Una nueva reconversión monetaria en Venezuela que elimina tres ceros más de su denominación -para un total de seis en los últimos diez años-, intenta esconder la enfermedad de su economía desde hace más de una década en caída libre, una vieja fórmula para esconder la misma herida.
La decisión del gobierno de Nicolás Maduro de quitar tres ceros de la moneda venezolana y lanzar un nuevo cono monetario más «fuerte» es una medida que ya probó su antecesor el fallecido Hugo Chávez para esconder los daños de una economía colapsada con férreos controles en el cambio de divisas y en los precios, como parte de un modelo que aún no da resultados.
De tal manera que lo que hace diez años eran 50.000.000 de bolívares, y hoy son solo 50.000, el próximo 4 de junio no serán más que 50 «bolívares soberanos», como ha sido llamado por el Ejecutivo a esta nueva versión de la moneda venezolana, lo que equivale a un dólar americano según el cambio oficial, y mucho menos que eso en el mercado negro.
El cono monetario venezolano que apenas tiene diez años circulando colapsó hace más de un año cuando la inflación, salida de control, disparó los precios y los venezolanos necesitaron cada vez más billetes para pagar unos cuantos productos.
A falta de datos oficiales desde hace varios años por parte del Banco Central de Venezuela, el economista y profesor universitario Luis Oliveros estima que la inflación acumulada de los últimos 10 años ha sido de 1.275.000%.
Esto quiere decir que lo que los venezolanos podían pagar en 2008 con un billete de 100 bolívares del casi extinto «bolívar fuerte», la más alta denominación creada en 2008, requiere ahora de varios fajos con 12.750 billetes.
De esta manera es casi imposible que un venezolano pueda pagar en una tienda, supermercado, adquirir un bien o servicio en efectivo a menos de que traslade consigo enormes cajas de dinero.
Los retiros de efectivo en las taquillas del banco son de entre 10.000 y 40.000 bolívares diarios tras enormes filas de personas para las que ese dinero alcanzará solo para pagar el boleto de un día en transporte público.
La escasez de las facturas de dinero ha permitido la formación de un mercado negro de billetes donde las personas compran las notas con un incremento del 100% de su valor, es decir, para comprar 100 bolívares en efectivo deben pagar 200 bolívares vía electrónica.
Esta es una de las motivaciones que expuso Maduro para justificar la nueva reconversión monetaria, frenar la venta y la extracción de billetes y el fortalecimiento de la moneda venezolana.
Oliveros afirma que esta reconversión es «efímera» si no se ejecuta un plan que acompañe la recomposición de la economía, y que «con una inflación mensual promedio de 50 %, en un periodo de un año el valor de los nuevos billetes y monedas quedará disuelto.
Hace apenas un año, Maduro intentó mitigar la escasez de efectivo y la inflación lanzando en circulación 20.000, 10.000, 5.000, 2.000, 1.000, y 500, y apenas hace unos días el de 100.000.
Cuando se anunció, solo el billete de 20.000 habría bastado para pagar el salario mínimo de un trabajador venezolano, a día de hoy ni siquiera juntando todas las denominaciones podrían pagar un litro de leche.
El nuevo cono monetario está compuesto por dos monedas, una de 0,50 céntimos de bolívar (500 bolívares actuales/ 0,01 dólares), otra de un bolívar (1.000/0,02).
Además hay billetes de dos bolívares (2.000/0.04), cinco bolívares (5.000/0,01), 10 bolívares (10.000/0,2), 20 bolívares (20.000/0,5), 50 bolívares (50.000/1), 100 bolívares (100.000/2), 200 bolívares (200.000/4,5), y 500 bolívares (500.000/11).
Venezuela tiene apenas dos meses para adecuarse al nuevo cono monetario y salir del actual, sin embargo, no se conoce de ninguna política prevista para frenar la enfermedad de esta economía y un venezolano necesita de 140 salarios mínimos para cubrir la canasta básica familiar sin importar cuantos ceros estén debajo del tapete.