatilidad artística de Roena y confesó que su partida lo afectó profundamente. «Se fue parte de mi familia», dijo antes de echarle la bendición y despedirse. «Nos vemos ya mismo, ya mismo nos vemos», expresó también con humor.

El carácter bromista del líder de la orquesta Apollo Sound igualmente lo disfrutó su familia. Gladys, la menor de los tres hijos del músico, confesó que su padre mantuvo el buen sentido del humor, así como su compromiso con su carrera artística. «Como papá, como abuelo, como centro de nuestra familia, era así (bromista), muy cariñoso, muy responsable en su trabajo, muy comprometido en su tiempo con nosotros. Ese era papá», compartió.

Teniendo el féretro con los restos de su padre frente a ella, dijo sentirse orgullosa de las palabras de admiración hacia su padre y agradecida de haberlo podido cuidar por los pasados siete años.

«Me siento con el pecho muy inflado y muy triste porque no va a estar conmigo y ese día a día con él era muy importante, pero agradecida de los que están aquí; agradecida de que estuve con él, de que nunca lo dejamos. Mis hermanos ni yo y de que le dimos mucho tiempo de calidad y felicidad en sus últimos años», afirmó.

Gladys Roena indicó que su padre, cuyo cuerpo descansaba en un féretro negro un detalle decorativo de una nota musical, tenía una nefrostomía (procedimiento para filtrar la orina desde el riñón). «Tenía complicaciones de la edad. Estábamos bregando con eso y con los médicos y todo, haciendo lo que como hijos teníamos que hacer», puntualizó.

 Antonia María Nieves Santos, viuda de Roena

Sobre la controversia surgida con la viuda de su padre, Antonia María Nieves Santos, prefirió no comentar. Se limitó a indicar que ellos se habían separado hace siete años, tiempo que él pasó a vivir junto a los hijos.

La viuda estuvo presente el coliseo, sentada en primera fila, pero distante de los hijos y demás familiares de su esposo, según se pudo observar. Vestida de negro, Nieves Santos expresó que se encontraba en una situación «bien difícil» tras haber recurrido al Tribunal de Primera Instancia en Carolina para que se le permitiera participar de los actos fúnebres.

El tribunal emitió una sentencia de entredicho provisional e injuction preliminar y permanente que le permitió el acceso que presuntamente le había sido negado por los hijos del salsero.

«Vine en paz, estoy tranquila», manifestó. Nieves Santos aseguró que mantenía comunicación «todo el tiempo» con su esposo y que aún consciente de que estaba enfermo, le sorprendió su muerte. «Estoy aquí por mi esposo, para estar aquí con él. No me lo querían permitir, pero entiendo que es mi lugar y debo estar con él», expuso sin entrar en detalles sobre las aparentes diferencias con la familia Ronea.

El legado del percusionista fue celebrado desde tempranas horas del domingo, cuando la comitiva fúnebre recorrió distintos puntos en Santurce, incluida la calle Aponte en Villa Palmeras, donde vivió con su madre. La caravana se detuvo frente al busto del músico en la Plaza de los Salseros y luego continuó hacia el residencial Luis Llorens Torres. El baloncelista Antonio «Puruco» Latimer lo recibió allí con gran emoción.

«Es un ídolo del pueblo, una persona que desde muchachito nací escuchando su música; los viejos de uno, nuestros abuelos, nuestros tíos, todo el mundo escuchando su buena música, y aprendimos a quererlo, a respetarlo, es algo bien emocional poderlo tener aquí en Llorens Torres», dijo después de cubrir el féretro con una bandera que lleva sobre su espalda.

Cerca de las 11:30 am inició la celebración de vida Por siempre Roena, por siempre Sr. Bongó en el coliseo con las participaciones del alcalde capitalino, Miguel Romero, el pastor Luis Berríos del Ministerio Adoración de la Primera Iglesia Bautista de Country Club, y del también pastor Álex D’Castro.

El cantante Gilberto Santa Rosa se dirigió a los presentes para compartir algunas anécdotas vividas con Roena que denotaban su simpatía, su sensibilidad, su sentido de responsabilidad y su grandeza musical.

«Era un artista extraordinario, una idea que usted le llevara a Roberto Roena, una idea que él iba a mejorar», destacó El caballero de la salsa. «Cuando traía las suyas, (eran) espectaculares… Roberto Roena para mí fue un incondicional. Siempre que toqué su puerta, siempre la abrió. Roberto fue para mí parte de mi desarrollo musical, porque como a todos nosotros nos inspiró, por su creatividad».

Papo Lucca

El maestro Papo Lucca recordó a su compadre como su «cómplice en muchas cosas», mientras el productor José «Pepe» Dueño lo llamó su hermano. Fue con él que firmó su primera contratación siendo todavía un estudiante de cuarto año de escuela superior.

Otras figuras que de forma presencial o virtual resaltaron los valores humanos y artísticos de Roena fueron la cantante Ednita Nazario, el director de El Gran Combo de Puerto Rico, Willie Sotelo, el cantante Jerry Rivas y Andrés Waldemar Volmar Méndez, cantante del Apollo Sound, entre otros. Los cantantes Víctor Manuelle y Sammy Marrero y el bajista Bobby Valentín, igualmente, estuvieron presente para rendirle tributo al virtuoso del bongó.

La música no faltó a lo largo del actor, pero fue el tributo por parte del ahora Apollo Sound de Roberto Roena lo que más emocionó a los asistentes. La orquesta sonó poderosa desde la primera canción, «Que se sepa», uno de los tantos clásicos de Roena, que ahora son su herencia musical.

Gilberto Santa Rosa y Victor Manuelle

Gilberto Santa Rosa, Víctor Manuelle y Adalberto Santiago se unieron desde la tarima al homenaje musical que cerraría la celebración.

El sepelio será este lunes en el cementerio Monte Calvario en Caguas y se llevará a cabo de forma privada en cumplimiento con las restricciones del cementerio por el covid-19.

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