Foto: Jesús Navas

Ana Petrosini, mejor conocida como Anitafit, no camina, baila. Y no frente al espejo –a menos que uno se cruce en su camino–; tampoco dedica sus pasos a alguien en específico. Le baila a la vida misma, como si de una danza eterna se tratase; como rindiéndole tributo a su presente con los brazos abiertos y una sonrisa a prueba de sinsabores. Pero, ojo, siempre al ritmo de la electrónica. Es enemiga acérrima del reguetón y defiende a muerte el protagonismo de la música correcta como método de sanación, purificación y logro de objetivos.

Es una mujer con muchos sueños, ideas clarísimas y los pies bien puestos sobre la tierra. Sabe que es la creadora de un entrenamiento bueno para el cuerpo, claro, pero para la mente, el corazón y el espíritu que son, a su juicio, lo más valioso que tiene el ser humano. Con la apertura oficial del gimnasio BodyBox, y tras el boom que alcanzó su entrenamiento durante la pandemia a través de Instagram Live, quiere brindarle oportunidades a aquellos cuya fe en sí mismos parece escasear, elevar el nivel de juego de los que se atreven a ponerse retos que creían inalcanzables y ser parte de un cambio en las vidas de cientos, tal vez miles, de personas que buscan no un físico de ensueño sino un modo terapéutico de transformación.

Seek progress, not calories (Busquemos progreso, no calorías) es uno de sus lemas y con él se trazó la meta de que tanto sus seguidores como sus alumnos dejen de merodear en sus pensamientos para entrar plenamente en sus cuerpos y lograr un cambio verdadero.

Anitafit, nace una estrella

«Nada de lo que soy y tengo hoy existiría sin lo que ocurrió en la pandemia», señaló Ana Petrosini | Foto Jesús Navas

Ana es una mujer normal y corriente que, luego de dar a luz a su hijo Tomás, decidió hacer un cambio rotundo en su vida, trazándose metas pequeñas y reales a través del deporte. Reconociendo que nunca había sentido pasión por este estilo de vida, se embarcó en el camino y no dio vuelta atrás. Tenía 26 años de edad y para muchos, incluso para ella misma, era algo tarde para comenzar.

«De pequeña no hice ni gimnasia, tenis o natación. Fui una antideporte total. Pero a los meses de haberme convertido en mamá, algo cambió en mí. Se me despertó una hormiguita que, incluso 16 años después, ya con 42, no he podido apaciguar», señaló.

«No fui deprisa, fui realista», comentó la deportista, quien comparte sus clases, tips, vivencias y experiencias con casi 80 mil seguidores en redes sociales y cientos de alumnas que, día a día, la ven presencialmente en su espacio de entrenamiento.

«Lo primero que hice, sin tener idea de cómo, fue correr 1km», recordó. «No aguantaba ni 2 minutos. Poco a poco fui perseverando y mejorando. Corrí 5, 10, 15 y 21km; luego vinieron los maratones y triatlones, a pesar de no saber nadar o montar bicicleta. También me metí de lleno en los trainings para hacer los Ironman y full Ironman», reveló. «Lo hice todo y estaba muy orgullosa, sin embargo, atravesé todo tipo de lesiones», añadió.

Fue entonces cuando comenzó a hacer ejercicios como TRX y de fuerza para ir adaptando su cuerpo y evitar daños a largo plazo. Aprovechó también el tiempo para acumular certificaciones y cursos de entrenamiento físico, pero de manera funcional. «Quería trabajar muscularmente todo lo que estuviese a mi alcance de cara a las competencias y las carreras que se cruzaban en mi camino», subrayó Petrosini.

«Cinco o seis años antes de la encerrona, ya daba clases. Sin embargo, nada de lo que soy y tengo hoy existiría sin lo que ocurrió durante la pandemia», manifestó. «BodyBlock, que es mi sistema personal de entrenamiento, recorrió casi todos los gimnasios de Caracas, e incluso me permitió tener un primer espacio, con dos grandes amigas, en donde impartir las clases. Pero el covid lo cambió todo», sentenció.

Algo que agradecerle a la pandemia

«Fue un viernes cuando todo cerró. Lo recuerdo perfecto como si fuese ayer», recalcó Anita. «Y dos días después, estaba arrancando con mis clases online».

El pedido o, mejor dicho, el clamor de sus alumnas, hizo posible esa maniobra. ¿Clases virtuales a través de los lives de Instagram? «¿Cómo iba yo a hacer algo así? No me preguntes, pero lo hice. En primera instancia, solo para que ellas se conectaran y el estrés no nos apabullara. Fue un método de liberación que haríamos en grupo; no dejaríamos que la negatividad o el miedo se apoderasen de nosotras».

“Lo que jamás pensé fue que llegaríamos al nivel que alcanzamos”

Fue un efecto de bola de nieve. Desde ese día, no la(s) paró nadie.

Sus clases se hicieron virales y la aceptación fue tal que se hacían 4 veces por semana –incluso más–, siempre en vivo. «Alternábamos con funcionales y tae bo, que se conoce como BodyPunch. Literal, se convirtió en una demanda».

A las semanas, sin embargo, entendió que ese formato no era sostenible para ella. «Mi intención fue siempre clara: quedarle bien a todo el mundo y que todos nos conectáramos para poder drenar lo que nos aquejaba. Pero eso no estaba pasando conmigo. Todo se volvió mucho más estresante de lo que esperaba», describió.

“En mi clase se conectaban hasta 2.500 personas diariamente. ¿cómo les iba a fallar? No, eso jamás. Pero me terminó pasando factura. Estaba agotada física y mentalmente.»

Al final, decidió hacer dos clases semanales enfocadas en BodyBlock, que se mantuvieron activas durante la pandemia y hasta hace un mes, diciembre de 2022.

Clases de BodyBlock en vivo hechas por Ana Petrosini durante la pandemia | Foto @soyanitafit

La necesidad de algo propio

BodyBlock debía tener un espacio físico. Sí o sí. «Siempre tuve claro que mi sistema se lo merecía», declaró. La popularidad que obtuvo con sus clases virtuales solo acrecentó esa idea. «Es ahí, finalizando 2021 y aún conciertas restricciones, que decidí invertir en mi visión», rescató.

Fue necesario. Era tanta la petición de sus alumnas por tener clases físicas, que terminó acondicionando un piso de su casa a modo de gimnasio para que grupos de 5 o 6 personas entrenaran con ella. Y así pasaron los meses hasta que con el miedo y el síndrome de impostor muy presente, migró a lo presencial.

Para abril de 2022 tendría su centro de entrenamiento funcional llamado BodyBox en Altamira.

Se habla BodyBlock

«Este no es un espacio normal. No nos regimos por convencionalismos. Más que 4 paredes y máquinas, este gimnasio es una experiencia», declaró. «Aquí se generan endorfinas como sea. Hacemos la misma rutina, pero en diferentes niveles. Todos podemos. Además, la música juega un papel muy importante: es un 70% de la energía que necesitamos para completar nuestro training», señaló Ana.

Los entrenamientos que se realizan son prácticos, útiles y adecuados para cada persona. «En mayor o menor medida, todos somos atletas y la idea es que se cubran las necesidades y objetivos de cada uno. Nuestra metodología incluye ejercicios y movimientos que ayudan al deportista a llevar a cabo tareas funcionales, encontrando el equilibrio, estabilidad y fuerza que necesitan. El entrenamiento ayuda a preparar los músculos para actividades del día a día, mejorando el rendimiento deportivo y reduciendo riesgo de lesiones».

Para Ana y sus alumnas, en BodyBox siempre habrá un reto. «No existe la zona de confort», subrayó. Fue enfática en que la energía –así como la música– también lo es todo. “Aquí la gente no está pendiente de cómo se ve sino de cómo se siente. El foco de este espacio es cómo lograr hacer las cosas no cómo te ves en el espejo haciéndolas», remarcó.

BodyBox, más que 4 paredes y máquinas, es una experiencia, según Ana Petrosini | Foto Jesús Navas

Clases y horarios

Tiene 5 tipos en el cronograma de entrenamientos. «Lo ideal es que no se repitan según los días», destacó Petrosini.

Semanalmente, ofrece 4 rutinas: lunes y martes, una; miércoles y jueves, la segunda; viernes la tercera y sábado la cuarta. «Estas son solo de BodyBlock, lo que permite intercalar los entrenamientos por día para que el cuerpo pueda descansar propiamente mientras asimila los ejercicios».

En los horarios coexisten clases de tae bo o BodyPunch, stretching, yoga o stronger, este último con otro ritmo y en base a una técnica mucho más precisa por ejercicio, más de fuerza.

Hay clases para principiantes y avanzados de lunes a sábado, eligiendo el mejor horario entre las 8:00 am y 6:00 pm. «Siempre respetando nuestros cuerpos y amoldándonos a cada necesidad», rescató la entrenadora.

No todas las clases son capitaneadas por Anitafit. «Al principio fue complicado porque todo el mundo quería que yo las diera. Lo hice los primeros 4 meses, pero eran menos clases y menos gente. Así que me encargué de encontrar unas coaches maravillosas que me apoyaran y que trasmitieran la energía que buscaba. Los años de experiencia me han enseñado que, si uno no transmite algo, no existe nada», expresó.

| Foto Jesús Navas

Servicios

Actualmente, 5 entrenadoras imparten clases en horarios diferentes, pero el entrenamiento se basa en rutinas creadas 100% por Petrosini. «Es importante que la gente sepa que también tenemos disponibles 3 consultorios con expertos en áreas nutrición, fisioterapia, quiropraxia y masaje deportivo/descargas musculares», anunció Anitafit. «Pensamos en todo porque nuestros clientes se merecen lo mejor siempre”.

A corto plazo, además, y con la idea de ser un lugar nada convencional, decidió dedicarle un espacio a encuentros especiales, charlas motivacionales, talleres, workshops y cursos con psicólogos o maestros en áreas como la mente, el corazón y el espíritu.

El factor musical para Anitafit

Para Petrosini, hablar de training también es hablar de electrónica. Así como ha dedicado la mitad de su vida al deporte, también se ha volcado en los estudios e investigaciones detrás de los ritmos y la melodía apropiadas para generar una transformación y ser un acompañamiento perfecto en el proceso de entrenamiento.

«Estudié para ser Dj y me metí de lleno a entender qué tipo de compás puede generar endorfinas y contribuir a que logremos objetivos; a inspirarnos», describió. «La gente le tiene miedo a la música electrónica y esa es la única que yo uso en mis clases. No es puro ‘puki puki o taka taka trancado’, hay variantes increíbles, poderosas y beneficiosas en el ser humano a la hora de entrenar», atajó. «Venir a una clase es entrar en un viaje, en un túnel donde la música te va a ayudar a realizar la tarea que cualquiera de mis coaches o yo les pongamos», dijo.

Federico Blank le enseñó cómo planear ese viaje que comienza por el oído y se conecta con los demás sentidos. «Él me abrió la visión a esta nueva experiencia que combinaría con todas y cada una mis clases», remarcó. Su idea, además, con un Dj Booth haciendo esquina en el salón, es aprovechar y darle exposición al talento venezolano para que, en vivo, puedan hacer uso de sus facultades musicales a la vez que le ponen una banda sonora a las rutinas de los participantes.

Ana Petrosini y ‘su familia’ en BodyBox | Foto Jesús Navas

Anitafit y el camino del emprendedor

Para Petrosini todos los días es difícil emprender porque se entrega demasiado y sin límites. «Para mí no hay safety place; no creo en los conformismos», subrayó. No obstante, está consciente de que su camino fue un poco más sencillo de lo que puede ser para alguien más. «Yo contaba con una trayectoria antes de abrir BodyBox. Ya la gente estaba familiarizada con mi trabajo y quienes no lo hacían llegaron a mí por la pandemia. Creo que por eso se me hizo un poco más fácil el poder emprender y verle los frutos tan rápidamente», aceptó.

Sin embargo, eso no resta que cada ladrillo, lamparita, cable, ventana, alfombra; cada mancuerna o caja de entrenamiento fuese puesta con un esfuerzo increíble. «Quien está detrás de este negocio soy yo, nadie más. Gracias a Dios cuento con el apoyo de gente hermosa, como mi pareja, amigos y familia que han estado conmigo en todo el proceso», mencionó.

Sobre si puede vivir de su negocio, comentó que sí sin tapujo, pero destacó que gran parte de las entradas de dinero también se deben a su trabajo como influencer de reconocidas marcas con las que he trabajado felizmente en el país. Pese a esto, quiere ir de a poco desligándose de esa labor.

«Quiero irme quitando esa etiqueta porque es algo que no me llena mucho. Ser influencer es muy superfluo; yo lo que quiero es cambiar formas de ver la vida a través de lo que hago. Dejar una huella diferente en la gente», aclaró. «Quiero darle fuerza a la marca BodyBox, no a AnitaFit». Comentó entre risas que, aunque se le ha hecho cuesta arriba, sigue dándole la batalla.

«No quiero pecar de malagradecida, pero si me preguntan entregaría la batuta a otras generaciones. Yo soy de las que prefiere un trato personal y no montar reels todo el tiempo. Además, ahorita estoy en pleno proceso gerencial y sigo entendiendo cómo llevar las riendas de un negocio como este. ¡Aprender sobre impuestos, facturación y manejo de personal es difícil! Pero estoy avocada a eso», manifestó.

Un futuro enmarcado por los sueños

BodyBox «tiene un Colao«. Y es que para Anitafit era fundamental finalizar una clase y seguir compartiendo. «Quería brindar ese momento de gozo, interacción y alegría porque en mi casa se quedaban por horas al culminar el entrenamiento. Ahí nació la necesidad de Colao, nuestro café/restaurante», señalo.

Este ‘emprendimiento dentro de su emprendimiento’, está capitaneado por Claudio Costante, su pareja, también Dj residente de BodyBox, y su hermano Eduardo. Ambos amantes del café y las comidas saludables. «Aquí ofrecemos el mejor de Caracas; es un café con historia», rescató.

Solo para las alumnas, por ahora, ofrece además, frappuccinos, té de matcha, merengadas de proteína, smoothies, juegos y más. Ya ofrece desayunos como arepas, tortillas de huevo y snacks saludables. «Esta será como la cocina de tu casa», apuntó.

En una palabra, Anitafit define su negocio como terapéutico y como el rayo que sobresale en las paredes de su box, que protagoniza su mercancía (ropa y accesorios), que guinda de su cuello y que lleva tatuado hasta en la piel, su única premisa es la de llevarte a creer que puedes hacer todo. «El rayo es mi alter ego, Elektra; es fuerza, poder y energía. Lo que te impulsará a conquistar retos y seguir objetivos; es orgullo de ser quien somos y lo que hemos logrado», concluyó Petrosini.

BodyBox planea expandirse, pero lo lleva con calma.

Ubicación de BodyBox

Unidad Comercial La Florida, Av. Juan Bautista Arismendi. Piso 1. Justo en frente de Locatel de La Castellana.

Inscripción

Se debe ingresar al link que aparece en la biografía del IG oficial de BodyBox, que llevará al usuario directo al WhatsApp. Desde ese punto, todo el proceso es personalizado.

Precios

Por clase: $20

También se ofrecen paquetes mensuales de 8 clases en $120 y 12 clases en $160.Hay un paquete ilimitado cuyo valor es de $180.

No se paga inscripción.


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