Cuarenta años después de su estreno en 1979, Francis Ford Coppola continúa su obsesión por Apocalipsis Now. El clásico del cine regresa a la gran pantalla en una nueva versión restaurada, media hora más larga que la original.
Pese al éxito de su filme sobre la guerra de Vietnam -Palma de Oro ex aequo en el Festival de Cannes en 1979 y convertido en referencia del séptimo arte-, Coppola nunca estuvo realmente satisfecho con su obra original, que había condensado en 2 horas 33 minutos.
En 2001, sacó una nueva versión ampliada 49 minutos, Apocalypse Now Redux, con escenas suplementarias.
Apocalypse Now Final Cut, de una duración de 3 horas, estrenada el jueves en Estados Unidos, es un término medio entre sus versiones anteriores, con una restauración, por primera vez, a partir del negativo original, que llevó casi un año, y una calidad de imagen mejorada.
“Mejor versión de la película en el mundo», según el cineasta, este Final Cut, presentado por primera vez en abril en el Festival de Tribeca, en Nueva York, “aporta una calidad de imagen y de sonido superior a la anterior”, dijo. “El público podrá ver, oír y sentir esta película como siempre soñé”, añadió.
En Nueva York, el cineasta de 80 años de edad declaró que “siempre lamentó algunos cortes” que tuvo que hacer en 1979, pero que la segunda versión le parecía “quizás demasiado larga”, de ahí esta tercera.
Locura obsesiva
La restauración evidencia la relación obsesiva que el director de El Padrino mantuvo con este clásico del cine.
El expresidente del Festival de Cannes, Gilles Jacob, recuerda en un libro que en 1979 Coppola “llegó a tal nivel de locura obsesiva que, el mes anterior a Cannes, creó un final por semana”.
Cuenta que el realizador estadounidense presentó en Cannes dos finales posibles. Una última duda que surgió para coronar su incapacidad para montar 50.000 metros de película y decidir entre diferentes montajes, un trabajo que le tomó más de dos años, subrayó Jacob.
Antes de todo esto, el rodaje de esta adaptación libre de la novela de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, que cuenta el periplo del capitán Willard (Martin Sheen en la película), encargado de encontrar y eliminar al coronel Kurtz (interpretado por Marlon Brando), estuvo lleno de dificultades inimaginables.
Tenía miedo
“Estábamos en la jungla. Éramos demasiados. Teníamos demasiado dinero, demasiado material. Y poco a poco, nos volvimos locos”, declaró Coppola en el Festival de Cannes.
El rodaje comenzó el 20 de marzo de 1976 en Filipinas. Previsto para durar unas semanas, se alargó finalmente 238 días.
Primero surgieron problemas con los actores: elegido especialmente tras el rechazo de Steve McQueen, Harvey Keitel desagradaba a Coppola. Lo reemplazó por Martin Sheen, pero este sufrió un infarto en 1977, y tuvo que ausentarse varias semanas.
En cuanto a Marlon Brando, llegó sin haberse preparado.
Las condiciones climáticas fueron igualmente muy difíciles. A finales de mayo de 1976, el tifón Olga destruyó el decorado y el material, lo que interrumpió la producción durante seis semanas.
A lo que se sumó los brotes de paranoia de Coppola, bajo los efectos de la droga, que perdió unos 40 kilos y tuvo que hipotecar sus bienes para financiar el filme. El presupuesto, de 13 millones de dólares al principio, pasó a 30, llevándole al borde de la ruina.
“Seamos honestos. Tenía miedo”, confesó el cineasta en el Festival de Tribeca. Pero “si uno quiere hacer arte, hay que aceptar el riesgo”, concluyó.