Notre Dame

El programa sobre la restauración del interior de la catedral de Notre Dame de París, que quedó parcialmente destruida en el incendio de abril de 2019, preparado por la diócesis de París, se presenta hoy ante la Comisión Nacional de Patrimonio y de Arquitectura en medio de numerosas críticas.

Como cesionaria de la catedral, la diócesis de París realizó un estudio global sobre la reposición del mobiliario litúrgico que se perdió en el incendio, que tiene en cuenta las necesidades de culto, así como de la gestión de los flujos de fieles y visitantes.

El análisis del dossier este jueves permitirá fijar las grandes líneas sobre el acondicionamiento del interior de la catedral, cuando ya se ha establecido que, en el exterior, la aguja y la cubierta de Notre Dame se reconstruirán de manera idéntica al estado anterior al fuego.

Algunas de las filtraciones sobre este programa hablan de la instalación de obras de arte contemporáneas, frases bíblicas en los muros proyectadas en varios idiomas y otras experimentaciones contra las que se han alzado historiadores de arte y especialistas.

Uno de los elementos de la polémica es el eventual cambio de sillas por bancos con ruedas y la ampliación de la iluminación.

Según Le Monde, el Ministerio de Cultura no se opuso a que se añadan obras de artistas urbanos como Ernest Pignon-Ernest y otros contemporáneos como Anselm Kiefer o Louise Bourgeois.

«El clero tiene derecho a decidir ciertas cosas pero hay una cuestión que se impone: la historia, el monumento», subrayó en la emisora France Info el fundador de la revista La Tribune de l’Art, Didier Rykner.

Para Rykner, el proyecto supone una «ruptura de la unidad» del monumento. Para la diócesis, en cambio, los cambios en el interior buscan mejorar la acogida del público.

El interior del templo, en el que se celebraban unas 2.400 misas y aproximadamente 150 conciertos al año, debería reabrir en 2024, cinco años después del incendio.

No obstante, la restauración total del edificio podría llevar más tiempo, teniendo en cuenta el retraso acumulado por la pandemia y por la contaminación con plomo del edificio.


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