Lupita Ferrer se acerca un poco a la cámara de su computadora y su sonrisa ilumina la pantalla. Es de las leyendas indiscutibles de las telenovelas latinoamericanas. La actriz venezolana tiene 74 años de edad y parece haber firmado un pacto para frenar el paso del tiempo. En 1971, cuando protagonizó Esmeralda, su imagen quedó grabada para siempre para toda una generación. La telenovela, en sus últimos episodios, dejaba vacías las calles porque nadie quería perderse su desenlace.
Ferrer regresa con un nuevo proyecto, Amores que engañan, una serie de episodios unitarios que tiene el sabor del melodrama, el género con el que ella hipnotizó a millones de televidentes.
“Colombia fue el primer país donde Esmeralda se convirtió en un fenómeno. En los años 70 no existían muchos televisores y, en la casa donde tenían uno, se reunía mucha gente para verla”, recuerda Ferrer.
Algunas personas también abrían las ventanas de sus casas y, desde la calle, los transeúntes dejaban a un lado su afán y hasta traían sillas para no perderse el drama de una joven ciega que se enamora del hijo de un hombre acaudalado en un romance lleno de obstáculos, traiciones y giros imposibles. Melodrama puro que forjó la base de una sólida relación con la audiencia, el personaje de Ferrer pasó de ser una protagonista sufrida a convertirse en una dama poderosa que no se dejaba doblegar por nadie.
Lupita Ferrer hizo algunos papeles en el teatro y trabajó al lado de Cantinflas en Un Quijote sin mancha (1969), pero su mito se creó en la pantalla chica. Hizo más de 40 telenovelas y personajes inolvidables en María Teresa, La zulianita, Mariana de la noche, Doña perfecta y Cristal, nombres esenciales dentro del culebrón televisivo y para los adictos a las lágrimas y los corazones rotos, cuando el mercado, en los años 70 y 80, era dominado principalmente por México y Venezuela.
“Ay, Cristal”, agrega Ferrer con un tono de nostalgia, recordando la producción que sentó a los espectadores frente a la televisión para ver la historia de una joven, que tras dejar el orfanato en el que creció, soñaba con ser modelo. El destino la llevó a una famosa casa de modas, dirigida por Victoria Ascanio (Ferrer), que estaba obsesionada con encontrar a la hija que abandonó cuando era joven.
“Esa fue la última telenovela que escribió Delia Fiallo, la gran escritora de novelas románticas (la misma de Esmeralda), y fue una de las más importantes de mi carrera”, comenta la actriz. Cristal fue quizá la primera producción que hizo que la audiencia se quedara hasta el final de los créditos, antes que las cintas de superhéroes de Marvel o DC incluyeran adelantos, para cantar la canción «Mi vida eres tú», de Rudi La Scala, todo un hit y un elemento extra para convertirla en un clásico.
Adiós Cenicientas
“El melodrama trata acerca del ser humano y siempre va a estar presente. Sentimos, nos dan celos, sufrimos… Pero la telenovela actual tiene que estar centrada en la realidad. Ya no se puede estar contando esas ‘novelitas rosas’ de las cenicientas que llegan al pueblo –yo hice muchas de esas–, porque los tiempos cambian y las series que se están desarrollando ahora son maravillosas. Ustedes (se refiere a los colombianos) desarrollaron cosas que entran en un nuevo concepto de novela con cosas como Café con aroma de mujer (…). Fue siempre buena y la nueva versión también lo fue. Las telenovelas ya no pueden ser historias de fantasía”, reflexiona Ferrer, que también dejó huella con Amándote (que tuvo segunda parte), Rosalinda, Inocente de ti, Pecados ajenos y Rosa Diamante, entre otras.
Esa sensibilidad, que no la dejó perdida en la nostalgia, fue esencial cuando recibió la propuesta del canal de televisión paga estadounidense Lifetime para participar en Amores que engañan, la primera producción latinoamericana del canal, que retoma parte de ese melodrama a través de historias cortas con una narrativa de producción más cercana a la que se desarrolla en las series y en el cine, que tiene como protagonistas femeninas que viven experiencias que todo el tiempo las ponen ‘contra las cuerdas’.
Lupita Ferrer actúa en Derecho a ser feliz, en el que se cuenta la historia de Leonor, una ama de casa madre de dos hijos y un matrimonio de 25 años que parece perfecto, pero que encierra el drama del maltrato físico. El episodio se emitirá el próximo sábado 28 de mayo, a las 9:00 pm y fue dirigido por el realizador cubano Lilo Villaplana, recordado por series como El capo, Lynch, Tiempo Final, Un sueño llamado salsa y La mariposa.
“Mi papel es el de la madre de la protagonista, que sufre de violencia doméstica. Ella no me lo dice, pero yo, como madre, lo capto. Lo siento. El tema de este episodio me parece muy interesante, porque es algo que se vive en nuestros países. Inclusive yo misma fui víctima de un poquito de esa violencia doméstica, más que nada verbal en algún momento”, confiesa Ferrer.
“Lifetime es una productora de mucho peso en Estados Unidos y mira que está tocando temas de los que hoy está hablando todo el mundo. En este momento, hay un caso que pasan todos los días (yo no lo veo mucho porque esas cosas no me gustan): el del juicio de Johnny Depp y Amber Heard en el que se revela la violencia doméstica. Cuando me llegó la oportunidad de ser parte de Amores que engañan dije que sí, porque tiene un tema con una profundidad muy grande”, reflexiona.
Con toda su trayectoria, Lupita Ferrer dice que siempre se sigue sorprendiendo. «El rodaje los detalles y los equipos eran impresionantes”, reconoce.
-¿Cómo se siente ante la idea de ser una leyenda de la televisión y de las telenovelas?
En esa pregunta toma un poco de aire, levanta la mirada y acerca su mano al vestido rojo que se destaca en el video de zoom. “Ay, Dios mío… creo que nosotros los actores tendemos a no tener ese alcance, somos personas más intuitivas, como que reaccionamos, nos metemos en el personaje…cuando me llaman leyenda, no te creas, yo lo asumo con responsabilidad, porque sé que tengo que mantener una calidad en mi trabajo, en mi comportamiento y en mi imagen, pero sabes… sigo siendo yo”.
Ferrer quiere dejar un legado, no solo por las series o telenovelas, ya escribió su autobiografía: Lupita Ferrer al desnudo que, como ella dice, revela más de la mujer que de la estrella.
“Las actrices de mi posición lo debemos hacer, enseñar un poco a través de las experiencias, el ejemplo y mis actuaciones. Ahora estoy emocionada al saber que va a venir una segunda parte de Amores que engañan y espero tener una participación mucho más extensa”.
Es clara. No tiene pensado retirarse o descansar de las cámaras y el drama. “Creo que toqué el corazón de la gente y siempre les he dejado una parte de mí”, finaliza Ferrer.