El viernes murió en Caracas, Aurelio La Rocca, ex piloto especialista en competencias de velocidad en asfalto, así como reconocido y respetado mecánico.
A los 81 años de edad se marchó don Aurelio La Rocca, una de las figuras del motociclismo venezolano en las décadas de los sesenta y setenta, en las que supo alcanzar dos títulos nacionales, además de brillar en escenarios de América Latina.
La Rocca nativo de Policastro
Nativo de la portuaria localidad italiana de Policastro (en el sur de la nación de la bota, en la provincia de Salerno), en 1957 y con apenas 18 años de edad, La Rocca llegó al puerto de La Guaira:
quizás ese origen frente a las costas del mar Tirreno lo llevó a vivir los cinco primeros años en Venezuela en el litoral central.
De inmediato montó su primer taller, Triunfador. Buena parte de su vida la transcurriría en el vertiginoso ambiente de la velocidad.
En esa modalidad se convirtió en una de sus figuras.
Participó en la I Vuelta Central a Venezuela
En 1961 debutó en las cilindradas pequeñas y en la fecha de apertura, en San Juan de los Morros, alcanzó la victoria en la división 50cc al manillar de una Itom.
El mismo año participó en la I Vuelta Central a Venezuela, en la que logró el octavo puesto.
Sin embargo, tuvo que recargar gasolina en la ruta de 450 kilómetros y fue descalificado.
En 1962 se mudo a la capital y se instaló en Catia. Alí abrió el Taller Aurelio, en el que que se asoció con uno de los corredores más promisorios de la época, Adamo Tursini.
Adamo, como La Rocca, era experto en mecánica de motos.
Título nacional en la clase 250cc, el más recordado
Una de las conquistas más recordadas por Aurelio La Rocca fue la que alcanzó en 1971, cuando se alzó con el título nacional en la clase 250cc, al manillar de una Bultaco modelo Metralla, que intercambió con el propio Tursini.
En esa temporada superó en la clasificación a dos de las leyendas del motociclismo nacional, Pedro José Betancourt y Ferruccio Dalle Fusine.
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Centauro ideal para las cilindradas menores
Su pequeña pero robusta contextura convertía a Aurelio en un centauro ideal para las cilindradas menores, y por ello alcanzó decenas de triunfos en las clases 50, 100 y 125cc, además del mencionado galardón en el cuarto de litro.
Como buena parte de los corredores, tenía sus cábalas y preferencias, en su caso competir siempre con el número 2, que lo identificó durante casi toda su trayectoria.
Internacionalmente, La Rocca supo representar a Venezuela de manera ejemplar. En 1975 terminó segundo en la primera fecha del naciente Latinoamericano de 125cc en Bogotá.
Sus últimos podios en tierras extranjeras los aseguró en 1977 -con 38 años de edad- en San José de Costa Rica, al llegar tercero en el octavo de litro, carreras que registraron la doble conquista del quinceañero Iván Palazzese.
En una ocasión Aurelio estuvo a punto de adjudicarse las 24 Horas de Interlagos. Brasil, en dupla con el caraqueño Oswaldo Quero Cantinflas.
Una falla mecánica a dos horas del epílogo paulista los privó de la resonante conquista.
Compitió siempre como piloto privado
Al competir siempre como piloto privado (con sus propios recursos) tuvo que medirse con otros grandes especialistas que contaban siempre con mejor material mecánico, tales como Andrea Ippolito, Víctor «Guaramaca» Bracamonte, Eduardo Brett y Domingo Cortez.
También con Adamo Tursini, Ferruccio Dalle Fusini y Pedro José Betancourt. A mediados de los setenta debió enfrentarse con una nueva generación de ases encabezada por Aldo Nannini, Gustavo Laya e Iván Palazzese, entre otros.
Con mucho orgullo recordaba que en su trayectoria jamás contó con el respaldo de una gran marca, por lo que siempre preparó y atendió las motos que manejaba.
También le prestó ayuda a muchos de sus compañeros de las pistas, ello siempre de manera desinteresada, sin pedir nada a cambio.
Modesto y bajo perfil
Nunca le gustó alardear de sus éxitos deportivos, siempre modesto y de bajo perfil, aunque sabía perfectamente quiénes fueron los mejores exponentes de la única disciplina en la que compitió.
A diferencia de varios de sus colegas, no se interesó en el motocross. Al colgar el traje de cuero y el casco en 1977, ayudó a varios prospectos, como al futuro doble campeón mundial Carlos Alberto Lavado Jones.
Como profesional de la mecánica, Aurelio La Rocca también se ganó el respeto y la cariño de sus clientes y aprendices del oficio, para convertirse en uno de los pocos artesanos que ofrecía el servicio de rectificación.
En los años setenta se mudó a La Bandera, luego pasó a Prado de María, donde todavía funciona Rectimotos Aurelio, atendido por su familia.
Por Octavio Estrada
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