Sentado en su casillero tras el partido que le dio a los Raptors de Toronto el pase a su primera final de la NBA, Kyle Lowry no conseguía las palabras que expresaran su emoción.
“No sé qué decir”, declaró sin quitarle la vista al balón con el que se disputó el último partido de la final de la Conferencia Este. “No sabes lo que se siente, no sabes qué decir. No es un sentimiento que puedas describir”, agregó.
Lowry tenía muchas razones para estar así de emocionado. Después de todo, ayudó a su equipo a entrar en la primera final de la NBA en su historia. Los Raptors lo hicieron viniendo de atrás en una serie que perdían 0-2.
Una cosa sí tiene clara: no es hora de conformarse. Toronto quiere más.
«Voy a saborear el momento –dijo Lowry–. Pero no estoy satisfecho. Nuestro objetivo es ganar el campeonato de la NBA».
El veterano fue el complemento perfecto para el astro Kawhi Leonard, que ha jugado con molestias físicas y a pesar de ello ha llevado en los hombros a la tropa canadiense, que ahora sueña con más.
Para él, además, puede ser un momento de redención después de haber perdido contra los Warriors la final de Conferencia hace dos años, cuando todavía jugaba con los Spurs de San Antonio.
Los Raptors no la tendrán fácil. A partir del jueves chocarán contra los Warriors de Golden State, que con Stphen Curry a la cabeza han ido a cinco finales seguidas y han ganado tres de las últimas cuatro. Pero los Raptors no tienen miedo.
“Ahora estamos en las finales, pero aún no hemos terminado nuestro trabajo», advirtió Leonard.
Después de remontar series adversas para acabar con los 76ers de Filadelfia de Joel Embiid, y luego con los Bucks de Milwaukee de Giannis Antetokounmpo, habría que darles al menos el beneficio de la duda.
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