Era 1995. En aquella Caracas con una escena musical limitada, Los Amigos Invisibles, en ese entonces apenas una banda de veinteañeros que hacía vida en el underground venezolano, recién publicaba su primer disco, A Typical and Autoctonal Venezuelan Dance Band que, par de años después, marcaría un antes y un después en la carrera de unos jóvenes músicos que lo que querían era gozar.
Para la agrupación que aún integran Julio Briceño, José Rafael Torres y Juan Manuel Roura, este disco, que este 2020 cumplió 25 años, representa un hito en su carrera, pues fue su carta de presentación y los puso en el radar del productor musical David Byrne. El escocés, fundador de Talking Heads, firmó a los Invisibles para su sello Luaka Bop, con el que lanzaron The New Sound of the Venezuelan Gozadera (1998). Pero, antes de todos los cambios que supuso esta producción para la historia de la banda, corrió mucha agua.
A principios de la década de los 90, cuando nació la agrupación –que en ese entonces también integraban José Luis «Cheo» Pardo, Mauricio Arcas y Armando Figueredo–, no tenían entre sus planes grabar un disco, recuerda Juan Manuel Roura. Sin embargo, más adelante, por iniciativa de un ingeniero de sonido que era dueño del estudio en el que solían ensayar, se animaron a grabar su primer álbum. «Fue una época increíble, en la que ensayábamos todos los días y en la que no creíamos que era posible grabar un disco. Incluso, recuerdo que pedíamos plata prestada para poder ensayar. La verdad, me vienen muchas cosas bonitas a la mente, muchas experiencias que de algún modo fueron el resultado de una gran historia, llena de mucho trabajo y dedicación», dice el baterista.
Al poco tiempo, el mismo año en el que lanzaron su disco debut, la banda viajó a Nueva York a probar suerte. «Siempre tuvimos la inquietud de saber cómo reaccionaría la gente con la música de Los Amigos», cuenta Roura. En esa oportunidad, decidieron meter en la maleta algunas copias de A Typical and Autoctonal Venezuelan Dance Band para venderlas, sin saber que esto les cambiaría la vida. Un día, en una vieja tienda de discos de la Gran Manzana, David Byrne se topó con una copia. Y lo compró.
Tal vez el nombre del disco le pareció gracioso, la colorida carátula llamó su atención o, quizá, sólo estaba intrigado por saber cómo sonaría esta banda proveniente de un país caribeño. Al final, luego de saciar su curiosidad, la mezcla de funk y acid jazz le gustó tanto que contactó a la agrupación. Y el resto es historia. Firmaron con Luaka Bop, sello discográfico de Byrne, y se mudaron a Estados Unidos para girar y hacer crecer su carrera artística más allá de la escena venezolana. «Lo que se escuchaba en aquel momento era lo que sonaba en la radio o lo que había en el underground venezolano, los espacios que las bandas se creaban para tocar en bares. Para la música alternativa todo era muy limitado y lo que estaba en el mainstream eran los artistas firmados con disqueras. En 1991, cuando nació Los Amigos, solo Félix Allueva llevaba adelante iniciativas como el Nuevas Bandas; de resto había que inventarse los espacios y crearse su propia movida», recuerda.
Para la banda el cambio de rutina fue radical. Pasaron de hacer giras por algunas ciudades en Venezuela a recorrer Estados Unidos y Europa. Aunque en ese momento no podían disfrutar mucho la experiencia por la cantidad de trabajo, valió la pena el esfuerzo y dedicación. «Todos los comienzos son duros, pero se hizo con mucho cariño porque nos gustaba», afirma Roura.
Ahora, más de dos décadas después del lanzamiento del álbum, Los Amigos Invisibles decidieron, para celebrar este aniversario, remasterizar el disco, que no estaba disponible en plataformas como Spotify o Youtube, para publicarlo en estos servicios de audio a partir del 10 de diciembre. Todo como un regalo de agradecimiento a sus seguidores por todo el apoyo en estos 25 años y que podrán escuchar, con un nuevo sonido, temas como «Dime», «Nada que decir», «Pelusa», «Acid jazz de las mujeres locas», entre otros.
—¿Para conmemorar este aniversario el plan siempre fue remasterizar A Typical and Autoctonal Venezuelan Dance Band o había otras ideas?
—Este álbum siempre lo tuvimos en mente porque es nuestro primer hijo y hace como un año nos percatamos: ‘A Typical cumple 25 años, pana’. Creo que la idea de la remasterización del disco surgió y se terminó de cristalizar este año con la pandemia. Pensamos ‘¿qué le podemos dar a la gente que tenga un valor importante para Los Amigos y que dentro de la locura de la pandemia podamos regalar?’. Y así nació la idea. También durante muchos años los fanáticos han estado muy pendientes de ese disco y no estaba disponible en digital. Creo que esta idea valió la pena, sobre todo por el valor que tiene el álbum para nosotros y por la inquietud de la gente, porque es poca la que tiene acceso a ese álbum. Nosotros hace muchos años hicimos una remasterización y tratamos de venderlo en nuestros conciertos.
—¿Por qué no lo habían incluido en plataformas digitales?
—Porque al principio, hace años, tuvimos la idea de venderlo solo en nuestros shows, y con los años nos ocupamos en el nuevo material que estábamos haciendo y por eso no nos pasaba por la mente montarlo. Sin embargo, siempre existió la inquietud por parte de la gente de saber qué había en ese disco. Ahora, creo que esta fecha nos permite sacarlo, este aniversario es una razón de peso para celebrarlo.
—¿Quiénes eran Los Amigos Invisibles de A Typical and Autoctonal Venezuelan Dance Band y qué esperaban en ese entonces de ese disco?
—En ese momento éramos todos estudiantes universitarios, siempre soñando con estar en grandes tarimas. En aquel momento veíamos MTV y teníamos la inquietud de tener una banda. De hecho, cuando grabamos ese disco no teníamos pensado hacerlo, fue iniciativa de un ingeniero de sonido, pero cuando lo hicimos las expectativas cambiaron. Teníamos un disco. Entonces ahora vamos a conquistar el mundo. Todo un romanticismo propio de la juventud y de la energía de esos tiempos. Pero fue una de las mejores experiencias del mundo y nos dio mucho más de lo que esperábamos.
—¿Cambiarías algo de ese disco si lo hicieran hoy?
—Creo que no cambiaría nada. Considero que cada cosa tiene su momento y su historia. Ese momento reflejaba una realidad de cada uno de nosotros como músicos, como artistas, como instrumentistas, como conocedores de una industria en la que en aquel entonces éramos unos novatos. Y ese disco suena como suena por el resultado de esa realidad, de esa historia y de ese momento.
—¿Qué representa David Byrne para la carrera de Los Amigos Invisibles?
—David Byrne es el responsable de que Los Amigos estén donde están. Él tuvo una visión sobre nuestro trabajo que pocos tenían, entendió nuestra música, con la que se topó por accidente. Debido al interés que tuvo por difundir proyectos que a él le gustaban terminó convirtiendo nuestra carrera en internacional y, obviamente, él es el antes y el después de nuestra historia como artistas.
—¿Qué recuerdos tienen de ese primer acercamiento con él exlíder cuando eran unos veinteañeros?
—El acercamiento con David siempre fue muy artístico, nosotros éramos muy fan de su trabajo. El primer contacto fue muy corporativo, a través del presidente de la disquera y una llamada telefónica, de la que tenemos una anécdota increíble. Nosotros estábamos en un festival en Puerto Rico y nos llamaron. En ese momento pensábamos que era una amigo que nos estaba chalequeando y le colgamos el teléfono; pero luego volvieron a llamar, preguntaron muchas cosas y nos dimos cuenta de era en serio. Pero el acercamiento con David personalmente fue en muy pocas ocasiones y todo muy profesional. De hecho, en el estudio él no se mostraba para no interrumpir las grabaciones. Siempre fue muy realista y muy honesto al momento de emitir sus opiniones, eso es muy admirable.
—¿Cómo fue trabajar con David Byrne? ¿Qué aprendieron de él en aquel entonces?
—Trabajar con él fue como una gran universidad. Aprendimos mucho de cómo funciona la industria, cómo los artistas deberían asumir su postura durante su carrera y qué hacer cuando eres un artista pequeño para hacer crecer tu carrera. En aquel entonces fue de mucha ayuda porque en ese momento no era como ahora, que abunda la información; todo era más lento e implicaba más trabajo.
—¿Cuál es el consejo de David Byrne que no olvidarán nunca?
—Uno de los consejos de David Byrne que más recuerdo es cuando nos decía que teníamos que estar dispuestos a casarnos con nuestros hits, porque serían los temas que nunca íbamos a dejar de tocar. Ese fue uno de sus primeros consejos. Es increíble pensarlo ahora porque después de tantos años tocando las mismas canciones uno pudiera aburrirse, pero si te pones en el lugar del público, lo que te gustaría cuando vas a ver a un artista es escuchar las canciones que más te gustan.
—Ha pasado mucho tiempo desde el lanzamiento de aquel disco debut hasta ahora: ¿cómo evolucionó la música de LAI desde entonces? ¿En estos 25 años cuál reconoces como el momento más alto de su carrera?
—La música de Los Amigos Invisibles ha evolucionado en función de las influencias que teníamos y de lo que estaba pasando a nuestro alrededor en aquel momento. Siempre hemos sido muy sedientos de escuchar música nueva. A medida que pasaban los años establecimos como un concepto de lo que queríamos madurar al momento de tener una puesta en escena, que siempre quisimos que fuera bailable, quizá esa fue la columna vertebral durante mucho tiempo. Creo que lo que hicimos desde ese momento hasta ahora fue, básicamente, madurar una influencia y el concepto. En estos 25 años el momento más alto de nuestra carrera, de la manera en que lo veo, es que nunca dimos por sentado nada y, quizá, por eso ese momento nunca existió. Simplemente para nosotros existe un camino en el que nuestro único deseo es poder seguir creciendo, perpetuando la carrera de Los Amigos, dejar un legado cultural en el país y ayudar a otros artistas nuevos en Venezuela. Para nosotros hablar del momento más alto de nuestra carrera es muy subjetivo, quizá existe pero yo nunca estuve pendiente de verlo. Si llegaban cosas buenas se agradecían y si no también.
—¿Consideras que A Typical and Autoctonal Venezuelan Dance Band ha tenido alguna influencia en las nuevas generaciones de músicos en Venezuela?
—Creo que sí. Como fue nuestro primer disco quizá no tuvo mucha presencia en el país; sin embargo, cuando la música de Los Amigos tuvo más reconocimiento sí creo que tuvo su influencia, sobre todo para los más melómanos e interesados en la música alternativa. En aquella época la industria venezolana no estaba muy abierta a lo que nosotros hacíamos. Pero después, con los años, el interés por la música de Los Amigos se dio porque la firma con David Byrne generó atención hacia ese primer disco y, eventualmente, a la gente le cayó el veinte, como dicen los mexicanos.
—Los Amigos Invisibles fue una de las primeras bandas en dejar Venezuela para hacer carrera. ¿Consideran que esto le abrió el camino a una nueva generación de agrupaciones que tienen el deseo de hacer música en otros países?
—Definitivamente. Yo recuerdo que en aquella época irse de Venezuela como artista alternativo era un reto. Fue tener la valentía de agarrar tus cuatro churupos e irte a una ciudad como Nueva York, que no es nada fácil. Creo que eso, de alguna forma, inspiró a algunos artistas venezolanos de música alternativa a creer que se puede y que existe la oportunidad del arte en el mundo.
—Si bien Los Amigos es una banda con un ritmo muy acelerado, con shows durante todo el año ¿cómo ha sido esta pausa que impuso la pandemia del covid-19? ¿Más allá de la necesidad de estar sobre el escenario, cómo maneja sus finanzas un músico que vive de tocar cuando no hay toques?
—Esta situación no es solo para Los Amigos, ha sido algo para todas las bandas, sobre todo en un momento en el que la venta de discos no genera ingresos para nadie. Tocar es la realidad de la mayoría de los artistas. Esta situación ha sido muy difícil. En cuanto a los formatos se presentaron los streamings y hemos hecho tantos como hemos podido; sin embargo, ese formato es tan diferente, tocar sin público es raro y el feeling nunca será el mismo, pero esas son las alternativas que se presentaron y que había que aprovechar. Sobre las finanzas, obviamente ha sido difícil y ha tocado reajustarse y buscar opciones por otros lados, ya sea grabar para otra gente o darle uso a tus ahorros.
—¿A qué han dedicado su tiempo en estos meses?
—Nos hemos dedicado a buscar la manera de ser productivos, sobre todo haciendo mucha música. Aprovechamos que no hay shows para grabar cosas nuevas y crear contenido. Hemos estado muy pendientes de terminar trabajos inconclusos que la agenda no nos permitía. Por otro lado, en mi caso, aproveché para asociarme con amigos para montar un estudio.
—Cuando la pandemia termine ¿creen que cambiará la forma en la que se realizarán conciertos? ¿Llegaron los recitales en streaming para quedarse?
—Creo que la gente en el fondo está buscando siempre el contacto humano, considero que pasará un proceso de transición antes de que las cosas vuelvan a la normalidad. Sin embargo, creo que la gente está deseosa de volver a asistir a sus conciertos. Esto es un periodo transitorio, todos estamos desesperados por volver a las tarimas y tener a la gente brincando junta. Pero, definitivamente, los streamings llegaron para quedarse, no sé si se quedarán con la misma intensidad que ahora, pero es una plataforma de exposición que por necesidad se creó y que con el tiempo evolucionará.