Para celebrar por adelantando los 30 años del estreno de El silencio de los inocentes -que llegó a las salas de los Estados Unidos el 14 de febrero de 1991-, la revista Variety reunió a Jodie Foster y Anthony Hopkins, sus protagonistas, en una charla que reveló muchos de los secretos de la filmación del filme ganador de cinco premios Oscar, incluidos los de Mejor Película, Actriz y Actor.
Dirigido por Jonathan Demme, el éxito global del filme que recaudó más de 270 millones de dólares en todo el mundo fue una hazaña notable para una película de suspenso solo apta para mayores de edad. Sin embargo, su título, en principio, confundió un poco a su actor principal. «¿Es un relato infantil?», le preguntó Hopkins a su agente cuando le contó que había recibido una oferta para trabajar en una película llamada The Silence of the Lambs, cuya traducción literal es El silencio de los corderos.
«Luego, cuando me envió el guion, leí diez páginas y le pregunté si el ofrecimiento era real, porque era lo mejor que había leído en toda mi carrera», recordó el actor en la charla vía Zoom organizada por Variety. Durante la conversación con Foster, el actor también confesó que en un principio no podía creer la suerte que tenía al trabajar con la actriz que pocos años antes, en 1989, había ganado un Oscar por su papel en Acusados. «Me daba miedo hablarte», contó Hopkins.
Pero claro, apenas se metió en el papel del doctor caníbal Hannibal Lecter la que tuvo miedo fue Foster. «Recuerdo la voz y el tono metálico que usaste en la primera lectura del guion. Cuando te convertiste en Hannibal Lecter sentí un escalofrío. Después de eso estaba demasiado asustada como para charlar», rememoró la actriz que concibió a Clarice Starling, la agente del FBI obligada a colaborar con el asesino Lecter para atrapar a otro peligroso criminal serial, como una heroína.
«La escena que me ayudó a afirmar el personaje es una que aparece al comienzo de la película. Clarice entra a un ascensor y está rodeada de agentes masculinos que son todos mucho más altos que ella. Algo en su expresión de calma para mí debía demostrar casi un sentido de vergüenza por no ser más alta, más fuerte, como si con su actitud intentara superar las fallas del cuerpo con el que nació. Ahí entendí que ese era su poder. De alguna manera ella era como las víctimas y el hecho de que pudiera empatizar con ellas la convertía en la heroína de la historia», contó Foster.
Una vez que Hopkins, con la ayuda del director, armó a su personaje con elementos de HAL 9000, el villano de inteligencia artificial de 2001, odisea del espacio, los modos de uno de sus profesores en la Academia teatral británica y su idea sobre los tiburones blancos, el actor decidió permanecer en personaje aun entre una escena y otra. Así, recordó Hopkins que cuando estaban preparando la secuencia del primer encuentro entre Lecter y Clarice, él le sugirió a Demme quedarse parado inmóvil frente a los barrotes porque el personaje la podía oler caminando por el pasillo. Una sugerencia que el realizador aceptó luego de comentar lo extraño que era su actor principal.
Tan inmersos estuvieron los intérpretes en la charla de una hora, recordando su trabajo en el filme basado en la novela de Thomas Harris que para deleite de los fanáticos se despidieron con risueño intercambio: «Bye, Clarice. Bye, Tony, bye, Doctor Lecter».
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