El título de esta nota podría dar lugar a confusiones, ¿por qué 12 años si esa tragedia se inició con el arribo de Adolf Hitler al poder en la Alemania de 1933 y tuvo su epílogo con la derrota de los ejércitos nazis en 1945? Comencemos por recodar que el 27 de enero de 1945, el ejército soviético liberó el campo de exterminio de Auschwitz y pudo presenciar el horror que allí sucedía. Fue así que el 1º de noviembre de 2005, hace doce años, la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió designar el 27 de enero como “Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto”.
La exposición de motivos de esa resolución se inició con estas palabras: “Recordación del Holocausto: educar para un futuro mejor”. Este tema pone de relieve el hecho de que la educación sobre el Holocausto tiene una dimensión universal y puede ser un foro adecuado para fomentar el respeto de los derechos humanos, aumentar la tolerancia y defender nuestra humanidad común.
El lema que repiten todas las organizaciones judías en el mundo, que se menciona en todas las plegarias y que es el símbolo de Yad Vashem, el memorial del Holocausto en Jerusalén, es “Nunca Jamás”. Ese fue sin duda el objetivo de la escogencia que hizo la ONU, de un día mundial para recordar cada año a los seis millones de judíos víctimas de la barbarie nazi, entre ellas un millón de niños.
La pregunta que surge de inmediato es cuántos países cumplen con ese mandato de la ONU. Es lamentable registrar que son muy pocos, por lo general aquellos de Europa que padecieron en carne propia la ocupación nazi y el exterminio de su población judía y en los que no falta el sentimiento de culpa por su indiferencia o peor aún, colaboracionismo. En la mayoría el recordatorio ha quedado a cargo de instituciones judías o algunas ONGs defensoras de los derechos humanos.
Más grave que no conmemorar una fecha anual ha sido no cumplir con el mandato de educar para que una catástrofe como fue el Holocausto, provocada por el odio antijudío, se repita. Tan grave ha sido que hoy, 73 años después de que el mundo conociera las dimensiones de la tragedia causada por ese odio, la misma Europa donde se perpetró ese crimen sin precedentes, es escenario de la aparición de un nuevo rostro del antisemitismo que comienza con negar que el Holocausto ocurrió.
Toda Europa, sin excepciones, es recorrida por agresiones a judíos en las calles, por ataques a sus sinagogas y otras instituciones, por promover el boicot a todo producto que venga de Israel, el Estado judío. Que hoy ese odio sea alimentado por el fundamentalismo islámico no releva de su culpa a los gobiernos que se mantienen de brazos cruzados. Contemporizan con esos fundamentalistas como ayer lo hicieron con Hitler con la vana ilusión de contenerlo.
En Venezuela donde sería inimaginable que los gobiernos filo islamistas y francamente antisemitas, de Hugo Chávez primero y de Nicolás Maduro ahora, desarrollaran planes educativos contra el odio antijudío, ha sido una entidad privada, Espacio Anna Frank, a la que le debemos año tras año cumplir el mandato de la ONU. Este año 2018, por vez primera, sin la presencia física de su mayor impulsora y su más entregada organizadora, Marianne Kohn Beker. Sirva esta nota como homenaje a su memoria de luchadora incansable por una sociedad sin prejuicios ni odio al diferente.
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