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Juan Manuel Morales: “La memoria es saber que alguna vez tuve un país y en mi caso es la nostalgia del inmigrante”

Editada este 2024 por Verbum, en Madrid, El litigio de los dioses es la novela más reciente del escritor y médico venezolano afincado en la capital española desde 2007. La vejez y la memoria son algunos de los temas que aborda esta ficción, que se adentra en los entresijos de la práctica médica
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Por Mariela Díaz

Armando Larrazábal y Pedro Santamaría son dos médicos, excompañeros de estudios y de trabajo, que después de muchos años se reencuentran en un restaurante en Madrid. Será un reencuentro agridulce entre estos dos personajes, ya que la ocasión los lleva a rememorar momentos cruciales de una profesión que comparten, y en la que han triunfado pero también fracasado. ¿Acaso es la muerte de un paciente un fracaso para un médico o simplemente una faceta de la vida? Ese diálogo entre los dos galenos da inicio a la novela más reciente de Juan Manuel Morales Chávez, titulada El litigio de los dioses (Verbum, 2024).

Oriundo de Maiquetía (1966 – estado Vargas), Morales Chávez es además autor de otras dos novelas. La primera de ellas titulada Las tías (Círculo Rojo, 2014) y la segunda, El eco de las voces (Ediciones Alféizar, 2020). Algunos de sus cuentos se recogen en libros de antología, publicados en México, Israel, Guatemala, Venezuela y España.

Morales comparte con los personajes de El litigio de los dioses ser profesional de la medicina, actividad que ha compaginado a lo largo del tiempo con la pasión de escribir.

Este escritor, que siente una especial debilidad por la prosa de autores como  Hermann Hesse, Franz Kafka, Albert Camus y Juan Gabriel Vásquez, explica que compaginar esas dos actividades ha sido difícil, pero no imposible. La dificultad ha residido en que tanto el ejercicio médico como la escritura requieren de mucho tiempo. “No solo es escribir, es tener que leer y mantenerte informado. Lo he logrado con constancia y dedicación.  Me gustaría escribir mucho más, pero por cuestiones profesionales no puedo”.

-¿A qué aspectos de tu vida has tenido que renunciar para lograr esa conciliación entre medicina y escritura?

-He podido compaginar la medicina y la escritura porque he tenido a mi lado a una mujer que me ha sabido comprender, que tiene una fortaleza extraordinaria y que me ha apoyado en los proyectos que he emprendido, que es mi esposa. He contado con el apoyo y la comprensión tanto de ella como de mi hijo, que han sabido respetar el tiempo y el espacio para poder escribir. He renunciado muchas veces a compartir con mi familia o con amigos o realizar alguna otra actividad.

La lectura y la escritura son por ende facetas fundamentales en la vida de este médico, que desde niño se acostumbró a leer, “tal vez influenciado por mi madre, y desde muy joven empecé a hacer colaboraciones sobre temas diversos, tanto en periódicos de mi pueblo natal como en revistas universitarias en mi época de estudiante. Siempre he tenido la necesidad de crear y en ese sentido la literatura para mí ha sido algo extraordinario. Para escribir hay que leer mucho y la lectura para mí es un placer, lo disfruto enormemente. Cuando leo me gusta meterme dentro de la historia. Fue la necesidad de estar creando constantemente y la capacidad imaginativa que confluyeron con el análisis de determinadas situaciones o comportamientos lo que me permitió, en el año 2014, publicar mi primera novela, Las tías. Después he escrito dos novelas más: El eco de las voces y El litigio de los dioses, esta última publicada recientemente”. 

-Entre el cuento y la novela, ¿con cuál género se siente más a gusto?

-Ambos géneros tienen su encanto, pero prefiero la novela porque es el terreno de los personajes. En una novela hay la oportunidad de profundizar en cada uno, definir su perfil desde el punto psicológico y social; disfruto ese proceso creativo e imaginando cómo puede ser su mundo interior. Eso es fundamental a la hora de escribir. Por otra parte, está el ambiente novelesco, lo que también es muy interesante, porque permite presentar situaciones del momento histórico en el que se desarrolla la novela, y los personajes deben actuar y hablar en consonancia con el momento en el que se les está ubicando.

-¿Usted es un escritor de brújula o un escritor de improvisación? Cuénteme acerca de cómo es su proceso para escribir una novela.

-Lo primero que hago antes de sentarme a escribir es madurar mentalmente la historia, imaginarla, pero sobre todo creérmela; después, me siento a escribirla. A medida que avanzo en la narración, los personajes se van desarrollando y van tomando su propio camino, porque ya previamente me he familiarizado con ellos, sobre todo con su perfil, que para mí tiene mucho peso. Los personajes de una novela son como los hijos: uno los ve crecer, desarrollarse y evolucionar a lo largo de la trama; todo ese proceso se va dando a medida que voy escribiendo.  No escribo con esquemas porque me gusta que los personajes anden su propia senda, yo lo que hago es acompañarlos en ese proceso, como si estuviera a su lado. Me los imagino físicamente, lo que me permite acercarme más a ellos. Después viene la corrección que es un proceso lento, acucioso, que toma tiempo y con el que hay que tener mucho cuidado, porque es cuando se termina de redondear la historia, se revisan los detalles, siempre es conveniente dejar reposar las obras, dejarlas un tiempo y volverlas a leer después. Escribir es un acto íntimo, personal y al mismo tiempo un acto de libertad. 

El litigio de los dioses es su novela más reciente en la que aborda la práctica médica como una premisa esencial, pero también otros temas como la vejez y la memoria. ¿Por qué tiene interés en esos temas?

-La vejez conlleva a un proceso de reflexión en el que puedes ver tu vida en retrospectiva, eso puede ser muy duro, incluso devastador para algunas personas, y eso da mucho para escribir. Me interesa la vejez porque la estoy viviendo y es una vejez que no me la imaginé nunca fuera de Venezuela, de mi entorno, de mi país, alejado de mis afectos. Las circunstancias muchas veces te ponen en situaciones totalmente distintas a las que uno se imaginó de joven.  En relación con la memoria es lo que me permite mantenerme en conexión con mis ancestros, que para mí son fundamentales, son los grandes pilares emocionales y afectivos de mi vida. Me permite mantenerme conectado a mi padre, que es la persona que más ha influido en mí, a mi abuelo paterno, un hombre que quiero y admiro cada vez más, a pesar de estar muerto, porque cuando veo su vida me doy cuenta de lo extraordinaria que fue su conducta. La memoria me permite mantenerme conectado a mi abuela materna, una mujer con una apariencia débil cuando en realidad era de una fortaleza extraordinaria.

“La memoria es recorrer las calles de la ciudad portuaria donde nací en un momento de bonanza -prosigue Morales Chávez-, eso me marcó mucho en lo personal; es recorrer Caracas, en una época que considero estupenda, de progreso, de bienestar y de oportunidades, que no eran iguales para todos, pero las había. La memoria es saber que alguna vez viví en un país próspero, donde la movilidad social era posible; es volver a mis estudios de medicina que los disfruté mucho, donde hice unas amistades entrañables. La memoria me permite acceder a esos recuerdos gratos, en los que no tienen cabida los momentos desagradables, es abrazar a mis amigos, a mis afectos a pesar del tiempo y la distancia, es conectarme con personas que he querido mucho. La memoria es saber que alguna vez tuve un país. En mi caso, la memoria es la nostalgia del inmigrante”.

-En la novela El litigio de los dioses encontramos a dos personajes principales que son médicos y han tenido que salir de su país natal por condiciones políticas que afectaron sus vidas profesionales y personales, ¿se siente identificado con ellos o con alguno de ellos?

-Me siento identificado con algunos rasgos, no con los personajes en su conjunto. Armando Larrazábal y Pedro Santamaría son personajes de ficción creados especialmente para la novela. Ellos tienen su propio perfil.

-¿Qué lugar tiene su país natal en su narrativa? ¿Necesita escribir sobre el país en sus novelas?

-Un lugar importante, sin duda, porque fue donde transcurrió mi niñez, mi adolescencia, mi juventud y buena parte de mi vida. Más que una necesidad, es esperable que algunas escenas de mis novelas se desarrollen en Venezuela. En la actualidad he incorporado a mi narrativa, calles, lugares y situaciones de España, un país al que llegué a vivir en 2007. Desde el punto de vista literario hay situaciones que se desarrollan en ciudades que ni siquiera he visitado, tal como ocurre en El litigio de los dioses con Calgary o Güiria, ciudades a las que nunca he ido y que conozco únicamente por referencia de amigos. Ahora bien, más allá de donde se ubique el mundo novelesco, lo importante es la trama, los personajes y sus conflictos, porque los sentimientos, los problemas, las inquietudes y las expectativas de los seres humanos son similares en cualquier parte del mundo. En los personajes de un cuento, de una novela, más de uno se verá reflejado, al margen de que haya sido escrita o se desarrolle en una sociedad disímil a la nuestra. Por otra parte, hay acontecimientos políticos y sociales, acontecimientos históricos, que independientemente del país donde se desarrollen, resultan ilustrativos para comprender nuestra propia realidad, aunque para eso es necesario liberarse de prejuicios e ideas preconcebidas. 

-En sus cuentos hay algunas situaciones que viven los personajes que podrían ser situaciones que ha vivido el autor, como el hecho de despedirse en un aeropuerto de seres queridos, o de presenciar las terribles consecuencias de fenómenos naturales como el deslave de Vargas, en Venezuela, ¿en qué medida sus propias vivencias forman parte de sus narraciones?       

-Tengo algún relato biográfico. Uno es el momento que me tocó despedirme de mi padre en Venezuela para viajar a España sabiendo que no nos volveríamos a ver, fue una despedida sin aspavientos ni dramatismo, serena; hay quien pueda considerarlo nostálgico, yo lo escribí y lo leo desde el amor: desde el amor de un padre por un hijo y de un hijo por un padre.  El otro relato que se llama Cinco minutos, fue galardonado en México y trata sobre un desastre natural en la zona donde yo vivía. Fue particularmente difícil encontrar las palabras adecuadas para expresar el vacío interior del personaje, que a fin de cuentas fue lo que yo experimenté. A veces pienso que en situaciones como esa, el cine tiene recursos que pueden resultar muy útiles, es lo que siento cuando veo la escena final de la película El pianista de Roman Polanski; cuando veo al protagonista, caracterizado por Adrien Brody, en el final de la película caminando entre las ruinas, me veo a mí caminando entre los escombros de la urbanización donde vivía. 

“En la obra de todo escritor siempre hay aspectos biográficos, o sus posturas ideológicas o ante determinadas situaciones de la vida, que queda expresada a través de los personajes y de la voz del narrador, pero también hay mucho de ficción, y ese es mi caso. Hay lectores a quienes les cuesta mucho entenderlo, porque creen que siempre se escribe a pie juntillas, y no es así. Lo que he escrito hasta ahora es más ficción que biográfico”. 

-Para usted ¿qué papel juega la imaginación en el proceso de creación de sus novelas?

-Es clave y además es una de las cosas que más disfruto. Un escritor debe tener la capacidad de imaginar distintas situaciones, sobre todo que le sean ajenas a su realidad. Creo que esa es una de las cosas extraordinarias que tiene escribir; pero para eso es necesario vencer nuestros propios miedos, a fin de cuentas, escribir y publicar es exponerse. Cuando el escritor no es capaz de despersonalizarse para ponerse en los zapatos del personaje, lo que resulta es una narración plana carente de profundidad literaria, y el lector lo capta.

-¿Actualmente se encuentra trabajando en algún próximo proyecto de novela o más bien necesita un tiempo de descanso después del lanzamiento de una novela?

-Actualmente estoy preparando el proyecto de una nueva novela. Primero estoy madurando la historia y sus personajes e informándome sobre el tema que voy a abordar. Simultáneamente continúo con la promoción de El litigio de los dioses, una novela que ha tenido una buena acogida de los lectores y de la que me siento muy satisfecho por haber podido engranar tantos temas sin que se perdiera la coherencia narrativa.

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