ENTRETENIMIENTO

De un cielo a otro cielo de Cuba

por El Nacional El Nacional

Amor y poesía. El sentimiento y el género literario se entrelazan en el imaginario del común de los mortales. Al margen de otros contenidos temáticos que la palabra poética haya encarnado, la relación con lo amoroso domina y el lector, inexperto o erudito, podrá rescatar algún verso de la memoria. Este esponsal entre el poema y lo amatorio recorre las páginas de la última publicación de la Fundación Caupolicán Ovalles. En su empeño por dar a conocer a las actuales generaciones la voz del poeta venezolano, ha editado el poemario inédito, De un cielo a otro cielo de Cuba (2018). En este volumen, está ausente el irreverente y joven escritor que, en aquellos años de efervescencia revolucionaria, transmutaba el verso en arma política. El ímpetu creativo recorre otro camino, el amoroso, de forma sutil, como aire fresco que acaricia en una tibia noche de caribeña. Y es precisamente en la mítica ciudad de La Habana donde el poeta, entrado ya en la madurez, engendra los seis poemas de esta entrega.

La lectura nos transporta a esos momentos fugaces cuando el deseo se funde en otro cuerpo y el placer carnal transmuta, por instantes, en comunión de espíritu. Los versos rompen las manecillas del reloj para medir el tiempo por los sentidos: sensación táctil de “seis y cuarenta y cinco besos”; visual, “de seis y cuarenta y siete nubes”. La página en blanco no es barrera para la pluma que transfiere la imagen-vivida: una boca, un cielo, una tarde o mañana dedicada al encuentro con la mujer cuyo nombre metamorfosea en “rosa del río” que “expira en mis manos”.

Los poemas, seis en total, recorren el andar enamorado del poeta durante una semana por las rutas carnales de la amada dibujada sobre el fondo de una isla de cielo “azul azul / verde verde / amarillo amarillo / de Varadero y La Habana”. La sensualidad domina cada línea de los versos. Mas la pluma poética en ese acto de traducir la existencia en palabra vierte en el lienzo blanco otros sentires del bucanero, como se autodenomina el poeta, pues si bien “el fuego del amor te llama / y también canta”, el trovador le regala “el viento de la risa / que es suya / su Dios y mi Dios / y las mil y una noches de la mañana”. Quedarse solo en el frenesí y erotismo que nace del poema dedicado a la mujer-isla soslayaría la ternura de quien se asombra de encontrar en un roce de la piel otra emoción más allá del placer.

Interesa destacar de este volumen cómo la palabra amorosa traspasa las líneas del poema para irrumpir en los diferentes textos que abren paso y cobijan los poemas. El primero, “Carta al Caupo”, es la epístola de Manuel Ovalles, confesión del hijo que, desde la distancia de los años, se reconoce en la imagen-espejo del poeta-padre, en la vivencia compartida de un viaje por la isla-mujer y la mujer-isla; revive, con el recuerdo y el hallazgo del poema, la semejanza con el progenitor y, en cierta forma, el don de la palabra que lo conduce a plasmar, en la breve epístola, su propia vena creativa.

El amor filial de la carta da paso, en un segundo umbral, al sentimiento compartido de admiración por la isla mayor del Caribe y la escritura. El prólogo de J.J. Armas Marcelo, “Una ciudad con nombre de mujer”, es también la confesión del encantamiento que La Habana ejerce sobre intelectuales y escritores que encuentran en la ínsula la encarnación del mito construido por otros antes que ellos (Hemingway, Lorca o los mismos cubanos, Cabrera Infante, Lezama Lima, Padura): espacio edénico, paraíso de sensualidad donde los sueños eróticos cobran cuerpo y la creación literaria, verso o prosa, se convierte en receptáculo de experiencias e imaginación.

Tras los dos primeros textos que flaquean la lectura, Miguel Marcotrigiano vuelve a invitarnos en este volumen a profundizar en la poesía de Caupolicán Ovalles y ubicar el poema en el conjunto de su producción y reconocer elementos repetitivos que van articulando, pese a la diferencia temática, su marca personal: la estructura del poema, ese “diario lírico”, como bien lo califica el crítico y que recuerda a otra de las obras, Convertido en pez viví enamorado del desierto; o la tendencia a introducir nombres propios, y llevar lo poético al terreno histórico personal.

Cierra el libro el epílogo de Armando Rojas Guardia quien, siguiendo la línea crítica de Marcotrigiano, subraya el perfil del bardo, su vena mordaz; actitud existencial inspiradora de aquellos que posteriormente configuraron el grupo Tráfico, para quienes Ovalles representaba el “Allen Ginsberg nacional”. Mas el poemario despierta en el también vate y ensayista otras lecturas alejadas del Aullido de la Generación Beat. La delicadeza, voz con la que califica la lírica del autor, acerca irónicamente al irreverente Caupolicán a la poesía erótica-amorosa de Garcilaso y Lope de Vega, de los venezolanos Juan Liscano y Antonio Arráiz e, inclusive, a los versos de ese libro bíblico sin igual como es el Cantar de los cantares.

Acompañan al poemario las ilustraciones de Víctor Hugo Irazábal cuyas imágenes contribuyen a recrear visualmente el contenido poético, con la misma fineza que caracteriza los versos o la escritura de todos los que rinden homenaje al poeta y su obra en esta edición. El lector que haya aceptado anteriormente la invitación de la Fundación Caupolicán Ovalles para conocer la obra del literato venezolano disfrutará del hallazgo de este poemario inédito, que se presentó en la Feria Internacional del Libro del Caribe (FILCAR 2018) en la isla de Margarita.

De un cielo a otro cielo de Cuba es, además de un nuevo encuentro con la obra de Caupolicán, el reconocimiento de ese sentimiento que traspasa el deseo y se transforma en comunión con el otro, canto al amor en sus múltiples manifestaciones y que ha cobrado forma en este libro.