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En una trama que se desarrolla en muchas direcciones y realidades cosmopolitas, sin perder el hilo conductor, Aquella mujer seduce al lector y lo conduce de la mano a través de un mundo de ensueño y poesía cuyo escenario es universal. Eso explica por qué la novela del periodista y escritor venezolano Alexander Cambero -en los primeros días en la plataforma digital de Amazon- atrae la atención del público y recibe elogios de la crítica.

Inspirada en la fuente inagotable del amor, Aquella mujer embrujó a Cambero para que en un mes de arrebatada inspiración diera testimonio de esa historia apasionada. Quinto lugar entre más de 600 obras participantes en el concurso anual organizado en 2016 por el Ayuntamiento de Leipzig, en Alemania, la obra es la única distinta de esa nacionalidad y figuró primero entre las 10 mejores del certamen.

Apoyada por mecenas como la escritora venezolana Theira Añez Ferrer en Holanda, la novela de Cambero vio la luz en las plataformas de Amazon y la Casa del Libro, en España. El autor, refugiado en la Duaca de sus desvelos, comparte los detalles.

–¿De dónde surge Aquella mujer?

–Era estudiante de la Universidad Católica Cecilio Acosta de Maracaibo. Viajaba desde Barquisimeto para ver una materia cada tres semanas, el tercer sábado del mes. Como tenía mucho tiempo, me iba temprano. Yo esperaba que me acompañara una amiga que me interesaba; la joven jamás llegó al terminal. Eso me deprimió un poco, ya que contaría con cuatro horas para hablarle de amor. Llegamos a Carora y el asiento contiguo siempre queda vacío. Cercanos a la población de Palmarito, del importante municipio Torres, un hombre de mediana edad se sienta a mi lado. Sin mirarme me dice algunas cosas que me hielan la sangre. De sopetón me indica: «Esa mujer jamás será para usted». Sorprendido, le pregunto por qué me decía eso. El hombre prosigue hablando sin parar. «Ella es una mujer casada que dentro de algún tiempo se marchará de Venezuela, sus vidas transitan por caminos diferentes que jamás se cruzarán». Los detalles verborreicos del hombre me fueron sorprendiendo aún más, un vidente ofrecía una visión de mi vida como leyendo mi mente. Le pregunto por qué me cuestas eso. El hombre me mira por única vez para enfatizar: «En la madrugada, mientras oraba, recibí una visión que me indicaba que tenía que tomar una buseta proveniente de Barquisimeto, allí encontraría un asiento vacío. Dale este mensaje que te indico al hombre que viaja a tu lado». Al bajarse me entregó su tarjeta. Era técnico en refrigeración. Un creyente evangélico que, al descender de la unidad, noté que cumplía con un mandato desconocido. El viaje sigue con el asiento vacío. Más adelante lo ocupa una espectacular morena que se roba todas las miradas. Es profundamente hermosa, de cuerpo curvilíneo y de generosos senos como armoniosas armas de guerra. Sus ojos profundos tienen los misterios del amor en ciernes. Cruzamos algunas palabras que se ofrecían como escudos de todas las miradas. Le escribí un poema violentamente, con el correo y mi antiguo número telefónico como estampilla. Nos despedimos con una larga mirada que se volvió eternidad. Al llegar a Maracaibo me fui al paseo del lago. Allí me llamó poderosamente la atención una joven rubia de ojos azules con una cabellera en rulos que caían sobre sus hombros. Yo escribía otro poema, cuando la joven se acerca y me dice: «El amor es muy bonito, pero duele mucho». Le pregunto que cómo una mujer tan bella, que seguramente tenía una colección de hombres detrás de ella, podía pensar eso. Enseguida me cuenta una historia dantesca. Había sido vendida por la supuesta abuela a un zar de la droga de la costa colombiana. Al caer en el abismo se había convertido en prostituta, lesbiana, mula de la droga y traficante. Un buen día estaba en la zona rosa de Cartagena, cuando un hombre la contrata. Suben a una habitación de un lujoso hotel. Cuando ella se desviste, el hombre no la mira sino que llora. Ella piensa que es un depravado que piensa asesinarla. El hombre saca dos frascos de un misterioso maletín. Le pregunta con voz firme: «¿Qué observas en mis manos?». Ella le responde con enfado: «Bueno, un frasco con estiércol y el otro de agua cristalina». «Perfecta hija -le dice él- has acertado». Y añade: «Ahora te digo algo: o lavas tus heridas en el agua cristalina, o prosigues en la cloaca». La joven decide salir de su infierno y es una reputada profesora universitaria de la Sorbona, con otras cuatro carreras, que se encontraba en Maracaibo para contar su terrible experiencia y posterior resurrección. Luego de ocho años de esos eventos, una mujer comienza a escribirme decididamente por las redes sociales. El interés crece, hasta que hablo con ella. En las primeras de cambio no la recordaba. Ella me cuesta detalles de mi vida en el último tiempo. Me sorprende la precisión. La pregunto de dónde nos conocemos. Me indica que era la mujer que se sentó a mi lado en el autobús rumbo a Maracaibo. Inmediatamente recordé a Juribeth Melisa Molina Ulacio. Sus curvas desenfrenadas, en una belleza simpar de senos y ojazos de ensueño. Me envió el capture con el poema escrito por mí y el antiguo número telefónico. Con todos esos elementos escribí la novela en un mes.

–¿Cuál es la trama de la novela?

–Una mujer regresa ocho años después, buscando al amor de su vida, al que conoció en un autobús. Pasión de cinco minutos con un nombre y un beso que fue su eternidad. Una niña es vendida por la supuesta abuela, violada a los 13 años de edad en su casa de Cartagena, se convierte en prostituta y distribuidora de drogas hasta que un buen hombre descubre su destino. Con gran esfuerzo logra surgir del abismo y se convierte en un ejemplo mundial por coronar cuatro carreras universitarias y una maestría en la Sorbona, en su alma no quedaron cicatrices ni amarguras. Salió del infierno personal, decidió no quedarse hundida en el estiércol de la miseria, se lamió las heridas y a punto de arrojo logró vencer todos los obstáculos comenzando por sus demonios. Una metamorfosis que la llevó de la lágrima amarga a la sonrisa de triunfo. Desde las profundidades, una hermosa chica emerge después de quinientos años para amar al peor criminal de Europa. Es la misma mujer que en 1550 fue el fugaz romance del rey Felipe en su viaje con destino a Portugal. Un albur de mujeres fascinantes expuestas en escenarios extraordinarios de países de ensueño.

–¿Aquella mujer participó en algún concurso?

–En 2016, el Ayuntamiento de Leipzig, en Alemania, organizó su concurso anual de literatura. Más de 600 obras fueron recibidas, algunas provenientes de tierras lejanas, como nuestra Duaca. Una noche lluviosa aquella mujer cruzó el océano para adentrarse en las profundidades germánicas. Su mágica presencia de hermosa hembra tropical, revestida en atuendos de letras profundas, logró impactar con su trama. Luego de 10 meses de espera, una madrugaba nos despertó una llamada telefónica. El jurado nos informaba que nuestra obra estaba entre las 10 mejores del concurso. Una gran emoción nos embargó. Al final, mi novela Aquella mujer lograba el quinto lugar entre 600 obras. Fue la única no alemana que estuvo entre las finalistas. Me imaginé la ciudad con sus coquetos edificios rojos, encantados con la morena de ojos profundos, calles esplendorosas bajo el efluvio medieval. La noche seducida por una mujer distinta de su horizonte de armaduras de piedras.


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