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La segunda muerte del sanguinario médico nazi que se ocultó en Brasil

Hace 40 años, en febrero de 1979, moría ahogado en una playa de Sao Paulo Wolfgang Gerhardt. Recién seis años más tarde se descubriría que en realidad se trataba de uno de los criminales de guerra nazis más buscados, aunque las dudas persistieron por mucho tiempo más

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La noticia, divulgada por todo el mundo, resonó como una bomba: 40 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, Josef Mengele, el médico de Auschwitz conocido como el «Ángel de la Muerte» y uno de los criminales de guerra más buscados del mundo, había muerto.

Por lo menos eso es lo que le confirmó la policía alemana a la familia del médico en Guenzburg, Baviera, en mayo de 1985.

Como prueba, se presentaron cartas escritas por el médico a su único hijo, Rolf, y a un encargado de la empresa familiar, la fabrica de máquinas agrícolas Karl Mengele & Sohne.

La familia de Mengele dijo que se había ahogado en 1979, en una playa de Bertioga (Sao Paulo), en Brasil, probablemente a causa de un derrame, y que había sido enterrado en la ciudad de Embu bajo la identidad falsa que venía usando: la de un amigo austriaco llamadoWolfgang Gerhardt.

Pero inmediatamente surgieron teorías de que la muerte había sido fingida.Sólo la ciencia podría probar que Mengele, de hecho, había muerto, confirmando que los restos mortales enterrados en Embu eran suyos.

«Él era el criminal de guerra nazi más buscado del mundo, luego de que Eichmann (considerado el «arquitecto del Holocausto») fue arrestado, juzgado en Israel y ejecutado», cuenta a BBC New Brasil el estadounidense Eric Stover.

Stover fue contratado en esa época por el Centro Simon Wiesenthal para reunir a un grupo de científicos forenses y llevarlos a Brasil.

«Muchos sobrevivientes del Holocausto estaban disgustados, se preguntaban cómo era posible que Mengele hubiera podido escapar por tantos años… Era importante cerrar ese capítulo, era importante saber que ese hombre estaba muerto».

El «Ángel de la Muerte»

El capitán de la SS (la Schutzstaffel, fuerza paramilitar del Partido Nazi) y médico Josef Mengele llegó al campo de concentración de Auschwitz en mayo de 1943.

Inspirado en teorías raciales nazis, realizó experimentos en más de 3.000 gemelos que le eran entregados tan pronto como llegaban al campo.

Mengele (segundo desde la izquierda) fue apodado el «Ángel de la Muerte» por el modo frío e indiferente con que despachaba a los prisioneros a su muerte

Mató a cientos y disecó sus cuerpos. Sólo 200 de los llamados «gemelos de Mengele» sobrevivieron, entre ellos la judía polaca Jona Laks, deportada del gueto de Lodz a Auschwitz con su hermana gemela a los 14 años.

En una entrevista del archivo de la BBC, ella contó que «Mengele realizó experimentos de inusual crueldad, como cirugías o extirpaciones de órganos sin anestesia».

«Si uno de los gemelos se enfermaba y moría, el otro era inmediatamente asesinado», recordó.

Según el Museo del Holocausto, en Estados Unidos, a diferencia de lo que muchos suponen, Mengele no era el médico jefe del complejo de Auschwitz. «Esa ‘distinción'», dice el sitio del museo, «pertenecía al capitán de la SS, el doctor Eduard Wirths».

Pero a partir de noviembre de 1943 Mengele dirigió el cuerpo médico del campo de Birkenau, el mayor de los 40 campos de Auschwitz.

Cerca de 30 médicos trabajaban en Birkenau. Parte de su trabajo era «seleccionar» a los prisioneros que llegaban al campo, decidiendo entre quienes servirían para realizar trabajo forzado y los que irían inmediatamente a las cámaras de gas.

Por el modo frío e indiferente con que despachaba a los prisioneros a su muerte, con un gesto de la mano derecha, y porque -según relatos de sobrevivientes- estaba en la rampa donde se realizaba la selección incluso en sus momentos de descanso, Mengele recibió el apodo de »Ángel de la muerte».

Niños sobrevivientes de Auschwitz

Hoy se sabe que después de la guerra pasó un tiempo escondido en una granja en Baviera. En 1949, huyó a Génova, Italia, desde donde embarcó a Argentina con un pasaporte emitido por la Cruz Roja. Vivió en Argentina vendiendo máquinas agrícolas de la fábrica de su familia.

A finales de los años ’50, cuando se vio amenazado de extradición,huyó a Paraguay. Poco después, huyó de nuevo, hacia Brasil.

En los últimos años vivió en granjas y casas en Nueva Europa, Serra Negra, Caieiras y Diadema, en el estado de Sao Paulo, antes de mudarse a la capital paulista a mediados de los ’70, donde adoptó la identidad de un amigo, Wolfgang Gerhardt, quien, antes de regresar a su país natal, le había pasado sus documentos.

Investigación forense pre-ADN

Los restos de Wolfgang Gerhardt/Josef Mengele,exhumados por la Policía Federal (PF) en el cementerio de Embu en junio de 1985, fueron examinados en el Instituto Médico Legal de Sao Paulo por especialistas brasileños, pero también algunos de los científicos forenses más respetados del mundo.

Había dos equipos de EE UU: el del Centro Simon Wisenthal y otro del Departamento de Justicia, además de un tercero de Alemania Occidental.

En medio de lo que Stover -quien en la época era director del programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y contaba con la experiencia de organizar equipos de identificación de restos en Argentina- llamó «un gran circo mediático», los científicos reunidos en Sao Paulo tuvieron que evaluar si los restos exhumados eran de un hombre sobre el que no se sabía casi nada desde 1945.

Las técnicas de identificación por ADN aún no habían sido desarrolladas y recién se usarían años más tarde.

Expertos brasileños, estadounidenses, alemanes e israelíes participaron de la investigación

«Las evidencias físicas ante mortem eran mínimas», cuenta Stover. «De los registros de la SS teníamos sólo la altura y la circunferencia de la cabeza. Cuando empezó la investigación, descubrimos que la altura era consistente, que era del sexo masculino, caucásico».

«Uno de los antropólogos forenses, Ellis Kerley, había desarrollado una técnica de conteo de osteones en huesos. A medida que envejecemos, nuestros huesos se vuelven más frágiles. Si usted hace un corte transversal en el fémur, puede contar los osteones para identificar la edad de un esqueleto».

«Kerley estimó la edad del esqueleto como la de alguien en la franja de los 60 años (Mengele tenía 67 en 1979)».

Los expertos también encontraron evidencias de una fractura en la cadera que pudo haber resultado de un accidente de motocicleta que Mengele habría sufrido en Auschwitz.

También se encontraron rastros de fracturas curadas en el hombro, en la clavícula y en el pulgar derecho; y una depresión en el hueso maxilar izquierdo, posible consecuencia de una sinusitis crónica.

«El cráneo también exhibía un diastema, una separación entre los dientes frontales, presente en cerca del 11% de la población. Las indicaciones eran, en fin, consistentes con las evidencias, pero lo que faltaba era una radiografía, lo que (en la época) era como una huella digital», recuerda Stover.

El informe final

Al final de los exámenes, los expertos estadounidenses se reunieron en el hotel donde estaban alojados para preparar su informe. La redacción quedó a cargo de Stover.

«La preponderancia de elementos sugería que se trataba de Mengele, pero en la reunión hubo un gran debate sobre si decir que eso era ’altamente probable’ o ‘con razonable certeza científica’, debido a la gran presión sobre el equipo».

«La carrera de los científicos forenses estaba en juego. El clima era bastante tenso».

La investigación de 1985 concluyó que se trataba de Mengele, pero dejó lugar a muchas dudas. (Aquí la noticia en «Folha da Tarde» del 22 de junio de 1985)

El informe de los estadounidenses concluyó «con razonable certeza científica» que el cuerpo era de Mengele.

El equipo alemán también llegó a la misma conclusión por el análisis que hizo del cráneo, usando una técnica de superposición de imágenes desarrollada por el antropólogo Richard Helmer.

Helmer superpuso fotos del criminal nazi sobre imágenes del cráneo y constató consistencias en áreas clave como ojos, boca, nariz y barbilla.

En una presentación ante la prensa, el 21 de junio, el jefe de la PF brasileña, Romeu Tuma, confirmó la identificación y la muerte de Josef Mengele y representantes de los tres países explicaron sus hallazgos.

Los científicos resaltaron que su veredicto no estaba basado en un examen conclusivo, sino en las varias evidencias que daban consistencia a la tesis de que era Mengele.

El dentista de Santo Amaro

Recién en marzo de 1986, varios meses después, vendría la confirmación, gracias a lo que Stover compara con una «huella digital»: la comparación del esqueletocon una radiografía.

Y solo fue cuando Tuma anunció el descubrimiento de una radiografía de Mengele, y que expertos estadounidenses y brasileños confirmaron que la misma era del cráneo exhumado en Embu, que Tuma consideró el caso oficialmente cerrado.

La investigación de 1985 concluyó que se trataba de Mengele, pero dejó lugar a muchas dudas

El descubrimiento de la radiografía se debió al trabajo de «detective» del entonces cónsul estadounidense en Sao Paulo, Stephen F. Dachi, descrita en periódicos estadounidenses y narrada por el propio Dachi más tarde para la Asociación para Estudios y Entrenamiento Diplomático en EE UU.

Entre el material hallado por la policía en las casas en las que Mengele vivió en Sao Paulo y sus alrededores, había una agenda, cuya autenticidad fue comprobada por especialistas en caligrafía del Departamento de Justicia estadounidense.

Y estos expertos le informaron al cónsul que en la agenda Mengele mencionaba haberse realizado un tratamiento dental.

La agenda hacía una sola mención a dos consultas, realizadas en diciembre de 1978, con el «Dr. Gama en Sama».

«Tan pronto como volví a Sao Paulo le di la información a la PF», dijo Dachi. «Después de dos o tres semanas regresaron y me dijeron: ‘No hemos podido encontrarlo (el dentista)'».

A pedido del Departamento de Justicia, Dachi continuó la investigación por su cuenta, ya que, según él, «la Policía Federal brasileña no era capaz o no quería hacerlo».

Dachi le contó al diario estadounidense The New York Times que había notado en la agenda que a Mengele le gustaba abreviar nombres, y se dio cuenta de que «Sama» podría ser «Santo Amaro».

Con la ayuda del vice-cónsul, Fred Kaplan, consultó ediciones antiguas de las Páginas Amarillas y llegó al nombre del doctor Hercy Gonzaga Gama Angelo, en Santo Amaro.

Acompañado por un agente de la PF, Dachi visitó al dentista, quien confirmó haberle realizado un tratamiento en las fechas mencionadas por Mengele al paciente Pedro Hochbichler, el primer nombre falso que usó Mengele en Brasil.

Gama no tenía una máquina de Rayos X pero recordaba al dentista al que había referido al paciente para su tratamiento: el doctor Kasumasa Tutiya, cuyo consultorio quedaba a sólo unas cuadras de allí.

El antropólogo alemán Richard Helmer concentró su investigación en el cráneo, pero la evidencia clave fueron las radiografías dentales halladas luego

Recordando la visita a Tutiya, Dachi dice que le preguntó «de forma casual» al dentista si él tenía «alguna radiografía» de Hochbichler. «Y él dijo, ‘espere un minuto’, y volvió 30 segundos después con ocho placas dentales».

Consultado por BBC News Brasil, Tutiya no quiso hablar sobre el caso, que considera «un episodio cerrado en mi vida «.

Finalmente, el ADN

Incluso con la radiografía reforzando aún más la conclusión de los científicos, todavía había un actor importante que no estaba convencido: Israel.

Stover contó que »alguien de la Inteligencia de Israel» acompañó el trabajo del equipo internacional en 1985, sin dar más detalles.

«Los israelíes no aceptaron el informe forense de 1985. Ellos esperaron el análisis de ADN. El hijo de Mengele, Rolf, y su mujer, Irene, se resistieron, pero acabaron cediendo muestras a principios de los años 1990».

Un análisis de ADN en 1992 fue la prueba final de que se trataba de Mengele. Aunque Israel aceptó la evidencia, aún hoy persiste el mito de que la muerte fue ficticia

La prueba de ADN, la conclusión final de que Mengele estaba muerto, fue realizada en 1992 por el británico Alec Jeffrey, uno de los pioneros de la identificación genética en el mundo, e Israel aceptó el resultado.

¿Por qué no fue atrapado Mengele?

Buscado por crímenes de guerra y otras atrocidades, Mengele escapó de la Justicia por más de 30 años y murió dándose un baño en una playa. Hasta hoy muchos se preguntan por qué nunca fue atrapado por las autoridades.

Para Stover, quien luego participó en investigaciones internacionales de fosas comunes en la antigua Yugoslavia y en Ruanda y hoy dirige el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de California, en Berkeley, Mengele se benefició indirectamente de la creciente tensión entre árabes e israelíes en Medio Oriente.

«El Mossad (servicio de inteligencia de Israel) estuvo en Brasil y se cree que en una ocasión llegó a hablar con Mengele, pero nunca lo detuvieron porque a principios de los años ’60 el foco de la inteligencia israelí se distanció de la caza de nazis y se volvió hacia los vecinos, en particular Egipto, que estaba desarrollando un programa de misiles», dice.

El historiador británico Norman Stone, que hablaba alemán y participó en un panel de expertos que autenticó las cartas de Mengele presentadas por la familia en Guenzburg, le dijo a la BBC en 1985 que Mengele nunca fue atrapado porque «francamente, creo que nadie lo estaba buscando».

«Él se estaba escondiendo en los lugares más obvios, creo que Israel se llevó tantas críticas por la captura de Eichmann que decidió no realizar otros secuestros de ese tipo».

«Creo que los alemanes occidentales también debían tener sus razones para no empeñarse».

«Mengele se escondía en lugares obvios, se correspondía de manera obvia con personas obvias y era ayudado por personas obvias. Para mí, el fracaso en detenerlo es casi incomprensible».

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