Djokovic
Foto Capture de video

Un triunfo cómodo, sin incidentes a pesar de que su rival era conocido por su comportamiento díscolo, abrió el camino de Novak Djokovic en el Masters 1000 de Roma. El serbio acababa de vencer 6-3 y 6-1 al francés Corentin Moutet y de hacer las declaraciones al borde de la cancha. Todo era normal, incluso los pedidos de autógrafos de los espectadores a su salida del estadio principal del Foro Itálico.

El número 1 del ranking mundial de tenis firmaba objetos (una gorra, un cuaderno de apuntes) cuando desde el cielo cayó sin aviso un objeto y le pegó en la parte superior de la cabeza. Djokovic se la tomó con ambas manos y lentamente se puso de rodillas con la cabeza contra el suelo, en la puerta de salida. Un agente de seguridad privada lo protegió.

El objeto era una botella de aluminio, como las que utilizan los ciclistas, grande. En principio hubo confusión, pero no desesperación. Y después de unos segundos, el mejor tenista del planeta se retiró al vestuario, asistido por hombres de la organización. Luego, con otro video y una declaración oficial de la organización del certamen, se supo por qué había ocurrido el insólito episodio.

Sucedió que la botella se desprendió de la mochila del segundo aficionado para quien Nole estaba firmando. Cuando el admirador se inclinó para acercarle el anotador, el objeto salió de la mochila y cayó justo en la cabeza de Djokovic. La trayectoria fue, entonces, breve, pero la botella dio con cierta fuerza contra la cabeza del jugador.

Para el serbio fue un cierre negativo de una jornada que había empezado mal en lo deportivo pero que se había acomodado. Moutet estuvo 3-1 al frente con un quiebre de ventaja en el set inicial. Luego Nole prácticamente arrasó con su rival, ganando 11 de los siguientes 12 juegos.

En medio se dio otra situación inusual. En un momento en que debía servir el francés sonó un teléfono. El umpire brasileño Carlos Bernardes señaló la anomalía y el público rió cuando se dio cuenta de quién era el responsable: el propio Moutet. Se dio cuenta de que se trababa de su celular y trotó hacia él con los brazos en alto, pidiendo disculpas. Djokovic, propenso al buen humor y las bromas, sonrió por el episodio.

El llamado inoportuno a Corentin Moutet

El hecho recordó a uno que Gastón Gaudio había protagonizado en el torneo de Viña del Mar, Chile. El argentino se enfrentaba con el español David Sánchez en febrero de 2005. Como el de este viernes en Roma, aquella vez el llamado tuvo la puntería de no irrumpir en medio de un tanto, sino en un lapso entre puntos. Le tocaba servir al campeón de Roland Garros 2004, y cuando se disponía a hacerlo apareció un ruido.

Mucho más raro que un simple sonido de llamado, porque era la época de los ringtones personalizados. “Atendé, Gastón. Teléfono. Atendé, Gastón”, se escuchaba una y otra vez. Y no era un espectador el que lo decía, sino el propio artefacto. Con una voz graciosa, forzadamente ridícula.

Hubo alguna risa por ahí. Y también los periodistas de la transmisión argentina lo tomaron con gracia. Por cierto, a Gaudio, que al principio se resistió pero luego fue a anular al intruso, no lo desenfocó el incidente. Terminó imponiéndose 6-4 y 6-2 en la segunda rueda, camino a conquistar ese certamen de la costa del Pacífico.

Y otro tanto ocurrió este año, a finales de febrero y también en Chile. En el ATP 250 de Santiago, que cerró la gira suramericana del ATP Tour, Tomás Barrios Vera estaba por servir frente al también local Alejandro Tabilo. Era uno de los octavos de final y Barrios Vera estaba complicado en el partido: 2-6, 5-5 y 0-30. No era una circunstancia como para que se encontrara de buen humor ante una interrupción externa. Y un teléfono hizo ruido desde algún lugar del estadio. Sonó y sonó, mientras el sacador esperaba que el sonido fuera acallado por el dueño del aparato. Cosa que no ocurría. Claro: ese dueño del aparato era su adversario.

Hasta que Tabilo, que esperaba el servicio, levantó una mano y caminó, mientras Barrios Vera se apartaba. El público empezó a abuchear, pero en seguida cambió la reprobación por risas, cuando se dio cuenta de que el jugador iba hacia su bolso para acallar el extemporáneo llamado. Y todo con el atenuante de que quien había molestado al sacador chileno era también chileno. Tabilo apagó el celular y se dispuso a recibir. Ganó ese game, el siguiente y el partido, 6-2 y 7-5.

 

 


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