Apóyanos

Minificción de los jueves: Geraudí González Olivares

Venezuela. Profesora universitaria, narradora. Coordina la Jornada de Microficción de la FILUC (Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo) desde 2011. Está preparando una antología de la minificción de Aragua y Carabobo

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Confesión

Mira el crucifijo con el temor de saber que pronto será juzgada. El templo es más frío de lo que su conciencia le repite durante el trayecto a su única salvación. Se arrodilla y comprende que es la hora; tiene su oportunidad y ni siquiera sabe si realmente quiere expiar culpas. Ama a ese hombre con lo único que tiene para dar sin ser señalada: la libertad de sentir bajo la sombra de un secreto.

Aun así, se confiesa: mira los dedos del religioso y piensa su culpa entera, sin piedad. Comprende que aquellas confesiones de los jueves no los deja libres de ser un hombre y una mujer que esconden tras sus hábitos la única certeza de vida y muerte: la de saber que el pecado con traje talar se alivia cada semana; ella de rodillas, y él, presto a escuchar.

**

Bancarrota

Elisa sabe que sus deudas pesan: la casa, el auto…, los recibos de pago abruman sus cuentas. Piensa en eso por las mañanas, cuando se dirige a su trabajo, el tráfico aumenta su estrés y espanta el sueño matutino. Llega a la universidad y sabe que la esperan sus estudiantes. Se sumerge en sus mundos durante algunas horas, entonces, olvida por ese momento las angustias de una mujer en bancarrota.

**

Posmoderno

Penélope teje las cuitas que le dejó Ulises cuando este encontró la muerte en manos del hampa común, en una calle cualquiera. Sabe que ya no habrá guerra que alimente el deseo de esperar al hombre amado.

**

Homenaje

a Rodolfo Izaguirre y Belén Lobo

Ella camina segura de que él jamás la dejará caer. Él camina seguro de que ella jamás dejará su compañía. Los vecinos miran seguros de que ambos se siguen amando después de diez lustros. Lo que nadie sabe es que se agarran con fuerza porque, a sus más de 80 años, cualquier tropiezo puede llevarlos directo al suelo.

**

Desilusión

―¿Qué quieres? –dijo la joven de capa roja.

―Saciar mi apetito con una joven pura y casta como tú –respondió él.

―¡Ah! ¡Eso! Entonces puedo seguir tranquila a la casa de mi abuelita.

**

Umus

Es una especie de ave parásita que nace y crece en los almohadones de pluma. Se alimenta de la sangre de mujeres jóvenes, hermosas y recién casadas, a quienes sus cónyuges no prestan atención. Aprovecha esta situación para adueñarse de los cuellos de pieles tersas. Succiona la sangre de sus víctimas hasta provocarles la muerte. Este parásito de pico casi imperceptible, también aterroriza a sirvientas fieles que hacen la limpieza diariamente.

**

Swinger

Al principio éramos dos; luego, un amasijo de sudores. Ahora, visto desde esa perspectiva, hubiera preferido no tener que haber probado los inventos del amor posmoderno.

**

Padre

Nunca supo de premios Nobel, ni de los años de soledad del Gabo; menos de la fiesta a ese generoso animal que es el chivo. Solo de la certeza del trabajo, la vida sabrosa, la admiración de la belleza, y la nostalgia de sus ojos que miraban desde la altura que dan las gandolas.

**

Odiseo

a Javier Perucho

Entender que somos mínimos es tarea de valientes. O de incautos. Se acercó e intentó sacarme una sonrisa y ser la próxima en pasar. Fue difícil mirarla y no titubear ante la tarea que acometo cada día. Aquella tarde, eso no impidió que me olvidara de su cola de pez y cayera rendido ante sus hermosos, pero mortales (en) cantos.

**

La guardia

a Odette Latuff y Sheila Sánchez,

hermanas de alma.

Ahora duerme bajo la mirada del mar que la espera para abrir sus olas como brazos que resguardan. Ahora duerme como quien sabe que los hilos de este entramado no volverán a tejerse… Eso leía Sheila, mientras su paciente de emergencias respiraba por última vez.

**

Expiatorio (diario de una escritura sin rumbo fijo)

Tanto tiempo perdido en sus años de juventud. No es una anciana, pero irremediablemente ya no es una joven de 25. De eso ya han pasado 17 años. Demasiados años, en realidad. Demasiados. Tantos amores equivocados (lo suficientes para saber que perdió un tiempo precioso en sufrimientos inútiles); tanta pérdida de tiempo y arrepentimiento.

Ahora mira fotos, reseñas, éxitos, sonrisas, libros, textos, de gente muy joven que sobresale, que viaja por el mundo, o que se queda en su país haciendo avances valiosos en sus trabajos como escritores, artistas, etc. Hacen tanto, han hecho tanto. ¿Qué hice yo? Se interroga. Casi nada, piensa. Muy poco. Insiste.

Hoy, con unos años encima, quiere hacer lo que no hizo, pero la edad pesa, y la salud, y la energía, y la culpa. Algunas culpas. Y se pregunta ¿Qué hago yo? Siente que nada, o que muy poco, para no ser tan dura consigo misma. Lo intenta, pero esto solo no le basta. Hace falta más que intentos para hacer las cosas, las que se desean. Ese cúmulo de desórdenes que es su cabeza. Y su cuarto de estudio. Es no saber por dónde comenzar; esa falta de confianza en sí misma que la sabotea a menudo (y a veces, siempre). Querer hacer y no hacer. Esas ganas escondidas de salir a flote y seguir ahogada en la desconfianza, en la nada, en el caos. Acciona, hazlo, deja la inercia y ponte a hacer. Palabras de otros. Y hasta razón les dará.

Promete escribir mañana nuevamente; promete seguir haciendo este ejercicio. Para ella, para nadie más. Este, su primer ejercicio de escritura, también puede ser una ficción. De hecho, ya lo es. Hasta mañana.

**

Tiempo

Volver a los veinte con la experiencia de los cuarenta: el sueño de alguien que ahora escribe. Feliz madrugada. Ya son las 3:00 am. Debo dormir. El doctor López fue muy preciso con las indicaciones: a las 8:00 am en punto debe estar lista para iniciar la cirugía estética. Y ahora que lo pienso, no quiero llegar tarde a mi cita con la lozanía.

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional