Un tipo raro, tímido y perfeccionista, decía la prensa de Joaquín Cortés a mediados de la década de los años ochenta. Un tipo, también, reconocido como uno de los más importantes documentalistas, directores y fotógrafos venezolanos.
Este martes, luego de sufrir un ACV tras una operación reciente de cadera, para el que no recibió asistencia médica, falleció a los 81 años de edad este maestro del lente.
Cortés nació en Barcelona, España, en 1938, y en 1954 se estableció en Caracas. En 1961 se graduó de actor en la Escuela Nacional de Arte Escénico Juana Sujo; en 1962 estudió en la Escuela Técnica de Fotografía, y en 1971 partió a la ciudad de Nueva York para estudiar, junto con Phillip Hallman en la New York School for Social Research, y en la Universidad de Nueva York junto a Cornell Cappa.
Su primera exposición individual, 45 fotos de Joaquín Cortés, fue presentada en el Ateneo de Caracas, donde mostró fotografías con temas humanistas y naturales con foco en Los Andes, Caracas, Margarita, Curiepe, Araya y Yare. Durante la década de los setenta, y hasta el 2003, fue invitado a presentar su trabajo en importantes galerías de Nueva York, Washington, Barcelona, La Habana, así como en Caracas.
A pesar de que la fotografía fue parte esencial de su vida, la producción cinematográfica ocupó un lugar aún más importante. En primer lugar, destacó por sus documentales: Una gran ciudad (1973), Apuntes para un filme (1979), Mina de diamantes (1979), El domador (1979) y Sorte (1977). Luego migró al mundo de la ficción con Caballo salvaje, 1983, y al género noir con Asesino nocturno (1986).
Cortés interpretaba la realidad del país de una manera innovadora, pues dejaba que los personajes se representaran a sí mismos y cedía espacio a la espontaneidad. Consideraba que era importante hacer documentales para dejar registro de lo que sucedía en Venezuela en un lugar y tiempo determinados; además, alentaba a los documentalistas a que grabaran para que quedara una memoria visual del país.
El Nacional recoge, en una edición de 1980, una anécdota de Cortés durante la filmación de Las minas. “Cuando llegué a las minas fui a enseñarles las cartas y los papeles a la Guardia Nacional y ellos me preguntaron: ‘¿Bueno, y cuándo llega la gente de la película?’. Entonces les dije que era yo solo. Se reían. Pero al mismo tiempo se sintieron completamente libres, liberados de tener que estar actuando. Todo el pueblo me veía con la cámara, el grabador y decía: ‘¡Ah, bueno!, ahí va el loquito de la película”.
Durante su carrera recibió varios galardones internacionales, entre ellos el Gran Premio del Jurado del Festival Iberoamericano de Cine de Huelva, España; el Gran Premio del Festival de Cine Nacional en Mérida; el Dragón de Plata y el Osiris de Oro en el Festival Internacional de Cortometraje, Polonia, y el Premio Nacional de Cultura, Mención Fotografía, en Venezuela.
En 2013, dejó a un lado el trabajo audiovisual para dedicarse a la escritura de cuentos.
La última exposición del artista, El tempo de la imagen (2016), recuperó más de 60 de sus fotografías en la sala TAC del Trasnocho Cultural donde, además, se proyectaron fragmentos de sus documentales.
La exhibición estuvo integrada por fotografías captadas entre 1967 y 2007, en Venezuela, España, Inglaterra, Estados Unidos, Brasil e Italia.
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