Invitar a un extraño a quedarse en tu casa puede parecer lo opuesto a unas vacaciones relajantes, pero para algunos viajeros, por los intercambios de casas, vale la pena dar un salto de fe.
«Es como una cita, pero con casas», me dice Liz Barlow.
Con 70 años, esta consultora de gestión semi-retirada ha realizado 31 intercambios de casas y calcula que ha ahorrado más de 20.000 libras —alrededor de 25.150 dólares— al quedarse en las casas de otras personas de forma gratuita.
Ella y su esposo, Ivan Greenaway, de 72 años, comenzaron a intercambiar su casa en 2015, pero no sin ciertas reservas.
Liz recuerda claramente haber pensado: «¿Alguien va a destrozar mi casa? ¿Robar mis cosas?».
«Implica un gran paso al principio, hasta que ya lo has hecho».
Su primer intercambio llevó a la pareja a un bungalow independiente en Australia, antes de un viaje a Suráfrica, donde se alojaron en una casa en un acantilado llena de muebles de madera peculiares.
Pero es una casa situada en medio de un bosque de Alaska la que Liz, originaria de North Yorkshire, aún recuerda.
«Fue simplemente impresionante sentarse en la terraza, mirando los árboles», dice ella.
«Durante las dos semanas que estuvimos allí, hubo una ola de calor. Fuimos a la feria estatal local, al rodeo y, en mi cumpleaños, fuimos a caminar con renos… fue fantástico».
Para Liz e Ivan, intercambiar casas significa sumergirse en el estilo de vida de otra persona, algo que a veces viene con solicitudes inusuales.
«Cuando nos quedamos en Alaska, la (propietaria) nos dijo lo que quería que salváramos en caso de un terremoto», recuerda Liz.
«No eran sus fotos familiares, no era su joyería, era su colcha».
De la ficción a la realidad
La idea de los intercambios de casas se remonta a la década de 1950, cuando los maestros comenzaron a buscar opciones para viajar de manera económica durante sus vacaciones de verano. Sin embargo, para la mayoría de las personas, fue la comedia romántica de 2006 The Holiday (El descanso) la que lo trajo a la atención del público.
La historia de las actrices Cameron Diaz y Kate Winslet intercambiando casas durante la temporada navideña inspiró a Rebecca Pyatt a dar el salto mientras enseñaba en las Seychelles —un archipiélago situado en el océano Índico— en 2017.
«Te da una idea de estar de vacaciones, pero experimentando la vida y la cultura de otras personas», dice la joven de 35 años.
«Puedes ir a hoteles en París y Roma, pero es un poco artificial y realmente no experimentas lo que es vivir allí».
Rebecca logró capturar algo de esa magia de Hollywood cuando ella y sus amigos se alojaron en la misma casa que albergó al reparto de la película de James Bond, Spectre, durante el rodaje del film en México.
«Era una casa enorme, justo en la playa, con una piscina infinita y su propio chef», dice Rebecca, quien vive en Honley, West Yorkshire, en el norte de Inglaterra.
«Fue increíble. El dormitorio principal era absolutamente enorme, tenía un balcón y un baño abierto; podías ver el mar».
A diferencia de Airbnb, explica que el proceso para comenzar a intercambiar casas es mucho más lento, ya que hay que dedicarle mucho tiempo a construir un perfil.
«Recibirás más ofertas una vez que lleves más tiempo en la plataforma», comenta.
«No puedes simplemente reservar porque alguien tenga disponibilidad, todos tienen derecho a decir no».
Aunque no ha tenido ninguna experiencia negativa, Rebecca dice que siempre existe el riesgo de que los intercambios se cancelen en el último minuto.
Sitios web como HomeExchange ofrecen usualmente a sus miembros asistencia con intercambios de reemplazo o alojamiento alternativo si las cosas no salen como se esperaba.
Al igual que muchas otras empresas de viajes, la compañía ha visto un aumento en su actividad desde el fin de las restricciones pandémicas y ahora cuenta con 200.000 miembros activos a nivel global.
La directora de relaciones públicas, Jessica Poillucci, comentó: «Cuando los viajes volvieron, vimos que cada vez más personas recurrían al intercambio de casas».
«La crisis del coste de la vida y la inflación hicieron que viajar se sintiera inasequible, y vimos un cambio en el turismo enfocado en crear contenido para Instagram, donde las personas querían experimentar lugares como si fueran locales… Ahí el intercambio de casas ofrecía una solución perfecta».
Para personas como Liz y Rebecca, los intercambios de casas se basan en la confianza mutua y en «creer en la bondad de las personas».
Rebecca dice que no le preocupa el robo o los daños, ya que «los beneficios superan los riesgos».
«La cantidad de dinero que ahorramos probablemente sea mucho más de lo que tendríamos que gastar en reparaciones», comenta.
«No tengo nada particularmente sentimental, todo es material, se puede reemplazar cuando se rompe».
«Mi idea de una pesadilla»
Sin embargo, Charlotte Hindle —quien dirige la empresa de medios de viaje North East South West junto con el periodista Simon Calder— dice que los intercambios de casas encarnan su «idea de una pesadilla».
«Es realmente difícil invitar a alguien a tu casa», dice.
«Me parece mucho mejor en términos de Airbnb, ya que es una habitación o propiedad separada que puedes controlar y no tiene tus cosas personales por ahí».
Para hacer el proceso más fluido y seguro, aconseja a las personas que tomen inventario de los artículos dentro de la casa y consideren las pólizas de seguro y los riesgos.
«No quieres estar en una situación en la que te acusen de llevarte algo», comenta.
«Si no conocieras a la gente, tendrías que fijarte en todos los controles y equilibrios en materia de seguridad».
¿Cuándo fue la última vez que se revisó la caldera? ¿O cuándo se probaron los electrodomésticos portátiles?
«Si es solo tu casa personal, a veces puedes dejar pasar estas cosas».
A diferencia de simplemente reservar una habitación de hotel con unos pocos clics, los intercambios de casas pueden ser bastante laboriosos, según la fotógrafa Kate Abby.
«Implica mucho trabajo previo, como limpiar más allá de lo que normalmente harías», dice Kate, quien vive en Pateley Bridge, cerca de Ripon, al norte de Inglaterra.
«Cuando te vas de vacaciones, puedes simplemente cerrar la puerta (de tu casa) y dejar la cama sin hacer».
Pero, dice la mujer de 53 años, en comparación con los métodos de viaje más convencionales, los intercambios de casas le dan a su familia la oportunidad de alejarse de los destinos turísticos más típicos.
«A veces vamos a lugares a los que no necesariamente habríamos ido, porque estás limitado por la oferta», comenta.
«Fuimos a un valle en los North York Moors (al norte de Inglaterra), que no está lejos de donde vivo, y nunca había estado allí ni lo habría elegido, pero fue muy encantador».
Los intercambios de casas pueden no ser para todos, pero para los entusiastas del trueque como Kate, Rebecca y Liz, ofrecen la oportunidad de tener vacaciones que de otro modo no podrían permitirse.
«Hemos ido a ver los osos pardos pescando salmón en un río en Alaska, vimos ballenas beluga en la bahía de Hudson, en Canadá», recuerda Liz.
«Hemos tenido experiencias fantásticas».
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