El índice de inflación en la zona euro registró de nuevo un récord en marzo, al situarse en 7,5% interanual, según Eurostat, en un contexto de guerra en Ucrania que catapultó los precios de la energía.
En febrero, la inflación había sido de 5,9% para los 19 países que adoptaron la moneda única, una cifra que representaba ya el nivel más alto registrado por la oficina de estadísticas europea desde que empezó a medir los precios al consumidor para esa zona en enero de 1997.
Desde noviembre, la inflación bate récord tras récord en los países del euro.
El alza de los precios al consumidor continúa alimentado por la disparada de los precios del petróleo, el gas y la electricidad de manera aún más marcada que antes.
Las tarifas de la energía aumentaron 44,7% interanual en marzo, tras +32% en febrero.
Todos los componentes del índice se ven afectados.
El aumento de los precios de los alimentos (incluyendo el alcohol y el tabaco) se aceleró el mes pasado, a 5%, tras 4,2% en febrero.
Los bienes industriales se encarecieron 3,4% interanual en marzo (+3,1% el mes anterior). Los precios de los servicios no aumentaron tanto (+2,7% en marzo, contra +2,5% en febrero).
Rompecabezas para el BCE
La aceleración de la inflación alimenta una crisis social en Europa, ya que muchos hogares tienen cada vez más problemas para llegar a fin de mes.
También es un rompecabezas para el Banco Central Europeo (BCE), encargado de velar por la estabilidad de los precios.
El récord de inflación, muy por encima de su objetivo de 2% anual, refuerza la presión para que la institución apriete sin demora su política monetaria acomodaticia y, por tanto, aumente sus tipos de interés oficiales.
Partidario de la ortodoxia monetaria, el presidente del Banco Central alemán, Joachim Nagel, llamó el viernes a la institución a «no dejar pasar la oportunidad de tomar las contramedidas oportunas» para frenar la subida de los precios.
Pero una política demasiado estricta podría detener el crecimiento, que apenas se ha recuperado de las consecuencias de la pandemia de coronavirus.
La guerra en Ucrania iniciada el 24 de febrero por Rusia «aumenta la inflación y reduce el crecimiento simultáneamente», destacó el miércoles la presidenta del BCE, Christine Lagarde.
El 10 de marzo, el BCE redujo su previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en la zona del euro para este año a 3,7% (frente a 4,2% anterior).
Al mismo tiempo, aumentó su pronóstico de inflación a 5,1% (frente a 3,2%).
Rusia es el principal proveedor de gas de la UE y el segundo exportador mundial de petróleo.
Pero también es, como Ucrania, una gran potencia agrícola. Ambos representan juntos 30% de las exportaciones de trigo a nivel mundial.
Las tensiones e incertidumbres en la oferta han provocado la subida de los precios de las materias primas en los mercados mundiales en los últimos meses.
Descrita el año pasado como un fenómeno provisional, la inflación va a durar al menos otro año.
Se basa «principalmente en los precios de la energía y de la alimentación», constata Bert Colijn, analista para el banco ING, que espera un nuevo importante aumento el mes próximo.
«¿Lo peor quedó atrás? Podemos dudarlo», afirma.
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