BÉISBOL

El «Guti» quiere darle un batazo a la artritis

por Avatar EL NACIONAL WEB

En la vida, para lograr el éxito se requiere, además de esfuerzo, constancia, dedicación y disciplina, contar con una pizca de suerte, aunque existan quienes no creen en ello.

Para los deportistas nada es distinto. No todos nacen con la dicha de la fortuna y una mala pasada del destino les ha negado a muchos la oportunidad de conseguir el estrellato, o cuando menos, tener una trayectoria destacada.

El venezolano Franklin Gutiérrez surge como una muestra propicia para avalar la aseveración anterior. El excelso jardinero central no las tuvo todas consigo en su irrupción en las Grandes Ligas, a pesar de haber sido considerado, en su momento, como uno de los mejores jugadores de su posición en todas las granjas de los Dodgers de Los Ángeles, equipo con el que firmó como profesional.

Su extremada delgadez le impedía afianzarse como un bateador peligroso para los adversarios. Aunque exhibía un contacto en la media de la liga, la carencia de producción ofensiva atentó contra su rápido ascenso a las mayores.

Poco a poco el caraqueño fue trabajando su físico. La masa corporal comenzó a causar una transformación en él al punto de que de una temporada a otra el poder de sus batazos comenzó a causar estragos y los Indios de Cleveland, quienes lo obtuvieron vía cambio, finalmente se atrevieron a darle una oportunidad en el equipo grande para las postrimerías de la temporada 2005, justo cuando en Venezuela se había ganado el respeto y el cariño de la exigente afición de los Leones del Caracas.

Fue ese el primer gran paso de una carrera llena de sabores dulces y amargos. Conforme llegó a la cúspide, las lesiones irrumpieron en su vida como una oleada de abejas que persiguen un panal de miel. Sin embargo, su insaciable apetito por triunfar y deseo de superación lo llevaron a librar una guerra en la que ganó múltiples enfrentamientos.

Pero en 2014, cuatro años después de haberse convertido en el flamante ganador del premio Guante de Oro por su desempeño en los jardines de los Indios y en uno de los venezolanos más emblemáticos en defender las praderas centrales, recibió un duro golpe moral tras ser diagnosticado de Espondilitis Anquilosante, un tipo de artritis que se caracteriza por la severa afectación que causa en la columna vertebral.

La aparición de esta extraña condición influyó directamente en la debacle que sufrió Gutiérrez justo cuando estaba enrumbado al estrellato. Dolores insoportables en las partes óseas. Inflamación en las rodillas, tobillos, hombros y extremidades. Cansancio y hasta ardor en la vista fueron los síntomas que padeció “El Guti”, que inmediatamente se sometió a tratamiento para intentar, al menos, aliviar las secuelas de una enfermedad catalogada como crónica e incurable.

Fue justo en ese 2014 cuando decidió alejarse de los terrenos de juego. Incluso, sopesó ponerle fin antes de tiempo a su recorrido por la gran carpa; aunque con ayuda del cuerpo médico de los Marineros de Seattle, conjunto en el que militaba al momento de la aparición de la artritis, y el apoyo de sus familiares, descartó la idea.

“Me tomé un descanso. Tenía que cuidar mi cuerpo. Estaba a punto de retirarme porque no podía hacer nada. Al comienzo me dolían las articulaciones, estaban rígidas. Me encontraba mal de verdad… Luego decidí dar tiempo para que las medicinas hicieran efecto. Por eso me tomé el año libre y funcionó. Fue entonces cuando resolví seguir haciendo lo mío y prepararme mejor. Tenía que estar fuerte en mi mente y crear un nuevo cuerpo. La vida no sale siempre exactamente como quieres”, fueron las palabras de Gutiérrez en 2015 cuando logró conseguir un contrato de ligas menores con los propios Marineros, quienes lo mantuvieron un tiempo en triple A antes de otorgarle un nuevo chance con el equipo grande, con los que no defraudó con un aceptable rendimiento en el que entre otras cosas, le infligió daños a los lanzadores zurdos y consiguió 15 jonrones en solo 59 juegos.

En 2016 y 2017, cuando pactó con los Dodgers de Los Ángeles, nuevos indicios de la enfermedad se hicieron notar, a tal punto que entre ambas campañas solo pudo disputar 133 desafíos antes de despedirse nuevamente de manera prematura de los estadios.

A Gutiérrez le resultó complicado conseguir trabajo para la actual zafra de la MLB, por lo que desistió de acudir al mercado y se dedicó a pasar tiempo con su hijo de cinco años de edad y su esposa. Con un perfil bajo y poca información sobre su paradero se mantuvo fuera de los radares hasta el pasado 08 de septiembre, fecha en la que los Marineros de Seattle lo invitaron a realizar el lanzamiento inicial en la celebración de la noche latinoamericana en Safeco Field.

Fue allí en dónde el mundo del beisbol volvió a saber de Gutiérrez, quien aprovechó la ocasión para notificarle a la prensa que está decidido a volver y para ello trabajará, en primeras instancias, reportándose a los Leones para disputar la campaña 2018-2019 de la LVBP.

“Si me voy a retirar, me retiraré en mis propios términos. Por eso estoy haciendo esto”, le manifestó el toletero de 35 años de edad al periodista David Gottlieb de MLB.com.