ENTRETENIMIENTO

Ángel Sánchez: Diferenciarse en moda es muy duro

por Avatar GDA | La Nación | Argentina

Del otro lado de la línea su voz mantiene el acento cálido y amable caribeño, algo que mantendrá a lo largo de toda la charla. Pero el tono no es lo único que remite en él a sus raíces. Sus diseños también conservan algo de esa frescura de mar, como si una suave brisa acompañara cada uno de sus delicados vestidos. Ángel Sánchez, venezolano radicado en Nueva York desde hace dos décadas, no se olvida de esas tardes en las que volvía del colegio y observaba a su mamá, costurera, trabajar imparablemente en la Singer. Ni de sus primeros pasos en la moda, cuando decidió que iba a construir vestidos en lugar de edificios y archivó definitivamente su título de arquitecto porque no podía esperar años para ver terminada una obra y se decantó entonces por la moda, que le proporcionaría ese placer de forma más inmediata.

Figura excluyente del Sothelby’s International Six o’ Clock Tea que se desarrollará en Punta del Este, Sánchez palpita desde Miami cómo será su debut absoluto en esta parte del continente, donde, admite, su nombre no es tan familiar como en Estados Unidos, país donde forjó una sólida carrera. Su innegable talento lo llevó a vestir nada menos que a Eva Longoria y a Sandra Bullock en el día de sus bodas. Y a otras tantas, como Thalía, Taylor Swift y Meryl Streep.

«Nunca he estado en Punta del Este. Si viví dos meses en Buenos Aires mientras grababa como jurado la primera edición de Project Runaway. De la Argentina tengo hermosos recuerdos. Mientras viví allí tuve la posibilidad de explorar la moda, de visitar diseñadores, de empaparme de la movida artística. Para mí fue un descubrimiento, hay tanto talento que no se conoce por acá? Somos el mismo continente y no nos conocemos», se lamenta Sánchez, que compartirá pasarela con fuertes exponentes del diseño local, como Benito Fernández, Natalia Antolin y Pía Carregal.

-¿Qué impresión te llevaste esa vez del diseño argentino?

-Sentí que la moda era supermoderna, de avanzada. Realmente ávant-garde. Descubrí una visión y unos códigos que no manejamos aquí. Vi muchas posibilidades de comercialización y un gran potencial. Pero me quedó la duda de si allí el diseño es autosuficiente, es decir, se vende localmente o se exporta. No pude respondérmelo.

-¿Qué es lo que vas a estar presentando en Punta del Este?

-Es la colección de primavera 2018, la misma que presenté en Nueva York hace apenas unos meses. Y creo que va a ir muy bien con el lugar porque es una colección que desarrollé inspirándome mucho en el mar, me propuse representar el romance que se da cada noche entre la luna y el océano. Hay muchos amarillos, azules profundos? Tener como marco Punta del Este es un sueño. Espero que se aprecie en la pasarela ese romance del que hablo.

-Hace muchos años que estás afincado en Nueva York. ¿Qué fue lo primero que aprendiste estando allá?

-Lo primero que aprendí fue la humildad. Yo ya era conocido en Venezuela, pero cuando llegas a una ciudad como Nueva York te das cuenta de que hay mucha gente muy buena y mucho mejor que tú. Hoy soy quien soy porque en ese momento que ya era alguien en mi país decidí ir a probarme entre los mejores. Dicen que soy bueno, pero ¿qué tan bueno soy? Fui a averiguarlo y eso recién lo sabes cuando entras en contexto y en contacto con los mejores. Allí la industria maneja volúmenes diferentes, te obliga a una evolución muy rápida y también traumática, porque tuve que adaptarme rápidamente al gusto americano, a los talles. Era un universo distinto. Pero me obligué a evolucionar como creativo.

-¿En algún momento sentiste que no estabas a la altura?

-Sí, claro. Soy muy crítico conmigo mismo y me di cuenta de que tenía mucho que aprender. Pero así como conocía mis limitaciones y tuve que darme un baño de humildad, también soy un gran orgulloso y no podía volver sin haber triunfado. Así que aguanté muy duro los primeros años. En el camino hubo gente que me abrió las puertas y a la que le debo lo que soy. Yo creo que la clave es pelear duro y no ceder en tus sueños.

-¿Te ayudó que alguien como Carolina Herrera, venezolana como tú, ya hubiera triunfado en el mundo de la moda?

-Carolina era mi inspiración. Para mí, representaba un ícono universal, era mi ídola y por eso mismo me daba mucho pudor acercarme a ella en mis comienzos? Yo no quería que pensara que me acercaba por interés. Cuando vino a mi primer desfile, fue emocionante verla en primera fila. Finalmente, los años y los caminos de la moda y nuestras raíces en común nos han acercado, Hoy puedo decir que es mi amiga, pero no fue mi mentora.

-¿Cuánto de tu reconocimiento a nivel mundial le debés a Eva Longoria, que te eligió para que le hicieras el vestido de novia cuando se casó con Tony Parker en 2007?

-Mucho, muchísimo en realidad. Le debo que la gente viera mi trabajo en las revistas. La verdad le agradezco que me haya elegido pudiendo elegir a cualquier otro. Sin dudas lo de ella fue un antes y un después en mi carrera como diseñador. Lo mismo con Sandra Bullock. En ese momento no dimensioné el impacto, fue una locura, me llamaban de todos lados, me pedían entrevistas? Tuve que cancelar mis vacaciones. Fue desproporcionado y no estaba preparado para eso. Y en términos de venta también fue un boom, porque la gente prefiere vestirse donde se viste una celebridad que le guste. Y tanto Eva como Sandra son mujeres reales, cálidas, la gente las adora.

-Pensar que al principio te resistías a hacer vestidos de novia para evitar que te encasillaran…

-Sí, pero ya no me preocupo más por eso. Era una preocupación inicial, de cómo quería entrar en un mercado nuevo. Diferenciarse en moda es muy duro. La parte que más cuesta es encontrar un estilo personal. Pero fueron las novias las que me brindaron un reconocimiento más rápido, más inmediato.

-Es inevitable preguntarte por la situación en Venezuela, ¿cómo vives lo que está pasando a la distancia?

-Precisamente hoy a la mañana recibí una imagen que un poco resume mi estado de ánimo. Era un arco iris gigante que se había formado en la ciudad. Esa imagen me devolvió la esperanza. Estaba muy pesimista, pero ver el arco iris allí mismo me devolvió la fe. Lo añoro, lo quiero. El que veo por la televisión, el que leo en los diarios no es mi país. Nos lo robaron. Por suerte toda mi familia está conmigo. Mi madre ya tiene 86 años, no era el país para morir ahí.