Los equipos grandes se ven cuando tienen que mostrar su valía y lo hacen sin complejo alguno. Ejemplo de ello fue el Liverpool, que llegó a esta jornada final de Champions contra el Red Bull Salzburgo con la misión de ganar para evitar alguna sorpresa que le quitara el boleto a octavos, y salió airoso del compromiso.
El conjunto inglés llegó al duelo con 10 puntos en el Grupo E y sus perseguidores inmediatos, Napoli y Salzburgo, llevaban 9 y 7 unidades respectivamente, por lo que aún habían posibilidades matemáticas de quedar fuera con algún juego de resultados.
Así pues que los de Jurgen Klopp, desde que el Árbitro Makkelie dio la orden para la acción en el Estadio Red Bull Arena en Austria, salieron con todo lo que tenían en su arsenal.
Tanto así que solo al minuto 5’ de compromiso Mohamed Salah, con un disparo detenido por Cican Stankovic, dejó claro que sería una noche difícil para el conjunto austriaco.
Pese a las intenciones del Liverpool, los locales también ripostaron en varias oportunidades. De hecho, Erling Braut Haaland estuvo cerca de inaugurar el marcador al 24′, pero Alisson evitó la caída de la valla visitante.
Ráfaga reds sentenció a Salzburgo
La primera mitad terminó con el marcador igualado, lo que dejaba abierto cualquier desenlace para el partido. Sin embargo, ese escenario se desvaneció en el momento que la maquinaria roja en un abrir y cerrar de ojo puso a los locales abajo en la pizarra 0-2.
El primer mazazo fue obra de Naby Keita al minuto 57’ que, con un cabezazo ajustado al poste, empezó a iluminar el camino para el Liverpool.
Salzburgo no se recuperó del primer gol de los visitantes y un minuto después estaba recibiendo el segundo tanto, con una auténtica joya de videoteca de Mohamed Salah; definiendo sobre la raya final en medio de la presión del zaguero y el portero Stankovic.
Finalmente, el trámite del encuentro no cambiaría y el Liverpool con la victoria aseguró el liderato del grupo, seguido del Napoli con 12 puntos en el pelotón.