Martín Prado fue ovacionado incluso por los aficionados de Filadelfia, el equipo rival / Captura MLB Network

Martín Prado sabía muy bien que el juego del domingo iba a marcar una época para él. Su contrato con los Marlins terminaba ese día y, luego de tres temporadas llenas de lesiones, próximo a cumplir 36 años de edad, ve acercarse el fin de su carrera como pelotero profesional, un lustroso recorrido que incluye 14 campañas en las Grandes Ligas.

Su compatriota Miguel Rojas, nombrado piloto por un día por el manager Don Mattingly, escribió su nombre en el lineup y preparó un pequeño homenaje, para que su amigo, capitán de los peces, no se marchara bajo una sombra de discreción.

Por segunda vez en menos de una semana, un miembro histórico de la expedición venezolana en la MLB afrontaba el fin de su trayecto. Le pasó a Félix Hernández en Seattle y le pasaba ahora a Prado, cuyo futuro es una interrogante.

“Me dije que no iba a llorar”, confesó en una rueda de prensa, transmitida por FOX Sports Florida. “Fue un momento muy emotivo”.

Prado sí lloró. No al comienzo del modesto tributo, pero sí poco después. Se vio en su rostro, a pesar de los lentes oscuros que llevaba.

Con un OPS de .559 en 2019, con apenas 195 cotejos disputados en las últimas tres zafras, el ex antesalista de la Selección Nacional sabía muy bien que quizás se trataba de un momento decisivo en su vida.

“Él es una gran persona, que me ha ayudado dentro y fuera del terreno”, soltó Rojas, entrevistado después del compromiso.

“Jugó estos últimos tres torneos castigado por múltiples lesiones, siempre dando el ejemplo con su actitud, preparación y disciplina”, resaltó Mattingly, también.

Prado acababa de sacudir un jonrón, el centésimo de su carrera en las Mayores. “Tardó mucho en llegar”, bromeó. “Fueron más de 200 turnos”.

Rojas decidió entonces hacer una doble sustitución, para que el aragüeño se despidiera de todos en el terreno y no en el clubhouse. Si ese iba a ser el día de su adiós, era mejor que se sellara sobre la grama de un diamante de beisbol.

Los abrazos comenzaron en el montículo, cuando el campocorto devenido timonel informó su decisión a su amigo.

El dominicano Sterlin Castro soltó las primeras lágrimas, allí mismo, en la lomita, y Rojas hizo un esfuerzo por evitar que se le anegara la vista.

Todos los miembros de los Marlins fueron a saludarle afuera o le esperaron en la cueva para expresarle su afecto. Los Filis, el equipo rival, aplaudieron al veterano, alineados todos sus miembros en el dugout de la derecha o haciendo gestos desde el bullpen. Y el público de Filadelfia se puso de pie para ovacionar a quien alguna vez asistió al Juego de Estrellas gracias a su mezcla de talento y determinación.

Fue allí cuando Prado rompió su promesa. Luego de dirigirse a la antesala en lo que pareció un movimiento instintivo, cambió de dirección y caminó hacia la banca, sabiendo que había sido sustituido. Mientras los fanáticos palmeaban, él lloró.

“No sé qué viene en el futuro”, admitió. “Si surge una oportunidad, la voy a tomar. Pero ahora no puedo decidirlo yo solo. Tengo esposa e hijos, vamos a tener otro bebé, hay otras cosas que considerar. Ahora es una decisión de familia”.

Rojas y Mattingly destacaron el ascendente del nativo de Maracay, un jugador que firmó tarde, cuando ya había empezado a estudiar ingeniería en la UCV, porque poco creían en él como pelotero. Se hizo figura de la gran carpa, fue nombrado capitán de los Marlins por su ética de trabajo y su marcha ocurre entre la admiración de quienes jugaron a su lado.

“Lo único que hice fue pasarle a los más jóvenes aquello que otros me enseñaron antes a mí”, aseguró. “Mi único deseo ha sido evitar que cometan los errores que yo cometí. Aquí hay mucho talento joven. He vivido las dos etapas de esta franquicia, con los propietarios de antes y los de ahora. Y aunque el récord no lo diga, el equipo va en una buena dirección”.

“No sé cuánto tiempo tomará”, agregó sobre esa transición. “Pero hay muchos buenos prospectos que van a llegar al Spring Training a pelear un puesto aquí”.

Uno de esos puestos será el que él hasta ahora ocupó. Quizás haga una prueba más en los entrenamientos primaverales o tal vez le ofrezcan un cargo en el cuerpo técnico de Miami, como parece claro que pasará algún día. Por ahora es un adiós. Después se verá.


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